A la Soberanía Nacional, al pueblo de México.
Con nuestros héroes, sí; con los gobernantes traidores, no.
A doscientos años del inicio de la lucha de independencia y cien de la Revolución, la integridad del país está en peligro. El desempleo, los raquíticos salarios, la carestía de los alimentos y otros artículos de primera necesidad, la falta de oportunidades para los jóvenes, la creciente desigualdad social, la insultante concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos- principalmente extranjeras-, y la constante violación de los derechos Constitucionales del pueblo a manos de los gobernantes, causan el hartazgo y la desesperación del pueblo.
Hemos sido víctimas de un saqueo brutal. El Banco Mundial reporta que, solamente por concepto de intereses y servicio de la deuda, entre 1982 y 2006, nuestro país ha pagado a los bancos acreedores extranjeros, más de 400 mil millones de dólares. Y ahora el gobierno admite que la deuda actual del país, entre la externa, la interna, los bonos del FOBRAPROA, los Pidiregas y otros instrumentos financieros, alcanza los 4 billones de pesos, es decir, otros 307 mil millones de dólares.
Debido al sistemático y deliberado abandono del campo, de la industria energética y de la educación pública, hoy adquirimos en el exterior el 40% de los alimentos que consumimos, lo que nos vuelve dependientes y altamente vulnerables ante los monopolios extranjeros; importamos hasta el maíz, el alimento que nuestros ancestros aportaron al mundo hace doce mil años; dependemos, en un 40 % de la energía eléctrica que empresas privadas venden a la Comisión Federal de Electricidad, y gracias a la desarticulación y la corrupción imperante en la otrora cuarta empresa petrolera del mundo, hoy importamos gas natural, gasolinas y otros derivados de hidrocarburos, y hasta se pretende comprar petróleo crudo al extranjero. Se ha administrado el deterioro en los niveles de educación básica, media y media superior; se han dejado de construir universidades desde hace casi 30 años, para favorecer el crecimiento y negocio de las escuelas privadas.
Para culminar su obra, entregaron el 90 % del capital financiero del país, producto del trabajo de los mexicanos, a manos de unos cuantos banqueros extranjeros.
Las empresas extranjeras, principalmente españolas, se apropian enormes extensiones de terrenos en las costas, aunque sus negocios causen la destrucción de manglares y un enorme deterioro al medio ambiente, desde el sureste hasta la península de Baja California; pasando por el territorio del Estado de México y Distrito Federal donde, con otras modalidades, también obtienen enormes ganancias con la construcción y usufructo de las vías de comunicación concesionadas. Los empresarios e inversionistas extranjeros y los nueve nacionales listados por Forbes, gozan de todas las facilidades y todas las ganancias, como el adeudo acumulado de 500 mil millones de pesos que los principales 40 consorcios tienen con la hacienda pública. Igual condición privilegiada se dispensan los altos funcionarios de los poderes públicos, con sus altísimos salarios y prestaciones en especie y en efectivo.
La crisis es todita para el pueblo. De 1982 a la fecha, el poder adquisitivo de los salarios ha sido disminuido en un 85 %. La mayoría de la población económicamente activa se encuentra hoy en el desempleo, el subempleo o el empleo informal; incluso los contratados por empresas privadas o la administración pública, carecen de prestaciones y la mínima seguridad social. Más de un millón de menores han tenido que abandonar la escuela; 7.5 millones de jóvenes carecen de oportunidades para estudiar o trabajar; 5 millones de campesinos han abandonado sus tierras por falta de crédito y apoyo técnico. El 70 % de la población se encuentra en algún rango de pobreza. Somos el país que más nacionales expulsa cada año; ocupamos el último lugar en educación, entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y el penúltimo lugar en calidad de vida, entre los países de América, solamente por arriba de Haití.
Nuestro país es uno de los más ricos del mundo; tenemos petróleo, gas, uranio, oro, plata, cobre, zinc y hasta litio; grandes costas en el océano pacífico y el Golfo de México y el Caribe, así como bosques, selvas y desiertos, con toda la biodiversidad inherente. También tenemos millones de mujeres y hombres, entre campesinos, obreros, empleados, técnicos, profesionistas, científicos y artistas, que con su esfuerzo físico e intelectual producen y hacen circular la riqueza material de este país. A pesar de esta maravillosa realidad, los económicamente poderosos nos imponen como destino fatal la pobreza, la ignorancia y la resignación, lo que ya no debemos permitir, bajo pretexto alguno.
Para lograr el empobrecimiento de los dueños de tanta riqueza, los gobernantes que hemos tenido, sobre todo a partir de 1982, han traicionado nuestro proyecto de nación, violado sistemática y permanentemente los artículos de la Constitución que lo contienen. El artículo 3º define a la democracia, como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. El artículo 39 dispone que La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
En cuanto a la economía, el artículo 27 establece que la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada. Más adelante dispone que La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana… Para ello y no para otra cosa se debe aprovechar la riqueza que se encuentra en nuestro territorio.
El artículo 25 dispone que La ley establecerá los mecanismos que faciliten la organización y la expansión de la actividad económica del sector social: de los ejidos, organizaciones de trabajadores, cooperativas, comunidades, empresas que pertenezcan mayoritariamente o exclusivamente a los trabajadores y, en general, de todas las formas de organización social para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente necesarios.
Los citados y los demás principios de nuestra ley fundamental son inmutables, es decir no se pueden eliminar, por ello el artículo 135 establece que La presente Constitución puede ser adicionada o reformada. Solamente se puede agregar o dar nueva forma a lo ya contenido en ella, pero no cambiar su contenido esencial, porque ese es el espíritu de la norma.
Aún en el peor de los casos, si se estableciera un gobierno que contravenga los principios de la Constitución, ésta, en su artículo 136 dispone Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier trastorno público, se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieren expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta.
En tan indignantes condiciones, ya no podemos celebrar junto a los gobernantes que han subvertido el orden constitucional y traicionado al pueblo mexicano. Reunámonos en cada cuadra, barrio, poblado o ranchería; en convivencia fraterna a intercambiar ideas con nuestros vecinos, familiares y amigos; para juntos encontrar las formas y maneras en que debemos hacernos cargo de nuestra patria. Para aprovechar la riqueza natural y la producida por el pueblo, en beneficio de éste, su único y legítimo propietario. Somos orgullosamente herederos de una de las seis civilizaciones originarias del mundo, que habita este territorio desde hace más de doce mil años.
Desde los primeros minutos de este 16 de septiembre, debemos conmemorar a nuestros héroes, honrar su memoria y reconocer su digna y ejemplar lucha por la libertad e independencia de México, sin que nos importe el estado material de sus huesos, sino la vigencia de aquello por lo que ofrendaron su vida: sus ideales.
Continuemos la lucha de independencia que iniciaran al lado del pueblo, Miguel Hidalgo, José Ma. Morelos, Vicente Guerrero, Hermenegildo Galeana, Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y otros. Para que se cumplan los derechos que conquistaron nuestros padres y abuelos, a sangre y fuego, plasmados en la actual Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
En 1810, fuimos precursores de la lucha anticolonialista; en 1910 de la lucha por la justicia social y ahora lo seremos en la lucha por el cambio civilizatorio, que establezca una sociedad donde se atienda prioritariamente el interés y las necesidades de la colectividad, por encima del interés particular y la obtención del lucro. Que la sociedad aproveche la riqueza natural para su beneficio, procurando siempre su conservación y la vida en armonía con los demás seres vivos y el medio ambiente. Tenemos la experiencia milenaria de nuestros pueblos americanos originarios; los conocimientos técnicos y científicos necesarios y el régimen jurídico constitucional adecuado. Empecemos a caminar; la ruta es difícil, el esfuerzo será arduo, pero es ineludible e inaplazable, por el bien de nuestro México y de la humanidad.
Fraternalmente.
MEXICANOS UNIDOS.
Ciudadanos Arq. Verónica Moreno Ramírez, Lic. Eva Müller Monzón, Dr. Jorge Montemayor Aldrete, Dr. Hugo Velasco Bedrán, Dr. Raúl Jiménez Vázquez, Lic. Carmen Sanabria Miravete, Lic. Lauro Jonathan Sol Orea, Ing. Juan Manuel Pomares Ortiz, Lic. Joaquina Sandoval Acevedo, Lic. Andrea Fernández Ortega, Dr. Héctor Peralta Hurtado, Lic. Abel Antonio Rodríguez Galindo, Lic. José Luis Alanís Macías, Mtra. Rocío Mejía Flores, Lic. Norma Torres Kato, Rogelio Naranjo, Gustavo Martínez Ordoñez, Lic. Porfirio Martínez González, Dra. Margarita Rosado Solís, Lic. Gracia Moheno Verduzco, Dr. José Alfonso Bouzas Ortiz, Dr. Néstor de Buen, M. C Oswaldo Harris Muñoz, Arq. Sergio López Machado, Lic. Ramón Guerra Arellano, Luis García Gascón, Ramiro Castello Delgadillo, Ing. Jaime Leal Torres, José A. Ríos Rojo, Pablo Robles Flores, Ing. Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Paco Ignacio Taibo II, Paloma Saiz, Mtro. Carlos Mendoza Aupetit, Héctor Hernández Aldana, Dra. Diana Margarita Favela Gavia, Lic. Ignacio Zapata Narváez, Rogelio Guerra, Mario Casillas, Gral. y Dr. José Francisco Gallardo Rodríguez, Lic. Jesús González Schmal, Lic. Francisco Zertuche Gontes, Lic. Agustín Arroyo Legaspi, Lic. Alonso Salud Carrillo Acosta, Lic. Cesáreo Tinajero, Ing. Adrián Arroyo Legaspi, Fernando Muñoz Franco, David Chávez, Dr. Alfredo Rustrián Azamar, Lic. Rigoberto Vargas, Graciela Dominguez, Guillermo Acosta Molina, Julio César Robledo, Moisés y Lic. Feliciano Castro Melendrez.
septiembre 17, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario