Leonardo Boix / Proceso,com
Londres, 2 de junio (apro).- Los marcados incrementos en los precios del petróleo registrados en los últimos años, con un barril de crudo a 129 dólares en su cotización internacional, han reavivado los temores sobre la viabilidad a largo plazo de una economía mundial dependiente enteramente del crudo, y serios problemas de inseguridad e inestabilidad global.
Según un informe publicado el pasado 1 de mayo en Londres, realizado por el experto Nader Elhefnawy, miembro del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS) y catedrático de la Universidad de Miami, la producción de petróleo mundial está alcanzando su máximo nivel, y muy pronto caerá, incluso cuando la demanda de energía siga aumentando.
El extenso reporte titulado The impending oil shock sostiene que el “comienzo del fin” de la era del petróleo “está llegando”.
Para el experto, “la única cuestión ahora es si la crisis del petróleo golpeará de forma suave o de manera muy dura” y si las nuevas tecnologías serán sustituidas por recursos naturales explotados, “o por una catástrofe Maltusiana y una nueva era oscura”.
Elhefnawy subraya que es posible extraerse otros 700 mil millones de barriles de crudo de fuentes conocidas, y agrega que otro billón de barriles esperan ser descubiertos y explotados.
Sin embargo, destaca que el consumo del petróleo “crecerá a un nivel de hasta un 2 por ciento anual”. “Esto significa que entre 50 y 70 años el planeta podría quedar sin combustible de fósiles”, estima.
En su informe, Elhefnawy destaca que, pese al descubrimiento de nuevas reservas, como en Brasil y Angola, el nivel de este tipo de hallazgos “ha caído a su nivel más bajo desde la década de 1960”.
Además, sostiene que, desde la década de los años 80, las compañías energéticas han invertido comparativamente muy poco en la búsqueda de nuevas fuentes de petróleo o para expandir la producción.
Afirma que el cada vez menor número de pozos petroleros producirá menos crudo, “provocando que la producción global caiga a tal nivel, que será demasiado caro extraer más oro negro”.
Añade que, si la tendencia sigue en caída, “los precios del combustible se dispararán aún más para 2020 (…) La escasez de petróleo tendrá implicaciones profundas en el ámbito internacional, particularmente en el área de seguridad”.
Escenarios apocalípticos
El experto pide tomar en cuenta cinco aspectos de este problema: “Cómo se posicionan los exportadores de petróleo; el impacto a los países importadores; los casos de países que no logran asegurar recursos energéticos para seguir siendo funcionales; el peligro de conflictos armados por reservas de energía, y el dramático uso de energía nuclear, con sus implicaciones serias”.
Señala que “la escasez de petróleo beneficiará a algunos países y perjudicará a otros”.
Y explica: “Los principales exportadores de petróleo se beneficiarán de mayores ingresos y mayor poder político, entre ellos Irak, Irán y Arabia Saudita. Fuera del Medio Oriente, estarán Venezuela y Rusia. Pero si falta petróleo, su poder político podría tambalear gravemente”, agrega.
Elhefnawy indica que todos esos países “sufren problemas serios de corrupción, que exacerban aún más la situación”.
Señala que “si los países exportadores pueden sobrevivir al shock de precios”, podrán poner condiciones a las naciones más pobres. Pone el ejemplo de Rusia, que utilizó sus reservas de gas y petróleo barato como instrumento de poder sobre Ucrania y Georgia, dos de las exrepúblicas de la URSS.
Según el informe, los países importadores de petróleo “sufrirán más por las disparidades entre la oferta y la demanda, y por la manipulación deliberada por parte de los productores de petróleo”.
Dice que esto ha llevado a que países como Francia dejen de ser tan dependientes en los combustibles fósiles, y busquen nuevas energías, como la gasífera, la eólica o la solar. “Los Estados eficientes a nivel energético podrán pasar de manera el período de transición a energías alternativas”, señala. Por el contrario, aquellos que sean eficientes “sufrirán más, como es el caso de Estados Unidos, donde existe una mayor cultura del consumo petróleo”, agrega.
De acuerdo con el informe, también ocurrirá algo semejante con China e India, el primero de ellos que ha dejado de ser un país eficiente en el ámbito energético, y se compara en la actualidad con Estados Unidos, aunque con un mayor consumo de carbón.
“China e India son el segundo y cuarto país que más petróleo consumen, y siguen aumentando sus demandas energéticas. India es hoy uno de los mayores inversores en energía eólica, en cuarto lugar entre Estados Unidos y Dinamarca, pero su dependencia de los combustibles de fósiles se está expandiendo dramáticamente”, destaca el informe de Elhefnawy.
El analista sostiene que algunos países, particularmente los subdesarrollados, “ni siquiera podrán obtener recursos suficientes de energía para mantener sus economías funcionando”. Esto se debe a una inadecuada infraestructura y al hecho de que se ven obligados a pagar en moneda corriente precios muy elevados por el petróleo. “Los países importadores de petróleo más pobres serán los más afectados”, indica.
Además, explica que, en años recientes, el crecimiento en América Latina y África “se ha quedado estancado”, y junto al crecimiento poblacional, pondrá mucha presión en la infraestructura y en los recursos básicos.
En ese sentido, detalla que a estos problemas podría sumarse el surgimiento de “paraísos” para el terrorismo y el crimen organizado, como ocurre actualmente en Somalia y Afganistán.
Según Elhefnawy, la crisis por la escasez del petróleo tendrá además otros problemas: “Un país que depende mucho de las exportaciones de materias primas, y en especial del petróleo, con un cuarto de las ganancias nacionales que provengan de ese sector, tiene cuatro veces más posibilidades de sufrir conflictos armados que otros países”.
Además, sostiene que los altos precios del petróleo “pueden exacerbar estos problemas, al permitir que países con problemas dejen a un lado las reformas de infraestructura y opten por vender a terceras partes y contratistas, aumentando la corrupción y el clientelismo”.
Las disputas limítrofes y movimientos secesionistas que en la actualidad están subyacentes “podrían resurgir debido a que las ganancias por el petróleo se volverán más atractivas en lugares fuera de Medio Oriente, como América Latina y el África subsahariana”.
En ese sentido, advierte que en países donde el Estado haya sido tomado por grupos criminales, warlords (los señores de la guerra), o por líderes con vínculos con corporaciones multinacionales, “el peligro será especialmente alto”.
“Una crisis económica global por los precios del petróleo creará también grupos radicales, y generará conflictos e inseguridades por los trazados de oleoductos, tanto por tierra como por mar, en éste último caso creando actividades de piratería, como ocurre en Somalia y Nigeria”, agrega.
Peligro nuclear
Según Elhefnawy, la expansión del poder nuclear como alternativa a los recursos energéticos traerá aparejados problemas de seguridad internacional.
“La escasez del petróleo, o el pronóstico de que ello ocurra, ha puesto presión a los países, como ocurrió con Francia en la década de 1970, para invertir profundamente en la energía nuclear”, dice.
El documento explica que actualmente hay 443 plantas nucleares que operan en el mundo, produciendo 2 mil 619 billones de kilowatts de energía eléctrica por hora al año.
“Si los países siguen el ejemplo de Francia, que produce el 77 por ciento de su energía de esta forma, el mundo podría terminar con más de 2 mil reactores nucleares. Para los países con más controles es una opción viable, pero para aquellos más pobres y subdesarrollados, será extremadamente peligroso”, destaca.
De acuerdo con Elhefnawy, “el problema de la proliferación de armas nucleares podría provenir de esta tendencia, todo debido a la escasez de petróleo”.
Ante ello, dice que los países importadores de petróleo deben minimizar los costos de sus importaciones, volverse cada vez más eficientes en el área energética y buscar recursos alternativos renovables. Además, recomienda a los gobiernos “crear objetivos para reducir el consumo energético y cumplir con ellos”.
Estos países, señala, “deben promover la conservación de la energía y la producción energética de fuentes alternativas, como la hidroeléctrica, la eólica o la solar. A largo plazo, mucho dependerá de hasta qué punto los vehículos, como los autobuses, los automóviles y trenes, logren cambiar a la energía eléctrica”.
Y advierte que sin una contribución del Estado a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, “estos objetivos serán muy difíciles de cumplir”.
“Hay señales en el sentido de que los gobiernos están comenzando a considerar planes más ambiciones y comprensivos. El año pasado, el gobierno de Suecia anunció un plan para poner fin a la dependencia local de los combustibles fósiles para 2020. Lograr esto en 15 años puede parecer muy ambicioso, y no todos los países disfrutan de la combinación de riqueza y beneficios geográficos como Suecia”, explica el informe.
Y concluye: “La crisis pendiente del petróleo es demasiado compleja para que los países la puedan resolver pos sí mismos. La integración global de la economía, el hecho de que cada país utiliza petróleo de un mismo lugar y las dificultades particulares que enfrentan los países subdesarrollados, hacen que una colaboración cuidadosamente considerada a nivel planetaria sea la única salida”.
junio 02, 2008
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