febrero 10, 2009

La política como espectáculo

El sexenio de Vicente Fox
José A. Ríos Rojo / RIODOCE
Lunes 09 de febrero de 2009

Rafael Segovia fue de los primeros maestros en la década de los sesenta en nuestro país en enseñar sobre temas como: geografía electoral, partidos y sistemas de partidos, grupos de interés y de presión, mecanismos de la persuasión política, formación y significado de las actitudes políticas, encuestas de opinión y cultura política. Hoy esos temas son comunes en la academia.

Rafael Segovia es el autor de la primera aplicación de encuestas a un tema de interés nacional: la socialización política de los niños mexicanos, cuando la vasta mayoría de los científicos sociales mexicanos estaban metidos en desentrañar grandes teorías y concretar abstractas tipologías.

Fue el primero en poner atención a los resultados electorales en México, cosa que parecía risible a todos aquellos que se preocupaban por la autonomía relativa del Estado mexicano frente a las clases sociales. Hoy por hoy, tanto encuestas como resultados electorales son cuestiones centrales, vitales, para la vida política, los partidos políticos y para los medios de comunicación en México.

La bibliografía de Rafael Segovia muestra claramente las huellas de sus pasos por el campo de la ciencia política y de la realidad mexicana: procesos electorales, partidos políticos, el fenómeno del nacionalismo, socialización política, regímenes políticos, asuntos europeos y, en los últimos tiempos, sus libros sobre la coyuntura mexicana: Lapidaria política (1996), El gran teatro de la política (2001) y su libro más reciente, La política como espectáculo.

Segovia, en La política como espectáculo, hace un juicio muy contundente y sustentado para concluir que el supuesto cambio de régimen en el año 2000 no ha sido precisamente un avance en el desarrollo político mexicano. Y la razón no está en la derrota del partido en el nivel presidencial, ni tampoco en que las elecciones hayan adquirido un carácter real, competitivo, sino en la incapacidad de los ganadores —partidos y líderes— para aprovechar el cambio de manera constructiva.

Para Segovia, simplemente Fox no estuvo a la altura de las circunstancias y desaprovechó una gran oportunidad histórica. En el año 2001 Segovia advirtió, en primer lugar la falta de proyecto del nuevo grupo en el poder, pues desde muy temprano quedó al descubierto que su meta real, la única que cumplió, fue vencer al PRI. La verdadera gran tarea, el reencauzar a la nación en función de un gran proyecto apoyado en la energía política recién liberada, simplemente nunca llegó a plantearse. “Fox esperaba que la intuición y la buena voluntad suplieran al estudio y a la experiencia”.

Para Segovia la política no es una actividad para amateurs o improvisados; es mucho más que un oficio o una profesión: es una vocación para la cual el individuo se prepara desde la infancia. De aquí su decepción al comprobar, una y otra vez que Fox, el empresario, no actuó políticamente, pues no solo carecía de sutileza sino que consideraba el poder como algo a conservar y no para utilizarlo. Para Segovia el presidente no tuvo ideas, excepto una, sacar al PRI de Los Pinos.

En diciembre de 2003 escribió en uno de sus artículos del periódico Reforma: “El político se hace, le hacen su familia, su escuela, sus amigos, sus lecturas y sus viajes. Nada de eso tuvo Fox, o si tuvo algo fue contraproducente. La biografía de Fox es clara en ese sentido: no fue educado para ser un político, menos aun para ser un gobernante. Esta es la síntesis del sexenio y el triste resultado de un experimento llevado a cabo por inexperimentados”.

“Vicente Fox no deja nunca de sorprender —nos dice Segovia en septiembre de 2003—: cuando cumple tres años en la Presidencia de la República anuncia que empieza a gobernar”. Y pronostica Segovia: “Los próximos tres años del señor Fox serán idénticos a los tres que ya han transcurrido. Las maniobras, que no la política, porque no las tiene, ya no le funcionan”, asegura. Y tuvo razón. A partir de ese momento todo fue cultivar la imagen. La encuesta, el programa radiofónico, los anuncios en la televisión, la “pareja presidencial”, incluido el matrimonio.

México es un país sin gobierno, nos dice Segovia, en octubre de de 2005, lo cual venía perfilándose hace tiempo, pero tres años antes, en mayo de 2002, algo intuyó de lo que pasaría en 2006 cuando afirmó: “No tenemos una cultura democrática capaz de aceptar el triunfo del rival por un margen que no sea una victoria aplastante”.

La política como espectáculo es un libro que nos sirve para entender el sexenio perdido del gobierno de Vicente Fox.

riosrojo@hotmail.com

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