mayo 28, 2008

El descaro

Dr. José Alberto Rodríguez Bernal

Sr. Director Editorial

La entrega del petróleo de México a las corporaciones transnacionales, que es el objetivo de las iniciativas del gobierno de facto, como lo aceptan ya con descaro muchos panistas, conduciría a un desastre económico y social sin precedente, si no a una liquidación del Estado nacional y esto apenas algunos lo están comprendiendo.

1. México se halla al borde de la mayor crisis política que haya enfrentado desde la terminación de la fase armada de la Revolución Mexicana, en este segundo año del gobierno de facto de Felipe Calderón, no nada más por el fracaso absoluto de las políticas neoliberales que, entre otras cosas, condujeron al desmantelamiento de organismos públicos y al remate de la mayor parte de las empresas del Estado, produciendo un desastre económico sin parangón en el país (no obstante lo cual, se quiere ahora entregar también la industria petrolera mexicana al capital transnacional), sino también por todo un cúmulo de políticas irracionales llevadas a cabo por el gobierno de facto, que muy difícilmente pueden entenderse sólo como consecuencia de la ineptitud de los panistas.
2. Las últimas iniciativas del gobierno espurio no dejan lugar a dudas, el país está siendo llevado al caos de manera deliberada por una decisión de las fuerzas trasnacionales que lo manejan cada vez más abiertamente y que han encontrado en él a su más dúctil servidor.
3. México está siendo llevado a una situación de caos en su organización política y en su vida social de manera consciente y sistemática, para crear un contexto similar al de Colombia, a fin de hacerlo un espacio fácil para los intereses estadounidenses que buscan apoderarse ya, de manera abierta y sin restricciones, de nuestros inmensos recursos estratégicos. Y se está haciendo por toda una serie de decisiones irracionales que no parecen tener más objeto que el de generar un escenario político y social de desastre, en el que estiman su "patio trasero", conforme al diseño de los teóricos del neoliberalismo que, de Hayek a Friedman, han preconizado devastar socialmente al país al que se le quiere imponer plenamente el modelo neoliberal.
4. Las acciones del Ejército en las ciudades del norte han logrado lo que buscaba Calderón, que era legitimarse en el cargo, ni mucho menos reordenar el mercado en función de los intereses del salinismo y el panismo, pero sí ha logrado su propósito latente y fundamental, el que buscaban los poderes transnacionales de crear un escenario de caos, con miles de muertos, una burocracia gubernamental cada vez más inmersa en la corrupción y un Ejército dividiéndose por las deserciones, pues cada día lucha en las calles contra sus desertores pasados a las filas del narco, hay más desertores y la colombianización se acentúa.
5. La privatización salvaje de la industria petrolera de México, que es el objetivo fundamental e innegable de la propuesta de Calderón, no conduce, además de darles un negocio descomunal a las transnacionales (y a sus cómplices) y a empobrecer al pueblo de México, condenándolo por décadas a la miseria, más que a otro propósito; fortalecer las estructuras de dominación de Washington, debilitando por completo al Estado Mexicano.
6. El modelo neoliberal a lo que tiende es a dejar a los estados nacionales reducidos a un mero territorio de explotación, diezmada a la población por sus políticas genocidas y con un gobierno sin recursos económicos ni políticos, sometidos a los poderes fácticos; y en México la clave para alcanzar ese escenario lo constituye la entrega del petróleo.
7. El inicio de los foros en materia energética, el martes 13 en el Senado de la República, para discutir la contrarreforma petrolera de Felipe Calderón, ha propiciado que algunos ponentes oficialistas insisten en que no es "privatizadora", pero a su lado muchos otros ponentes neoliberales y varios legisladores del PAN, se han descarado y han aceptado que sí lo es, y que a lo que tiende es a darle la vuelta a la Constitución y al marco legal fundamental de México que han vituperado, ya se sabe que con el fin de entregar la explotación, el uso y aprovechamiento de los recursos petroleros de la Nación a corporaciones extranjeras.
8. La pretensión del gobierno de facto de Felipe Calderón de destruir Pemex y entregar la industria petrolera a las multinacionales es de tal manera descabellada y contraria a los intereses de los mexicanos, que no puede entenderse únicamente por el fanatismo ideológico neoliberal de los panistas y de sus aliados priistas, por su odio patológico al Estado y a la legalidad o por la avidez que tienen en el marco de corrupción que han creado por aprovecharse sin límites del proceso privatizador, sino por otras sinrazón, su sumisión al capital trasnacional y al proyecto de éste de desmantelar no al Estado, sino a la Nación.
9. La Cámara de Senadores no tiene, por lo mismo, en términos de ley, más alternativas que la de desechar las cinco iniciativas de Calderón para no forzar a una discusión en el pleno sobre un texto que no oculta que pretende nada menos que crear un régimen de excepción a una nueva industria petrolera en manos de extranjeros, a fin de propiciar la impunidad para los grandes consorcios petroleros, para la explotación sin límites y sin control y al margen de cualquier legalidad constitucional de las riquezas básicas de México, lo que los neoliberales llaman la plena desregulación.
10. Lo contrario sería llevar al país aún más lejos en el escenario de simulación institucional que se ha creado, y en el cual hay dos realidades: las de la ficción normal y la real. Quienes gobiernan deben, empero, entender que ya han tirado demasiado de la cuerda y que el México real y profundo se les está apareciendo, pues con una profunda intuición nacionalista ha entendido que defender su petróleo es una cuestión de supervivencia.

Dr. José Alberto Rodríguez Bernal

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