por Martín Vélez
Las imágenes del evento muestran una expresión de Hillary Clinton bastante reveladora: el codo recargado en la mesa, el brazo flexionado para que la cabeza se apoyara en la mano, en la cara un mohín de enfado inocultable. La Secretaria de Estado del gobierno de Obama había llegado tarde, hora y media, escuchaba impaciente los últimos discursos de los presidentes centroamericanos.
Estaba presente también Felipe Calderón. Era el día anterior a su encuentro con Sicilia. Tal vez por ello, la Conferencia Internacional de Apoyo a la Seguridad de Centroamérica, con sede en Guatemala, no tuvo amplia cobertura en los medios mexicanos. Al día siguiente, jueves 23 de Junio, los medios mexicanos aprovecharían la reunión con Sicilia para un lavado de imagen, que ya le hacía falta, a la maltrecha y menguante figura de Felipe Calderón. El evento de Guatemala pasó casi de noche.
Algunos medios resaltaron sólo la postura, valiente por supuesto, del michoacano. Reportaron aquellas palabras de Calderón, que Hillary Clinton escuchaba con desgano: que contra el narco no se pide caridad, sino un apoyo fuerte y decidido (algunos medios reportaron que Calderón pidió una cifra concreta, 35000 millones de dólares); que no había correspondencia entre los compromisos antinarco y los apoyos reales. En fin, Felipe Calderón hizo eco de la solicitud de los otros presidentes bananeros: dinero, dinero y más dinero. Lo pidió en el tono regañón que ya le conocemos tanto.
Pero la respuesta de doña Hillary llegó muy rápida, muy certera, y sin la vaselina del lenguaje diplomático: si quieren dinero, cóbrenle a los ricos un impuesto antinarco, de Estados Unidos ya no esperen más.
Caramba, doña Hillary, de dónde sacó usted esos aires tan pejunos. ¿Cómo que cobrar impuestos a los ricos? Se me hace que usted ya está leyendo el Regeneración, el periódico que reparten las morenas y morenos de AMLO. ¿Cómo se le ocurre que los ricos (los muy, muy ricos) deben pagar impuestos? ¡Ni que fueran viles clasemedieros, contribuyentes cautivos!
Con su respuesta seca y terminante, Hillary Clinton puso en su lugar a los presidentes de las Banana Republic, que piden una solución externa a problemas de larga incubación interna. Particularmente, en el caso de México, es un hecho conocido que las grandes empresas no pagan un centavo de impuestos. Mientras tanto, gozan el privilegio de un mercado monopólico de precios inflados a su libre arbitrio. Por eso la postura de Calderón es insostenible en los foros internacionales, al punto en el que el propio gobierno gringo da muestras de impaciencia y hartazgo.
Fijada su postura, Hillary Clinton terminó la reunión de Guatemala dejando a los pedinches con un palmo de narices. Este tecleador imagina la salida airada de la güera Clinton, azotando la puerta, no sin antes haber dicho "take monkeys your banana" ( tomen changos su banana ).
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