Por: Julio Pomar (especial para ARGENPRESS.info)
Lo previsible es que si el nuevo presidente del IFE en el pasado votó dos veces contra la izquierda (en el Instituto Electoral del DF), lo seguirá haciendo en su nuevo cargo, pero ahora a nivel federal. Esos tics se quedan como patrones de conducta. Egresado de la Universidad Anáhuac -sí, la que fundó el jerarca pederasta Marcial Maciel, a cuya grey en masa la obligaron a rendirle cínico homenaje de respeto ante su reciente muerte- y funcionario en el gobierno de Guanajuato del panista Juan Carlos Romero Hicks, así como asesor de la diputación panista que encabezó Calderón Hinojosa, no lo hacen imparcial a la primera vista. No tenemos a la mano los elementos por los que asumieron su decisión los diputados priístas y perredistas que lo aprobaron, pero resulta obvio que a los panistas, por ese perfil de actuación previa del nuevo “árbitro” ungido, les cayó como anillo al dedo, al grado que el propio Felipe Calderón está saltando de gusto por esta elección diputadil.
Ante todo ello es lógica, no arbitraria, la reacción de Andrés Manuel López Obrador, de repudio a los tres nuevos consejeros electorales. Uno, el que quedó como presidente, Leonardo Valdés Zurita, con ese fuerte tinte azul; otro, Benito Nacif, propanista, y el tercero, el pro priísta Marco Antonio Baños. No le están dejando a los amarillos de la izquierda para donde hacerse o donde recargarse en la querella electoral que inevitablemente vendrá. Grave pifia, pues, de los diputados perredistas que votaron por ellos tres. Se están tapando los caminos del inmediato porvenir al darle paso a un “árbitro” que, según todas las apariencias, ya está “cargado” de intenciones, como los dados fraudulentos en el tapete verde. Si así resulta, no habrá equilibrio ni imparcialidad en el llamado “nuevo” IFE. Será, ante estos indicios, una versión “nueva” de lo mismo que fue bajo Ugalde. Sobre todo si se pone atención a la primera declaración de Valdés Zurita, de que él no les debe nada a los partidos ni a los diputados que por él votaron, con lo que está anunciando no sólo que seguirá su propia línea, lo cual significa que habrá de inclinarse a favor de quienes más votos le dieron y estos no fueron los perredistas. Esa es la ley de hierro de la política, no hay de otra.
Y peor si los diputados perredistas creyeron que este candidato a presidente del IFE va a hacer bien las cosas simplemente siendo imparcial. O se arreglaron en lo oscurito con panistas del yunquista Héctor Larios y priístas del gandalla derechista Emilio Gamboa, o de plano se dejaron chamaquear. No es halagüeño para la democracia mexicana el panorama en el “nuevo” IFE, por todas estas razones. Los hechos dirán lo que deba ser y todo indica que van a favorecer, una vez más, a la derecha. Si nos equivocamos en esta apreciación, lo diremos abiertamente.
Ya lo manifestamos antes: aunque los panistas encaramados en esta administración federal no son muy duchos en el arte de la política o en el de gobernar, cuando menos no son tan torpes como los anteriores foxistas, pero sí más astutos y malvados, hasta llegar a ser siniestros. El ser más siniestros los provee de un impulso mayor que no tuvieron los foxistas, o no supieron hacer valer. Dura y difícil tarea es, pues, la que enfrentan las fuerzas del pueblo que aspiran a la democracia real y a una política de progreso. Con esta decisión sobre el IFE, los diputados perredistas contribuyen a bloquear el camino de un porvenir progresista, de avanzada.
febrero 11, 2008
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