por Isabel Dorado Auz
Cuántos años tuvo que esperar Javier Villarreal para heredar el puesto de dirigente estatal de la CTM, sin duda muchos. Podría decirse, aunque no se justifica, que ese hecho explica el porque terminó traicionando al movimiento minero de Cananea.
Previamente, ya se habían adelantado algunos pasos, como esa concesión del Gobierno de Guillermo Padrés al darle a la CTM la recien creada secretaría del trabajo, misma que solo sirvió para engrosar el aparato burocrático y, de paso, acomodar gente cercana al grupo que controla a Javier Villarreal. El golpe final se pactó el pasado 3 de Junio del presente año cuando se firma el contrato colectivo de trabajo entre la empresa Operadora de Minas e Instalaciones Mineras, S.A. de C.V. (Grupo México) y el Sindicato Nacional de la Industria Minero Metalúrgica de la CTM de Sonora.
A decir de Oscar Alzaga, abogado del sindicato minero al cual está adherida la sección 65 de Cananea, en huelga desde hace más de cuatro años, las partes firmaron un contrato colectivo ilegal que de hecho aplica las reformas laborales que propuso el PAN en 2010 y que luego hizo suyas el PRI en este 2011.O sea, no esperaron las autoridades laborales a que se aprobara la reforma, detenida en el congreso de la unión, para darle luz verde a los Larrea para acabar con las conquistas laborales de la seimpre heroica sección 65 de Cananea.
Ahora bien, en que consiste la tracición de Javier Villarreal, el mismo que insistió por más de un año en la necesidad de convocar a una Huelga Nacional en apoyo a la Sección 65. Solo hay que ver que fue lo que firmaron, de acuerdo, repito de nuevo, a lo dicho por Oscar Anzaga: 1) La cláusula 7 conviene el contrato individual a prueba por 30 días (actualmente prohibido por la Ley Laboral vigente); 2) en las cláusula 12 a la 17 se flexibilizan las jornadas y horarios de trabajo, para que de modo unilateral y arbitrariamente las establezca el patrón. 3) en la cláusula 11 se acepta el "outsoursing", el sueño dorado de los empresarios de contratar compañías terceras, cuyos trabajadores carecen de cualquier tipo de protección laboral y por ende, explotan en mayor medida al trabajador no sindicalizado, despojando con ello a los mineros de su materia de trabajo.
No menos importante, es la reducción de salarios y prestaciones. Por ejemplo, el minero de la categoría operador, ahora percibe un salario de $ 142.00 diarios; en el contrato colectivo de 2005, el que pelean los mineros de la sección 65, el salario es de $ 155.85 diarios, que de actualizarse hoy sería de $300.00 diarios. El aguinaldo en 2005 era de 35 días, ahora es de 20 días, etc. Además, fueron reducidos los servicios médicos y hospitalarios, pagos de jubilación y liquidaciones. Desaparecieron las prestaciones públicas de salud, gas, luz, agua, educación y otros.
Ante este panorama, solo cabría preguntarle a Javier Villarreal si sentarse en la Silla más importante de la CTM estatal sirve de consuelo para tragarse todas aquellas palabras de un dirigente sindical que orientaba a sus representados acerca de la importancia de apoyar la valiente lucha de los trabajadores mineros. Recuerdo Javier, en ese lejano viaje a Cananea, que dijiste que desaparecer a la sección 65 representaba solo el inicio de la desaparición de todo el movimiento obrero organizado sindicalmente en nuestro país. No, no decías ninguna mentira, el problema fue que tu discurso no coincidía con tú realidad. Después del hueso creo que aprendiste a mantener la boca cerrada y por ello, todo un pueblo te lo recordará permanentemente. Me hiciste recordar el cuento de Augusto Monterroso quién cuando despertó, se dio cuenta que el dinosaurio todavía estaba allí".
agosto 24, 2011
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