octubre 03, 2011

MUJERES ASESINAS

por Martín Vélez

El Dispositivo Intrauterino (DIU) es el segundo método anticonceptivo más utilizado por las mujeres mexicanas, sólo debajo de la salpingoclasia (corte y/o amarre de trompas de Falopio). Un reporte del INEGI,  a propósito del Día Internacional de la Mujer, informa que el  20.6 por ciento de las mujeres en edad reproductiva (15 – 49 años) utilizan el DIU como método anticonceptivo. Pero, más aún, para el grupo de edad de 15 a 29 años, la proporción de mujeres que se han implantado el DIU alcanza el 35%.

La comprobada efectividad del DIU se debe a que impide el embarazo mediante un mecanismo doble: Produce inflamación en el útero que dificulta el paso de los espermatozoides o despide sustancias que evitan la fecundación; pero también, cuando la fecundación ha sucedido, el DIU evita que el óvulo fecundado se implante en el útero. De esta manera, el óvulo fecundado es evacuado del cuerpo de la mujer, situación que a veces se percibe como un leve sangrado intermenstrual. De hecho, el DIU puede utilizarse como un método anticonceptivo de emergencia; si el dispositivo es implantado dentro de los siete días posteriores a las relaciones sexuales sin protección, la mujer evitará el embarazo.

A estas alturas, el lector podría preguntarse ¿A qué tanto rollo sobre el DIU?  Bueno, pues los aspectos comentados sobre ese método anticonceptivo tienen importancia en la discusión que acaba de tener la Suprema Corte, en la que se enfrentaron, de nueva cuenta, los "protectores del derecho a la vida", por una parte, y los "defensores del derecho a decidir", por la otra. En esa discusión, una minoría de cuatro ministros, contra siete, impidió que se anularan las reformas constitucionales que, en algunos estados de la república, "protegen la vida desde la concepción".

"…Desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales correspondientes". Así reza la Constitución política de Baja California, así reza la Constitución de Sonora, y así rezan las constituciones de otros 14 estados de la república. En esos estados, dieciséis, se legisló para contrarrestar el mal ejemplo del Distrito Federal, en donde se despenalizó el aborto en las primeras doce semanas de la gestación.

Desde su luminoso Diván, Miguel Ángel Avilés nos ha regalado una excelente crónica de cómo, de una manera atropellada, impensada, sin consultarlo con nadie que no fuera la mano peluda de la que recibieron instrucciones, los diputados sonorenses del PRI y del PAN, legislaron para "proteger la vida desde la concepción". Otorgándole la calidad legal de persona al óvulo fecundado.

La manera irreflexiva en la que se legisló para "proteger la vida desde la concepción" queda en evidencia, considerando la información disponible sobre el DIU. Porque resulta una consecuencia lógica reputar como asesinas a las mujeres que tienen implantado este dispositivo, las que, como se ha dicho, son más de un tercio de las mujeres entre 15 y 29 años.  Recordemos que el DIU impide la implantación del óvulo fecundado en la pared del útero, induciendo su muerte "no natural".

Si el óvulo fecundado es reputado como "nacido para todos los efectos legales", las mujeres que portan DIU deben ser reputadas como homicidas. Convertir en asesinas, de un plumazo, a una de cada cinco mujeres en edad reproductiva; convertir en potencial carne de presidio al 35% de las mujeres jóvenes. De ese tamaño es la burrada que se aventaron los "protectores de la vida".

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