José Luis Calva
1 de mayo de 2008
Los resultados del modelo neoliberal en el comercio de mercancías son realmente espectaculares: las exportaciones no petroleras saltaron de 2.6% del PIB en 1982 a 12.4% del PIB en 2007, sin incluir maquiladoras; y de 4.2% del PIB en 1982 a 26.3% del PIB en 2007, incluyendo maquiladoras. Si se agregan los productos petroleros, las exportaciones globales de mercancías pasaron del 13.2% del PIB en 1982, al 29.8% en 2006 y al 31.2% del PIB en 2007.
En cifras absolutas, los resultados son más espectaculares: las exportaciones no petroleras saltaron —en dólares constantes de 1980— de 6 mil 476.6 millones en 1982 a 91 mil 193.3 millones en 2007, incluyendo maquiladoras.
Ahora bien, cabe recordar que cuando la tecnocracia neoliberal se hizo del poder en México, arribó con las maletas cargadas de los dogmas del Consenso de Washington, entre los cuales destaca la visión según la cual la orientación de la economía hacia los mercados externos y la liberalización del comercio exterior constituyen la puerta mágica de acceso al paraíso económico del primer mundo.
En consecuencia, la apertura comercial fue realizada con tan asombroso celo y dinamismo que en escasos cinco años (entre 1984 y 1988) quedó prácticamente concluida: las importaciones sujetas a permisos previos disminuyeron —en términos de valor— de 74.1% en el periodo 1971-1981, a 14.1% en 1989 y a 11.4% en 2007; y el arancel promedio ponderado de las importaciones se redujo de 18.3% en 1981, a 6.1% en 1988 y a 2.7% en 2007.
Sin embargo, la liberalización del comercio y el mayor peso de las exportaciones en el PIB mexicano no trajeron consigo mayores tasas de crecimiento del producto nacional, de la inversión y del bienestar.
Al contrario, bajo el modelo económico precedente al neoliberal, el Producto Interno Bruto había crecido a una tasa media de 6.1% anual entre 1935 y 1982, la inversión fija bruta se había expandido a una tasa media de 8.3% anual, y el poder adquisitivo de los salarios mínimos se había incrementado 96.9%; mientras que bajo el modelo neoliberal, el PIB sólo ha crecido a una tasa media de 2.5% anual entre 1983 y 2007, la inversión fija bruta apenas se ha incrementado a una tasa media de 2.4% anual y los salarios mínimos han perdido el 69.4% de su poder de compra.
Así, la supuesta puerta mágica de acceso al paraíso del desarrollo resultó ser un espejismo.
No es algo extraordinario. Hace casi medio siglo, quien obtendría el Premio Nobel de Economía en 1970, Paul Samuelson (The gains from international trade once again, 1962), demostró formalmente que si bien el libre comercio puede elevar la eficiencia en la asignación de recursos y maximizar el crecimiento económico y el bienestar en un conjunto de naciones, no necesariamente maximiza el crecimiento y el bienestar en cada uno de los países participantes; por el contrario, algunas naciones pueden empeorar su economía y su bienestar a causa del libre comercio.
Además, la pretendida “regla de oro” del desarrollo económico como efecto del mayor peso de las exportaciones en el PIB ofrece tan notables excepciones que la invalidan como “verdad” universal y eterna.
Por ejemplo, Estados Unidos y Japón presentaron en 2006 una relación exportaciones-PIB muy inferior a la observada en México (7.9% y 14.9% del PIB, respectivamente, contra 29.8% del PIB en México), de manera que las dos mayores economías del planeta (valorando su PIB a precios de mercado) tienen una producción más orientada a su mercado interno que la economía mexicana. Desde luego, desde antes de la firma del TLCAN esto era también cierto: la relación exportaciones-PIB en 1990 era de 7.1% en Estados Unidos, de 9.7% en Japón y de 15.5% en México, invalidando el dogma de la orientación de la economía hacia los mercados externos como la clave mágica del desarrollo y remarcando la relevancia primordial del mercado interno.
No obstante, los espejismos neoliberales continúan siendo los principios rectores de la política económica en México. Hoy día, en vez de aplicar políticas económicas que estimulen el crecimiento sostenido del producto nacional y del empleo vía expansión del mercado interno, nuestras autoridades están a la espera de que la economía estadounidense se recupere para que arrastre a la economía mexicana vía expansión de nuestro sector exportador.
Es necesario poner punto final a los espejismos neoliberales. Si realmente deseamos emprender la marcha certera hacia el desarrollo, es necesario adoptar una estrategia económica pragmática que —sin descuidar al sector exportador, sino al contrario promoviéndolo y fomentándolo— atienda resueltamente el crecimiento sostenido del producto nacional basado en la expansión del mercado interno.
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
mayo 01, 2008
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