por Martín Vélez
Antes que nada debe explicarse qué es una matraca. Desde luego no es un instrumento musical, es más bien un aparato para hacer ruido; normalmente de madera, las hay de muchos tamaños. Su origen es desconocido, al menos para este tecleador; pero se tienen registros de su uso ya en el Jurásico tardío, cuando los Priranosaurios Rex obligaban a los dinosaurios pequeñines, casi lagartijas, a amenizar sus eventos electorales armados de tal instrumento. Traca, traca, traca sonaban las matracas, cuando el priranosaurio candidato, o gobernante en funciones, se asomaba al templete. Hasta ese período jurásico, la matraca tuvo un uso festivo y promocional; pero encontraría una aplicación muy diferente, cuando brincó a los estadios de futbol.
En efecto, la matraca fue adoptada por las porras futboleras en los estadios. Pero, al frescor de las abundantes chelas, y ante decisiones arbitrales discutidas, ante goles más bien dudosos; los enfrentamientos violentos entre porras rivales hicieron posible que la matraca encontrara un uso diferente. Praca, praca, praca, sonaban las matracas, sobre la infortunada humanidad de los porristas contrarios. Más de un descalabrado o fracturado, más de un desnarizado, llegaban a la Cruz Roja, víctimas de la matraca vengadora, utilizada como arma contundente.
La tecnología ha hecho evolucionar a la matraca porril de doble propósito (porra de apoyo, porro de ataque). Hoy, la televisión, la radio, y en general diversos medios de comunicación cumplen sobradamente las funciones de la matraca. Se ha conformado entre sedicentes periodistas un escuadrón de matraqueros. Vaya como ejemplo el artículo de Ciro Gómez, en Milenio del día 13 de Julio. Sólo necesitamos leer el título de tal artículo: "Bien Josefina, excelente Creel". Lambisconería vil, en grado superlativo, que no sorprende a nadie.
El Escuadrón Matraca, en el que se forman los llamados Joaquín, Loret, Ciro, Marín, Beteta, Ferriz, etc. Producen diariamente joyas como la señalada en el párrafo anterior. Traca, praca, traca, praca, suenan las matracas. Pues alternan loas al poder y sus personeros, con golpes a los adversarios del régimen. Señaladamente, los golpes son contra aquel a quien Calderón prometió rebasar, por la izquierda; pero terminó rebasando a Fox ¡por la derecha!
Pero no crea usted, imaginario lector, que el Escuadrón Matraca hace trabajos de gorra. No. Por ejemplo, la serie "El Equipo", primer churromercial del que se tenga memoria en México, fallida apología de Genaro García Luna y sus muchachitos, le reportó un ingreso a Televisa por 118 millones de pesos. Pero eso no es nada: en la edición de hoy del Universal se reporta el total del gasto que Calderón ha realizado en propaganda, que asciende a un total de 21 mil millones de pesos; sin contar el uso de los tiempos oficiales en radio y televisión.
No pretenderé aburrirlo a usted calculando el número de escuelas y hospitales que se podrían construir con 21 mil millones de pesos. En cambio, le propongo un ejercicio imaginable: si esa cantidad se reúne en monedas de un peso, y se colocan una tras otra sobre el ecuador terrestre, ¿Qué distancia se cubre? Mmmm… a ver, a ver. Cada moneda mide 2.1 centímetros; la longitud del ecuador es 40,075 Km. Entonces, con nuestras monedas de un peso de propaganda pura y dura, le alcanzamos a dar….Chaca, cha, chaaaaan… ¡Once vueltas a la tierra! (Niños aritméticos, inténtenlo en casa).
Si los pasos de Calderón miden 80 centímetros aprox, a cada paso tiraría más o menos cuarenta monedas de un peso. Le daría once vueltas a la tierra tirando al paso esas cuarenta monedas. Las tirará gastándolas principalmente en mensajes de radio y televisión. Después de esas once vueltas llegará a las elecciones del estado de México y obtendrá 12% de votos para su partido, ¡12%!
Llega también con una intención de voto, en el Distrito Federal, de nueve por ciento, sí, 9%. Esa es la trágica medida del fracaso de la gestión calderonista. Esa es también la medida del fracaso de los propagandistas, matraqueros del poder. Once vueltas a la tierra girando la matraca, y el barco calderonista se hunde. Las ratas que pueden saltar, saltan, como la Gordillo; las que no, pues no.
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