por Isabel Dorado Auz
Tal y como se esperaba, solo era cuestión de tiempo para que el gobierno del estado, fiel a los dictados de la ultraderecha mexicana, iniciara la represión en contra de los movimientos sociales.
Primero, dio muestras de "fortaleza" cuando solicitó el apoyo de las fuerzas federales para "controlar" la inconformidad social en Cananea, posteriormente se reprimió a los habitantes de Mulatos y finalmente encarceló a líderes sociales en Álamos, entre ellos, al emblemático dirigente campesino Fausto León Uriarte.
Siempre que falle la política de conciliación podrán recurrir al uso del garrote para establecer la "paz social". Para ello, promocionan a más no poder la convocatoria a la ciudadana sonorense y, si se requiere, también de otros estados para que ingresen a las fuerzas armadas estatales ofreciéndoles un salario de 13,000 pesos mensuales más una serie de prestaciones con el fin de conformar el cuerpo armado que "controle" la insurrección popular.
Están preparándose las condiciones que justifiquen el estado de sitio, ya que la inconformidad social esta brotando por todos lados: los mineros en Cananea, los Padres de los niños y niñas de la guardería ABC, los estudiantes y su movimiento en contra del incremento de las tarifas en el transporte urbano e incluso los empresarios mexicanos que han iniciado una guerra intestina para devorarse entre ellos ante la inoperancia del Estado Mexicano.
Demasiadas señales que ponen de manifiesto el deterioro del tejido social y la clase política solo tiene como solución el empleo del garrote como política gubernamental. Creen que con eso lograrán parar esa avalancha que inició con los "fraudes patrióticos" y que terminará, al parecer, en una inexorable insurrección popular. No han entendido que el uso excesivo de las fuerzas armadas es un signo de debilidad más que de fortaleza. La represión, en cualquiera de sus manifestaciones siempre acarreara mayores inconformidades y cuando se reprime indiscriminadamente, no existen fuerzas armadas que puedan controlar la inconformidad social.
Es muy importante que los ineptos funcionarios entiendan que son responsables de la conducción armónica del estado, que si no pueden con el paquete renuncien. Que por una vez en sus vidas, sean honestos y no contribuyan al estallido social en ciernes. Nuestro pueblo no merece más derramamiento de sangre. Que dejen de mostrar "valentía" apresando a nuestros líderes sociales. Fausto León, al igual que el resto de los lideres apresados en los últimos días, no merecen el trato que están recibiendo por parte de un gobierno que nos prometió un Nuevo Sonora, pero que no nos advirtió en qué sentido era la promesa.
Por eso, debe ser el movimiento ciudadano organizado el que exija cuentas, y desenmascare pacíficamente esta serie de acuerdos entre las cúpulas del poder quienes han mostrado una facilidad increíble para distribuir la pobreza y concentrar en unos cuantos la riqueza generada en nuestro país.
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