Miguel Angel Gutiérrez / Por esto
En materia de Responsabilización Social Universitaria (RSU), la Universidad Autónoma de Yucatán tiene como asesor a un pan grande. Sí querido lector, Francois Vallaeys, consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y académico de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), institución de carácter privada. Vallaeys es un intelectual y consultor que ha declarado muertos “los movimientos revolucionarios estudiantiles”, como los de Córdoba en Argentina que influyeron en establecer la extensión y la proyección (misión) social de las universidades latinoamericanas (Vallaeys, “Responsabilidad social universitaria”, p. 9.). Ha enterrado los movimientos estudiantiles del México 68 con sus ideales democratizadores y los de la UNAM en defensa de la autonomía universitaria y la gratuidad de la educación superior.
Esta extraña relación entre neoliberalismo y catolicismo para un RSU yucateco requiere su explicación. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es la organización de financiamiento de los proyectos neoliberales que desmantelan las conquistas de las luchas sociales en América Latina. El BID traza que el MERCADO es el principal mecanismo de control que requiere la investigación y la formación de profesionistas (universitarios); y el que debe también “determinar en gran medida las necesidades en términos de número y plan de estudios.” (BID, “Estrategia en educación superior para América Latina”).
La UADY no es caso aparte de ese atentado derechista. Está en esa sintonía con el BID cuando alguna autoridad universitaria sale a decir que la función de los académicos y de la administración académica es leer los problemas y las señales del mercado para traducirlos en respuestas curriculares, programas o planes de estudio. Es correspondiente cuando traza la flexibilidad curricular a la manera de un gran supermercado de materias para sus clientes. Sí, porque en su lenguaje mercadotécnico los estudiantes se han convertido en clientes. Está en sintonía cuando impone como estrategia la concertación de líneas de investigación con interlocutores externos (Responsabilización Social Universitaria, UADY). ¿Cómo? ¿A la manera corrupta de Ramírez Carrillo, Gina Villagómez, Beatriz Castilla y Sergio Quezada?
En los planes del BID se aplica la fórmula de la economía neoliberal: la elasticidad entre demanda del mercado y oferta universitaria; que en el lenguaje de la política católica-neoliberal se traduce como pertinencia, trascendencia, o responsabilización. La Responsabilidad Social es una estrategia mercadotécnica de las empresas para ganar al público que desea consumir sin culpa a pesar de contribuir al daño atmosférico; o la de un Banco que estafa con sus tasas de interés pero que tiene responsabilidad social con un programa de exhibir sus finas obras de arte adquiridas con sus “ganancias”. ¿Pero qué de las responsabilidades con sus trabajadores? Ese tema hay que dejarlo al libre juego del mercado. La responsabilidad con sus trabajadores termina donde empiezan las nuevas formas de explotación y esclavitud en todo el mundo. Y las recurrentes crisis financieras globales han demostrado que el Mercado es un mecanismo corruptor y que no es la Mano de Dios la que distribuye racionalmente los recursos, sino la Mano del Diablo operando en un lugar de irracionalidad que tiende al desequilibrio y al despojo. ¿No es la ambición y deseos de poder las directrices de la Red pseudoacadémica que coordina Ramírez Carrillo y Familia? ¿Acaso no es la irracionalidad de una operadora económica y funcionaria del Ayuntamiento de Mérida combinada con la ambición del dinero fácil de sus “inversores”, la causante de la corrupción y fraude en la Comuna? ¿Y en manos de esa irracionalidad se le quiere dejar las decisiones universitarias: a quién formar, cómo formar, qué investigar, qué profesiones y qué perfiles de profesionistas egresar?
Por su parte, la Pontificia Universidad Católica del Perú, como todas las universidades católicas son instituciones privadas, que están al servicio de la Iglesia, igual que sus curas-profesores, y los laicos –profesantes- que sirven al Evangelio y dependen del Vaticano. Pero aun hay más. El humanismo de esa textura católica se encuentra en las materias como teología, misas, oraciones, y valores morales de carácter religioso impartido a sus estudiantes en sus aulas, retiros o campamentos. Pero también, la Pontificia está normada por las reglas morales rígidas. Por ejemplo: las autocensuras solicitadas a los profesores, la discriminación a quiénes tienen orientaciones sexuales diferentes, y rechazos a las nuevas convivencias, amasiatos y divorciados que no tienen acceso a cargos en la universidad. En este caso, ni la adopción de un programa con valores conservadores como la familia tradicional idealizada (padre-madre e hijos) y de fidelidad marital es coherente con las prácticas y “valores” de los integrantes de la Red Amafiada. Quezada tiene tras de sí hostigamientos, incluso una compañera de trabajo de su unidad salió aterrorizada hacia la Facultad de Antropología. Ramírez Carrillo y Gina Villagómez tampoco tienen los dedos parejos. Ni esos criterios conservadores serían del agrado de exautoridades y funcionarios actuales de la UADY, donde la doble moral permite vivir en corrupción (pecado) que se expía con golpes de pecho. El RSU es una mascarada para ocultar consistencias y coherencias más preocupantes:
-¿Dónde se lanzó la asociación encabezada por Cantillo Fernández-Villagómez Valdés comprometidos con el panismo más retrógrado y corrupto de la Familia patricista? R. Fue en el teatro “Felipe Carrillo Puerto” de la UADY, un atentado a la memoria del mártir socialista yucateco.
-¿A quiénes han entregado un megaproyecto de historia de Yucatán? R. A la directiva: Sergio Quezada cuya camiseta azul debajo de su camisa es recontra Sabido, su “alumna” en agresiones Inés Ortiz Yam, y un tal Jorge Castillo profesor de la Facultad de Antropología.
-¿Quién está esperando recibir la coordinación general del Doctorado Institucional en Ciencias Sociales y negocia la dirección del CIR? R. El coordinador Ramírez Carrillo de la Red Amafiada.
-¿Se las van a entregar? R. En el primer caso es casi un hecho, en el segundo, la Familia Ramírez Carrillo-Villagómez Valdés y socios de la Unidad de Ciencias Biomédicas del CIR trabajan en ello.
Más allá de las palabras y del RSU que promueve la Rectoría, los hechos hablan por sí mismos. Como dice mi compadre: si el bicho tiene patas de pato, camina como pato, tiene pico de pato y hace ¡cua cua!, es PATO. Y en este terreno, quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que escuche. Y como buen ciudadano agrego, quien tenga oídos y ojos que no se haga al PATO. Estará usted de acuerdo, querido lector, que hay razones de muchos pesos para que los pseudoacadémicos de la Red Amafiada coordinada por Luis Ramírez Carrillo se acomoden y se plieguen sin decir pío, pío.
En mi opinión, el proyecto de Responsabilización Social Universitaria (RSU) es una formulación de las “universidades” católicas y privadas cuyos programas siempre han tenido que enfrentar el riesgo de ser obsoletos frente a los cambios científicos y económicos. Como también el reto de estar entre el Poder Político y el Poder Espiritual en la Tierra. Por lo mismo, el RSU es una respuesta católica para hacer más eficiente su formación profesional [currículo] con lo que el mercado demanda. El RSU es una respuesta a la ineficiente gestión para: 1) dinamizar sus vinculaciones entre docencia, “investigación” y extensión a la sociedad, 2) superar las estrategias misioneras y voluntariados de ricos universitarios visitando las zonas marginales y empobrecidas para llevar atención médica, dental, etc. y 3) detener lo que las revoluciones estudiantiles lograron: universidades con misión social, democrática, científica y gratuita.
Mire usted, ¿por qué la Pontificia peruana, no la Autónoma de Yucatán, está tan preocupada por la Trascendencia? Sencillo. El Mercado crea desequilibrios: moldea personalidades ambiciosas y sin escrúpulos, consumos de sexo, droga y violencia, y los medios televisivos responden con programaciones donde prevalecen esos mismos contenidos. Pero juegan a la doble moral, ya que también transmiten misas papales. En consecuencia, como esas universidades católicas han decidido entrarle al cochinero del Mercado neoliberal, resultan preocupadas por la Trascendencia del “espíritu”, que a pesar de esa embarrada, requiere realizarse católicamente, dentro de la Fe o la Creencia Religiosa, y mantenerse inmaculado. De modo que la Responsabilización Social Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú, precisamente de donde proviene el flamante asesor de la UADY, es resultado de ESA TRASCENDENCIA DE RECONVERSIÓN CATÓLICA HACIA EL ESPÍRITU DEL MERCADO.
Ahora se comprende que el RSU también es una respuesta evangélica de trascendencia para dejar a salvo la idea del Humano como un ser de materia, “alma y espíritu”, como ha descubierto el metodólogo causirreligioso Morín. Humanizar, por ejemplo, es hacer conscientes a sus estudiantes del riesgo ecológico global tan sólo por ser elevado a PECADO para proteger el “alma y el espíritu” católico de las personas, de tal manera que se pueda profesionalizar y enseñar técnicas sin otros contenidos que atenten la profesión religiosa de sus estudiantes.
Por todo lo anterior, no se entiende porqué la Universidad yucateca tenga que comprar los diagnósticos, los problemas y las soluciones de las facciones derechistas y más conservadoras de las universidades católicas y privadas. Al menos que los avances de la ultraderecha en la educación y en la universidad pública sea la explicación. ¿Las universidades públicas, como la UADY, tienen esos problemas de gestión y de desconexión entre currículo y mercado de trabajo?, ¿es su responsabilidad la contratación de los jóvenes egresados por el mercado de trabajo?, o ¿es un problema de la estructura productiva? ¿Va hacia la doble moral nuestra Universidad con sus campamentos o comunidad estudiantil de reflexión personal y grupal sobre ser joven, la familia, y la sociedad? A partir de la rectoría anterior la UADY está siendo objeto de esta contrarreforma bulliciosa de carácter empresarial, más atenta a los procesos de acreditación, al mercado, a las señales externas ajenas a los procesos académicos, y ahora, de infiltración católica mediante la “humanización”. Los verdaderos universitarios no queremos ser copartícipes de ese megafraude que se está urdiendo como gran consulta a todos los sectores universitarios y, de manera simultánea, se premian a contraventores de esos mismos valores que se lanzan a los cuatro vientos. Exigimos el pleno cumplimiento constitucional de la separación del Estado y la Iglesia, de la Ciencia y la Religión, para garantizar una educación superior laica, científica, y democrática. Y a los responsables de esta reacción conservadora, o derechización universitaria, exigimos RESPONSABILIDAD UNIVERSITARIA.
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