junio 17, 2009

SALIDA DE CAPITALES

por Rogelio Ramírez de la O

(publicada en El Universal el 10 de junio de 2009)

Ya se ven las primeras muestras del debilitamiento de confianza de los mercados en la economía mexicana, sobre todo porque en el primer trimestre los activos de mexicanos en el extranjero aumentaron en 5 mil 600 millones de dólares.

Una salida de capitales en activos no es necesariamente alarmante y ha ocurrido sin que represente riesgo, pero eso depende del contexto. En el actual, la inversión directa se desplomó a menos de la mitad de la del mismo periodo del año pasado. La inversión en valores gubernamentales pasó de una entrada de 4 mil 900 millones en 2008 a una salida de 328 millones. Los préstamos externos al sector privado también dieron un giro negativo.

Quizá esto explica la indicación a los administradores de fondos de retiro (afores) de que no adquieran valores extranjeros, en lo que fue una decisión equivocada, por la posible confusión con un parcial control de cambios.

También se ha registrado menor ingreso de turismo y mayor egreso por turismo de mexicanos en el extranjero, así como una profundización de la caída de remesas.


Parte del contexto es que la deuda externa de empresas mexicanas no está siendo refinanciada por la banca extranjera. De ahí que Cemex recurriera a un préstamo de Banobras por 2 mil 100 millones de pesos, que tampoco le resuelve mucho, pues sus vencimientos este año son 24 veces esa cantidad.

Aunque la tasa libor (interbancaria de Londres) a tres meses en dólares cayera de 4.82% en octubre a 0.636%, esto no ayudó mucho a las tasas de bonos corporativos que sólo pasaron de 10.2% a 7.75%. Como el crédito a empresas sigue restringido por la percepción de riesgo y la renuencia de bancos a prestar, es un pésimo momento para que una empresa mexicana deba dólares.

Así, cualquier salida de capitales da mala señal, más aún cuando el gobierno defiende el peso, haciendo al Banco de México intervenir con ventas diarias de dólares para fortalecerlo.

¿Qué ha cambiado en la confianza de los mercados financieros en el manejo económico del gobierno? Primero, el contexto cambió. Segundo, la visión sobre México también cambió.

La crisis global llevó a los inversionistas extranjeros a preguntarse si México no tiene debilidades fundamentales que desmienten la visión simplista que tenían hasta hace poco del país. Por ejemplo, las agencias calificadoras han dado mejor calificación a la deuda mexicana que a la brasileña. Pero el mercado de seguros de crédito (mucho más eficiente) lo tiene exactamente al revés y hoy es mayor la prima de seguro contra falta de pago de México que la de Brasil.

No hace falta preguntarse por qué las calificadoras hicieron el cambio de perspectiva a negativa para la deuda mexicana ni lo que sigue.

También se cuestionan cómo se van a equilibrar las finanzas públicas con la caída de ingresos petroleros y no petroleros y el aumento del gasto corriente. O por qué no se materializaron los planes del gobierno a principios de 2007 de abrir los sectores monopolizados. Más recientemente se preguntan si la estrategia de seguridad está funcionando. E incluso, bajo el nuevo paradigma mundial, por qué México no ha crecido, aun antes de la crisis.

Para el mundo financiero externo el modelo de riesgo macroeconómico limitado a finanzas públicas sanas y baja inflación dejó de ser útil. Ahora requiere uno más complejo y con otras variables. Si el gobierno no incorpora estas variables y cambia a un discurso más realista, el abismo crecerá entre el discurso oficial y lo que los inversionistas necesitan saber y, con ello, la pérdida de credibilidad.

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