Indice Político
Francisco Rodríguez
El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Winston Churchill
SIN QUE ESTUVIESE programado, la noche del domingo Felipe Calderón volvió a encadenar a la radio y a la televisión y, tras conocerse las primeras tendencias electorales —todas adversas al PAN—, irrumpió en las ondas hertzianas para, en un Mensaje a la Nación responsabilizar a los priístas triunfadores de la conducción futura de la Nación. Dimitió entonces, tácita e irrevocablemente.
Tal reacción es sorpresiva.
Dados sus antecedentes –"mecha corta" visceral, poco reflexivo, beligerante— cualquiera podría haber imaginado que su respuesta ante el mayoritario rechazo popular a su gestión bien podría haber sido virulenta.
Pero no fue así.
Al menos declarativamente, optó por mejor escurrir el bulto y, ahora sí, tras enfrentar a los herederos de Plutarco Elías Calles, demandó de ellos "buscar las coincidencias…privilegiar lo mucho que nos une… alcanzar los acuerdos que reclama el país para recuperar, cuanto antes, el crecimiento económico, la generación de empleos y la seguridad pública".
Pero más que conciliador, Calderón sonó autoritario, para no variar.
Porque, si no se alcanzan tales acuerdos, la responsabilidad ya no será suya, sino del PRI que ahora se ha convertido en la primera fuerza política del país.
Calderón, pues, se lava las manos.
Y tal vez sin proponérselo, depone su conducción y la deposita en las manos de los tricolores.
De los priístas depende ahora.
El golpe recibido por él, nadie lo duda, ha sido traumático.
Y aún en estado de shock, Calderón no ha asimilado el mensaje de los votantes, aún el de aquellos que anularon, blanquearon o se abstuvieron de emitir su sufragio.
En la radio y en la TV encadenadas, sus palabras sonaron incomprensibles, distantes y autistas sobre el real resultado de las urnas; en otros términos, esa reacción alejó la posibilidad de abrir un proceso de recomposición de las fuerzas políticas que den soporte real a su declinante y siempre fallida gestión administrativa.
¿Cómo recuperar la confianza en Calderón y en los blanquiazules de su bando —¿o banda?— para con ellos llegar a cualquier tipo de acuerdo?
¿Basta con colocar la cabeza de Germán Martínez en la piedra de los sacrificios?
¿Qué hará la clase política para lograr un tránsito no traumático hacia 2012, en lo que resta de la gestión de Calderón?
¿Volver a confiar en él, cual hicieron los priístas que en 2006 le abrieron la puerta trasera del Congreso para que pudiese tomar posesión de un cargo al que había llegado sólo por el fallo de un Tribunal?
Y "Los Chuchos" del PRD, ¿otra vez se entregarán a su causa, a cambio de componendas que tampoco les ha cumplido?
En general, ¿qué aporte darán las oposiciones y el propio oficialismo para recuperar la confianza y, lo urgente, reactivar la economía?
¿Quién asumirá el costo de esas decisiones?
¿Otra vez, como en otros momentos de nuestro país, chocarán permanentemente los objetivos electorales y de recomposición política con las responsabilidades de gobernar y ya no sólo de más o menos administrar, cual Calderón ha intentado hacer hasta el momento?
Reina aún la incertidumbre.
En Los Pinos todavía no asimilan el golpe.
Menos entienden el mensaje de las urnas.
Por eso el autismo revestido de autoritarismo, en este nuevo Mensaje a la Nación —de suyo ya muy choteado, tras de que se usan hasta para mandar mensajitos a París—: de lo que pase de aquí en adelante, Calderón ya no se responsabiliza.
Ahora es el PRI el que tiene la palabra, pareciera decir.
¿Y él qué?
¿Ya dimitió?
Índice Flamígero: SON DECENAS LOS correos electrónicos y las llamadas telefónicas en las que amigos, conocidos, lectoras y lectores consentidos –y, claro, con-sentido— se congratulan por los resultados electorales. Hay alegría en los tonos de voz. Esos tonos que tanto molestan al señor Calderón y de lo cual se hace eco Fernando Gómez Mont. Hacía ya mucho tiempo que el optimismo no reinaba en el ambiente. + + + FUE IMPORTANTE EL uso de las nuevas herramientas tecnológicas, como Twitter y Facebook, en los comicios dominicales. Ojalá y que en la enésima reforma política por venir, las cúpulas de la partidocracia no intenten restringirlos, cual sucedió con youtube en la esfera de (in)competencia del IFE. + + + Y AHORA SÍ, Jesús Ortega Martínez se lanza en contra de AMLO para acabar de desaparecer lo poco que ya queda del PRD. + + + OOOOOTRA VEZ PIERDE su registro el PSD. ¿Seguirán pretendiéndolo? + + +
Francisco Rodríguez
El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Winston Churchill
SIN QUE ESTUVIESE programado, la noche del domingo Felipe Calderón volvió a encadenar a la radio y a la televisión y, tras conocerse las primeras tendencias electorales —todas adversas al PAN—, irrumpió en las ondas hertzianas para, en un Mensaje a la Nación responsabilizar a los priístas triunfadores de la conducción futura de la Nación. Dimitió entonces, tácita e irrevocablemente.
Tal reacción es sorpresiva.
Dados sus antecedentes –"mecha corta" visceral, poco reflexivo, beligerante— cualquiera podría haber imaginado que su respuesta ante el mayoritario rechazo popular a su gestión bien podría haber sido virulenta.
Pero no fue así.
Al menos declarativamente, optó por mejor escurrir el bulto y, ahora sí, tras enfrentar a los herederos de Plutarco Elías Calles, demandó de ellos "buscar las coincidencias…privilegiar lo mucho que nos une… alcanzar los acuerdos que reclama el país para recuperar, cuanto antes, el crecimiento económico, la generación de empleos y la seguridad pública".
Pero más que conciliador, Calderón sonó autoritario, para no variar.
Porque, si no se alcanzan tales acuerdos, la responsabilidad ya no será suya, sino del PRI que ahora se ha convertido en la primera fuerza política del país.
Calderón, pues, se lava las manos.
Y tal vez sin proponérselo, depone su conducción y la deposita en las manos de los tricolores.
De los priístas depende ahora.
El golpe recibido por él, nadie lo duda, ha sido traumático.
Y aún en estado de shock, Calderón no ha asimilado el mensaje de los votantes, aún el de aquellos que anularon, blanquearon o se abstuvieron de emitir su sufragio.
En la radio y en la TV encadenadas, sus palabras sonaron incomprensibles, distantes y autistas sobre el real resultado de las urnas; en otros términos, esa reacción alejó la posibilidad de abrir un proceso de recomposición de las fuerzas políticas que den soporte real a su declinante y siempre fallida gestión administrativa.
¿Cómo recuperar la confianza en Calderón y en los blanquiazules de su bando —¿o banda?— para con ellos llegar a cualquier tipo de acuerdo?
¿Basta con colocar la cabeza de Germán Martínez en la piedra de los sacrificios?
¿Qué hará la clase política para lograr un tránsito no traumático hacia 2012, en lo que resta de la gestión de Calderón?
¿Volver a confiar en él, cual hicieron los priístas que en 2006 le abrieron la puerta trasera del Congreso para que pudiese tomar posesión de un cargo al que había llegado sólo por el fallo de un Tribunal?
Y "Los Chuchos" del PRD, ¿otra vez se entregarán a su causa, a cambio de componendas que tampoco les ha cumplido?
En general, ¿qué aporte darán las oposiciones y el propio oficialismo para recuperar la confianza y, lo urgente, reactivar la economía?
¿Quién asumirá el costo de esas decisiones?
¿Otra vez, como en otros momentos de nuestro país, chocarán permanentemente los objetivos electorales y de recomposición política con las responsabilidades de gobernar y ya no sólo de más o menos administrar, cual Calderón ha intentado hacer hasta el momento?
Reina aún la incertidumbre.
En Los Pinos todavía no asimilan el golpe.
Menos entienden el mensaje de las urnas.
Por eso el autismo revestido de autoritarismo, en este nuevo Mensaje a la Nación —de suyo ya muy choteado, tras de que se usan hasta para mandar mensajitos a París—: de lo que pase de aquí en adelante, Calderón ya no se responsabiliza.
Ahora es el PRI el que tiene la palabra, pareciera decir.
¿Y él qué?
¿Ya dimitió?
Índice Flamígero: SON DECENAS LOS correos electrónicos y las llamadas telefónicas en las que amigos, conocidos, lectoras y lectores consentidos –y, claro, con-sentido— se congratulan por los resultados electorales. Hay alegría en los tonos de voz. Esos tonos que tanto molestan al señor Calderón y de lo cual se hace eco Fernando Gómez Mont. Hacía ya mucho tiempo que el optimismo no reinaba en el ambiente. + + + FUE IMPORTANTE EL uso de las nuevas herramientas tecnológicas, como Twitter y Facebook, en los comicios dominicales. Ojalá y que en la enésima reforma política por venir, las cúpulas de la partidocracia no intenten restringirlos, cual sucedió con youtube en la esfera de (in)competencia del IFE. + + + Y AHORA SÍ, Jesús Ortega Martínez se lanza en contra de AMLO para acabar de desaparecer lo poco que ya queda del PRD. + + + OOOOOTRA VEZ PIERDE su registro el PSD. ¿Seguirán pretendiéndolo? + + +
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