junio 01, 2009

Los gritos del fascismo hoy en México

Ricardo Andrade Jardí

En realidad no son hechos aislados, son eventos preocupantes que se van sumando a cientos de denuncias, virtuales, sobre abusos de poder, a lo largo y ancho del territorio nacional. Donde no se amenaza, se secuestra; donde no se ejecuta se intimida. Y lo cierto es que, sumado a la descomposición ética del sistema gobernante, la persecución política es ya una constante en la cotidianidad del México usurpado, basten como ejemplos, la expulsión del académico universitario de origen colombiano, Miguel Ángel Beltrán Villegas, para ser entregado a Alvaro Uribe, presidente de Colombia, acusado por The Narco News Bulletin de nexos con el narcotráfico, desde los tiempos cuando fuera alcalde y luego gobernador, así como de tener presuntas relaciones con los grupos paramilitares de ese país.


Ni qué decir de la terrible ejecución del catedrático humanista, maestro del doctorado de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, ejecutado el viernes 29 de mayo. Ejecución que se suma, no sólo a la veintena de ejecutados diarios, como resultado de la perdida guerra contra el narcotráfico emprendida por el usurpador pelele que nos desgobierna desde diciembre del 2006, sino que es un signo más para confirmar lo que ya muchos han venido anunciado desde hace tiempo. Lo que a partir de la supuesta influenza porcina, convertida ya en humana, se manifiesta con mayor claridad: México va, con prisa, por el camino a la violencia institucional, que no es otra cosa más que la dictadura. La promoción de las iniciativas de ley de seguridad pública impulsadas por el panismo usurpador, no tienen nada que ver con el interés real de lo que podría, o debería, ser la lucha contra el “crimen organizado”, la cual pasa necesariamente por el combate a la IMPUNIDAD, pero nada de eso está en la lógica del desgobierno panista.
La IMPUNIDAD protege no sólo a los narcotraficantes, sino también a los empresarios y a los banqueros, que son los que blanquean el dinero del crimen organizado, al tiempo que garantizan apoyos financieros para los grupos políticos que responden a sus intereses económicos y garantizan sus privilegios, que no son otros diferentes a los del narcotráfico.
El interés real, de la usurpación fecalista, es imponer un “marco legal”, por más ilegal que sea, que “justifique” la persecución y represión de la disidencia política.
Los seis tiros a la cabeza del sociólogo de la UACJ son el mismo viejo grito fascista: !Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!
La carencia de ideas, la intolerancia y la falta de voluntad democrática son las características principales de los autonombrados “demócratas mexicanos”.
Si los resultados les son favorables defienden el proceso que les dio ese resultado. Si no les es favorable, lo descalifican, lo ponen en duda, argumentan el “fraude patriótico”, “el peligro que significa otro camino”… mientras critican, desde los poderes de facto (telecracia), en el “adversario”, su derecho a la protesta y a la duda.
La disidencia, la oposición, la crítica, la denuncia son actos censurables para el fascismo panista que, ante la incapacidad de proponer y convencer y, ante la carencia de ideas racionales, la fuerza y la violencia son sus únicas respuestas posibles para quienes de antemano carecen de legitimidad...
No hay posibilidad de terminar con la espiral de corrupción institucional al servicio del crimen organizado, si no se termina antes con el negocio que da origen a esa organización del crimen. Y no sólo se trata de la legalización del consumo personal, sino más bien de un profundo cuestionamiento al sistema capitalista, a la economía de mercado y a la libre empresa, que son, a fin de cuentas, los pilares que sostienen al crimen organizado. Por lo pronto y, cada vez más claro, es que la noche de la cerrazón se impone y la dictadura se acerca a nuestras puertas. Las señales son muchas. Las alertas están dadas. De nosotros, del urgente Despertar Ciudadano, depende dejar que la noche se imponga para quedarse o comenzar rápidamente a caminar al alba. Tenemos que decidir, entre contar o contarnos entre los muertos, nuestros muertos, o empezar a romper uno que otro vidrio como garantía de cerrar las puertas al fascismo... la decisión es nuestra.

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