febrero 03, 2009

Los Medios de Comunicación y el negocio de la guerra



Autor: Mariló Hidalgo / Fusion.com

Estalla un conflicto en algún lugar del planeta. A continuación los medios de comunicación de todo el mundo muestran su rechazo, y nos hacen llegar las primeras imágenes de la tragedia. A partir de ese momento empieza para muchos medios un lucrativo negocio que se apoyará en un doble discurso: uno dirigido hacia el ciudadano y otro hacia los señores de la guerra. Conozcamos algunas de las armas que utilizan.
¿Cómo se vende una guerra?

Los medios de comunicación y el negocio de la guerra


La noticia saltó a los medios de comunicación de todo el mundo: Cuando Iraq invadió Kuwait en agosto de 1990, unos soldados sacaron 312 bebés de las incubadoras del hospital Al-Addam y los dejaron morir en el suelo. Un grupo de testigos declaró ante el Comité de Derechos Humanos del Congreso de EEUU sobre lo ocurrido. Entre ellos una joven de quince años que describió con todo detalle el suceso. El hecho impactó de tal forma en la opinión pública que influyó de manera determinante en el apoyo de los congresistas a la invasión. Incluso el presidente norteamericano Bush citó esta historia hasta seis veces en uno de sus discursos. Se trató en un foro internacional de la ONU y dos días después esta organización aprobó la intervención militar.
Cuando los iraquíes abandonan Kuwait, miembros de la Organización Mundial de la Salud llegan a dicho hospital y no observan apenas daños. Las incubadoras están en su sitio. Preguntan al personal y dicen que ese hecho no ha tenido lugar nunca. Son enviados observadores al lugar y llegan a la conclusión de que la cifra de niños muertos tras sacarlos de las incubadoras les parece excesiva. Nada parece encajar. Amnistía Internacional, que había realizado la denuncia, la retira y la niega. Médicos de distintas nacionalidades que estuvieron en Kuwait durante la ocupación también niegan que se hubiese producido un hecho así. Nadie confirma aquello. ¿Qué pasó realmente?.
Unos años después y como resultado de un impresionante trabajo de investigación realizado por la cadena canadiense CBC ve la luz el documental “Vender la guerra”, que en nuestro país fue emitido por La 2 de TVE -pasando totalmente desapercibido-. En él se explica cómo se llevó a cabo paso a paso una de las muchas campañas que se pusieron en marcha en EEUU para inclinar a la opinión pública a favor de la guerra de Iraq.
En Francia dos grupos de comunicación han sido adquiridos por industriales cuyo capital procede de la fabricación de armas.

Analizan la noticia que saltó a las páginas de los periódicos de todo el mundo y también las “piezas” que no tenían encaje en aquella versión. En “Vender la guerra” se explica en sólo veintitrés minutos cómo se crea esta campaña previamente pagada por una ONG llamada “Ciudadanos por un Kuwait Libre” con diez millones de dólares y elaborada por una empresa de publicidad norteamericana. En el documental aparece el ejecutivo de la empresa y dice ante la cámara que como la ciudadanía de EEUU no reaccionaba se preguntaron: '¿Qué podemos hacer para convencerles de la necesidad de una intervención?. Había que hacerles ver que Sadam era un loco peligroso al que había que parar'. Casi sin inmutarse explica cómo se les ocurrió el montaje de las incubadoras y cómo llevan como testigo estrella a una adolescente a la que aleccionaron debidamente y que resultó ser la hija del embajador de Kuwait en EEUU -algo que desconocían los congresistas-. Este es uno de los ejemplos -muy bien documentados- que recoge el periodista Pascual Serrano en su libro “Medios violentos”. Todos ellos le sirven de base para explicar cómo se prepara mediáticamente el terreno para justificar una guerra. “Convencer a la ciudadanía de un país no debería ser tarea fácil. Para hacerlo, sin duda ayuda que los ejércitos no estén formados mediante reclutamiento forzoso y sean soldados profesionales y remunerados. Pero la política de comunicación, los razonamientos con los que se justifique la intervención y el grado de disposición a la causa que presenten los medios es fundamental. Todo ello requiere un período progresivo de trabajo ideológico previo al primer disparo”. “Sabía que ellos no nos llevaban a un determinado sitio para que diésemos una información objetiva, sino para utilizarnos como medio de propaganda.” (Mercedes Gallego, periodista “empotrada” en la guerra de Iraq). En efecto, dicen que una guerra no empieza con la primera bala sino mucho antes, en la mente de las personas. Por eso es ahí donde justamente los medios afines trabajan sin descanso. ¿Cómo? Omitiendo informaciones relevantes para comprender un conflicto, ocultando datos, señalando rápidamente el enemigo a perseguir e incluso caricaturizándolo. Más tarde, una vez que estalla el conflicto, llegan los “empotrados”, periodistas incorporados en convoys militares dispuestos a informar de todo lo que acontece en primera línea de fuego. Por supuesto, desde la perspectiva del bando que les protege la vida. La periodista española Mercedes Gallego, corresponsal del Grupo Correo, estuvo “empotrada” durante cinco semanas en la Primera División de Marines de la guerra de Iraq. “Sabía que ellos no nos llevaban a un determinado sitio para que diésemos la información más objetiva posible, sino para utilizarnos como medio de propaganda. Creo que es una tentación en la que hubiera caído cualquier ejército. Pero en cada uno está el ser crítico con la información que recibe, tomarla con pinzas, no darle toda la credibilidad que ellos piden, y no dejarse utilizar. Había muchos días en que el General venía a contarnos una historia que yo escuchaba atentamente. Hacía preguntas, tomaba notas, y luego a lo mejor no tenía nada que ver con lo que posteriormente escribía. Él me vendía su película, pero ésa no era la película que yo quería contar. Así que tomaba de ahí lo que me interesaba y a veces eso me daba pistas para 'rascar' otro tipo de información y poder completar un poco el puzzle. Cada vez que tenía oportunidad de hablar con civiles les preguntaba por las situaciones que nos habían descrito los militares y utilizaba mi propio sentido crítico. Si el General por ejemplo nos quería vender lo buenos que habían sido sus hombres atendiendo a los heridos civiles que se encontraban, yo me preguntaba quién había herido a esas personas. Normalmente resultaba que habían sido ellos mismos”.
Dentro del contexto bélico es importante destacar la tarea de “cirugía estética” que llevan a cabo muchos medios. Auténticos expertos en cambiar el sentido de las palabras, vaciarlas de contenido, restar importancia a lo que realmente la tiene y crear unos escenarios totalmente ficticios para desviar la atención. La Doctora en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, Ángeles Díez explica cómo podemos encontrarnos con “bombas que no matan ni destrozan cuerpos, cuerpos que no sangran, civiles que nunca mueren o si lo hacen se convierten en errores -sin mala intención- o daños colaterales. Cómo el paso del tiempo puede dar por concluida una guerra y la información se va trasladando hacia las últimas páginas de la sección, donde ya no hay grandes titulares, a veces ni siquiera pequeños, y si la fuerza de los hechos los hace llegar a las primeras páginas de nuevo, entonces todo queda descontextualizado: ¿qué sentido tiene ya, si la guerra se terminó?” §
¿Qué ganan los medios?

La violencia vende. Como dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos, desde los principios de la civilización en casi todas las culturas, el hombre ha sentido fascinación por los relatos y escenas de violencia. Si a ello añadimos que detrás de un medio de comunicación hay un grupo empresarial que vende productos, tendremos la palabra “negocio”. La mercancía es la noticia que consume una audiencia, que proporciona una publicidad que a su vez genera pingües ingresos. Pero además obtienen otro valor añadido muy importante a medio y largo plazo: crear opinión pública, calar en las mentes de las personas, conseguir “consumidores”.

“Las empresas de comunicación se han convertido en grandes holdings empresariales. Sus intereses no están relacionados con la información sino con la rentabilidad”. (Pascual Serrano).

Por otro lado, el apoyo mediático a un gobierno en estos temas, también puede traducirse en otro tipo de beneficios como publicidad institucional, licencias de emisión, mejor régimen fiscal, o hasta la posibilidad de conseguir una legislación beneficiosa a los fines expansionistas de la empresa en cuestión. Todo es dinero.
Por último debemos añadir un caso que está resultando especialmente alarmante: medios de comunicación comprados directamente por empresas o industriales cuyo capital procede principalmente de la fabricación de armas. Hecho que ya se ha producido en Francia con dos grupos de comunicación.
“Vivimos en un estado de inseguridad informativa, alerta el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet. La información prolifera, pero sin ninguna garantía de fiabilidad. Asistimos al triunfo del periodismo de especulación y de espectáculo, en detrimento del periodismo de información. La puesta en escena -el embalaje- predomina sobre los hechos”.
¿Cómo lo hacen?

Los medios de comunicación y el negocio de la guerra

Foto: F. Muñiz
Existen muchas fórmulas. Una de ellas consiste simplemente en no informar. Las noticias internacionales cotizan a la baja. No interesan a los grandes medios, que han reducido el espacio y el tiempo dedicado a la sección internacional -en EEUU entre un 70 y 80% - en estos últimos quince o veinte años. Han decidido dar más importancia a la información local y nacional. A lo próximo, lo que ocurre cerca de nuestra casa. A veces las noticias se ofrecen fragmentadas, con lo cual pierden su contexto y sentido. El ejemplo más sorprendente de todo esto junto lo tenemos en Estados Unidos. Allí estuvo viviendo durante muchos años el periodista Moncho Tamames, que además tuvo la oportunidad de recorrer más de veinticinco estados. En su libro “La Cultura del Mal” (Espejo de Tinta) nos explica que “allí los medios de comunicación son compañías de entretenimiento que no informan de nada. El ciudadano desconoce más allá de lo que ocurre en su condado y, salvo de los sucesos del país, no tiene conocimiento alguno de lo que pasa en el mundo. Sus preocupaciones se ciñen a cuestiones locales que les han inculcado con lenguaje y formatos sensacionalistas. De ahí que su visión de las cosas esté generalmente alienada por actitudes y 'tics' enfermizos que responden a sensaciones que retuvo al recibir el mensaje: paranoia, tragedia, miedo. EEUU es el único país de la historia de nuestro planeta que ha llegado a invadir o entrar en conflicto con otro del que tres días antes ni siquiera había oído hablar ni su presidente. Es así de crudo, como inverosímil y alucinante. Elaboran juicios interesados que se basan en lo que les es cercano o lejano y esto sólo les lleva a tener una doble moral o una forma de medir las cosas tan simple como básica. Los medios han aislado a los estadounidenses en un provincianismo absoluto y sólo les hablan de lo que la masa quiere escuchar o mejor dicho de lo que más interés le despierta. Cuando una democracia obedece a la voz de la masa, termina en dictadura y entre otras cosas aniquila al ciudadano. Un 80% de estadounidenses está a favor de la pena de muerte, y ¿qué hacen sus políticos?, contentan a la masa y la implantan en la mayoría de sus Estados. Tras el 11-S más del 90% exigía las máximas represalias contra Afganistán y luego contra Iraq. Ahora que conocen lo que es un conflicto de ese tipo y saben ya algo sobre las personas a las que están bombardeando (inofensivos económica y militarmente), se empiezan a arrepentir de haber entrado en dichas guerras. El pueblo quiso guerra -en este caso por la tergiversación de los datos aportados por su presidente- y los políticos se la dan”.

"EEUU es el único país de la historia de nuestro planeta que ha llegado a invadir a otro del que tres días antes ni siquiera había oído hablar ni su presidente”. (Moncho Tamames, periodista).

Pero hay más fórmulas para vender conflictos. Por ejemplo conseguir que sólo sea noticia una determinada imagen. O dicho de otro modo y como contrapartida, si hay una noticia que no tiene imagen no existe. “Mi experiencia en Telesur, nos comenta el periodista Pascual Serrano, me permitió comprobar la tragedia de intentar informar en televisión de acontecimientos que los grandes medios ignoraban. Mientras que en Internet podíamos informar de forma instantánea por ejemplo, del asesinato de un defensor de derechos humanos en Colombia, en televisión esta información era expulsada de la parrilla porque no disponíamos de imágenes para ilustrarlo. Recuerdo una charla con un grupo de fotógrafos en unas jornadas de fotoperiodismo en Barcelona, en la que me comentaron que para ellos no era económicamente viable cubrir conflictos como free-lance; siempre eran enviados por algún medio. Es decir, las fotografías que hacían reflejaban la realidad que los directivos de los medios habían considerado merecedoras de cobertura. Como resultado, sólo llegan hasta nosotros los muertos del conflicto y bando que quieren que conozcamos, por muy honestos que los fotógrafos o cámaras quieran ser en su trabajo”. Como denuncian periódicamente las ONG y grupos de defensa de derechos humanos, existe un listado de “conflictos olvidados” sin espacio en los medios de comunicación. Más de la mitad ocurren en África. Cada año Médicos sin Fronteras lo denuncia en su informe anual. “Día a día, los periódicos nos recuerdan grandes conflictos humanitarios: las guerras en las que participan las grandes potencias, o las luchas en lugares sensibles del planeta. Pero hay lugares que viven en permanente guerra y amenazas constantes para el ser humano a las que los medios de comunicación no prestan atención”, dice el informe.
¿Quienes son los malos?

Depende. Van cambiando con los tiempos y EEUU sigue siendo el ejemplo que mejor lo ilustra. “Primero fueron los pieles rojas -recuerda Tamames-, luego surge el miedo a los negros, la “amenaza nipona”, la “amenaza soviética”, la “amenaza cubana”, la “amenaza china”, el “eje del mal”, el “terrorismo internacional” y cuando la India se convierta definitivamente en nueva potencia económica se convertirá también en amenaza. También está la amenaza nuclear de Pakistán e Irán, a los que han aprovechado para imponer altas sanciones económicas. ¿Qué vendrá después? La maquinaria de propaganda que tienen en marcha junto con el fundamentalismo de sus dirigentes, ha creado una línea ideológica del bien y del mal y demoniza al resto del planeta. Así han conseguido dividir el mundo y generar odio entre los pueblos, destruyendo la convivencia”, una fórmula que han conseguido exportar al resto del mundo.

“La maquinaria de propaganda de EEUU, junto con el fundamentalismo de sus dirigentes, ha creado una línea ideológica del bien y del mal, y demoniza al resto del planeta”. (M. Tamames)

“En este momento -advierte Pascual Serrano-, acaban de decidir que Hugo Chávez es terrorista porque dicen que aparece en los ordenadores de Raúl Reyes. Hace un tiempo decían que era dictador pero como ganaba elecciones, no coló. Luego dijeron que era un peligro para la región porque compraba muchas armas. Pero al final Chávez no ha pegado un sólo tiro mientras que Colombia sí y no se ha dicho nada. Iraq sigue estando en la lista negra, así como Cuba o Corea. El caso de Gadafi es revelador. Antes era un terrorista y un peligro para la humanidad, pero desde que empezó a comprar armas a Francia y otros países occidentales y bajó su discurso antiimperialista, ya no molesta, cuando en el fondo sigue siendo el mismo que era antes. El eje del mal sólo contempla coyunturas estratégicas o geopolíticas que interesan a los poderosos, no justicia social ni defensa de derechos humanos”. §
Aprender a informarse.

Después de todo lo expuesto hasta aquí nos preguntamos cómo aprender a leer la información, cómo ser críticos con lo que llega hasta nosotros. El autor de “Medios violentos”, Pascual Serrano, recomienda primero “desconfiar” de lo que nos llega envuelto en papel de regalo, en grandes titulares y con imágenes impactantes. Luego nos da algunas pistas muy interesantes.

* Cautela ante informaciones que denuncien a un determinado grupo político o gobierno. Si se le acusa de violar derechos humanos cotejemos ese caso concreto con otros de otros países para valorarlo en la justa medida. Interesante leer el informe detallado de Amnistía Internacional. Hay casos que no aparecen en las noticias y en cambio ocupan varias páginas de dicho informe.

* Cuando nos presenten como una cruzada ideológica la agresión contra un país, busquemos cuál es la situación de su entorno. A lo mejor comprobamos que los mismos gobiernos que ahora acusan, fueron cómplices en otros tiempos de esas mismas violaciones.

* Sospechemos siempre de los silencios hacia determinados gobiernos. Suelen tener como objetivo dejarlos tranquilos para que apliquen políticas impopulares sin ser molestados por la comunidad internacional.

* Por muy malvado que sea un grupo político, social o gobierno que hayan colocado en la picota informativa siempre es importante conocer su versión. Nunca se nos puede negar y si es así, despertemos nuestras sospechas.

* Por encima de lo que nos intentan colocar, recordemos que hay muchas formas de violencia. Las personas que mueren de hambre, frío, enfermedad, están sufriendo violencia. A veces cuando determinados grupos agotan las vías pacíficas para reclamar sus derechos o se han visto invadidos, pueden estar legitimados para recurrir a la violencia y exigir así su dignidad.

* Puede haber acciones comunicativas que trabajen en defensa de esos derechos y reivindiquen y justifiquen esas vías. Y puede haber acciones que bajo un discurso de paz, permitan la invasión y la injusticia. Aparentemente unos hablarán de violencia y otros de concordia pero siempre hay que lanzar una mirada a lo que hay detrás de las palabras.

* Estemos alerta ante las interpretaciones que nos hagan llegar los medios acerca de los términos “terrorismo”, “violencia”, “fuerzas de paz”. Normalmente las cosas no son como nos las presentan. El poder tiene una gran capacidad para distorsionar la realidad de acuerdo a sus intereses.

* Un último consejo: “Estamos en la era de la comunicación y los métodos se han desarrollado a una velocidad mucho mayor que nuestra capacidad de defendernos de ella. Y digo bien, defendernos. La primera reacción que debe generar el hecho comunicativo de masas en el individuo moderno es la desconfianza”.

“La primera reacción que debe generar el hecho comunicativo de masas en el individo es la desconfianza”. (P. Serrano)
¿Otro periodismo es posible?

Los Medios de Comunicación y el negocio de la guerra

Foto: Nan
Es posible y además necesario, pero es algo que no se enseña en la universidad. De momento los periodistas que salen de ella y tienen la suerte de encontrar un trabajo saben que su primera cita son las ruedas de prensa y por lo general sin preguntas. Se graban las declaraciones que lee el personaje de turno y se entrega el material -sin digerir- a la redacción. Otros redactores son los encargados de cortar, pegar, extractar o sacar fuera de contexto lo que “interese” publicar. La mayor parte de las noticias que nos llegan a diario se elaboran resumiendo textos de las agencias, sin críticas ni reflexiones, o son producto de un rosario de ruedas de prensa que tienen lugar en la ciudad. Un estudio de la Universidad Camilo José Cela de Madrid apunta que de cada diez noticias televisivas de las principales cadenas españolas, ocho se elaboran con el contenido proporcionado por un informante cuyos intereses están afectados directamente por la noticia. Casi el 80% de las informaciones son fruto de actos declarativos. Es decir, son noticias “sugeridas”.
Fuera de este circuito también surgen otras opciones, otra forma de comunicar. Aquí van algunas interesantes sugerencias y reflexiones de quienes están convencidos de que otro periodismo es posible y lo practican.
Quinto Poder

“El siglo XXI será el siglo en que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a los ciudadanos”. (Ignacio Ramonet, Director de Le Monde Diplomatique)

Para contrarrestar la distorsión de los medios de comunicación, el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet (*) propuso hace algún tiempo la creación de un quinto poder “para recuperar un espacio de lo público como eje de la labor que hoy cumple el periodismo”. El que antes se denominaba “cuarto poder” hoy se ha convertido en instrumento de los grupos económicos planetarios, por ello Ramonet propone la creación de un Observatorio Internacional de Medios de Comunicación, propuesta realizada en el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Su fuerza es básicamente moral: cuestiona y reprende a los medios basándose en la ética y sanciona las faltas de honestidad mediática a través de informes, investigaciones y estudios que elabora periódicamente y distribuye. No sanciona, pero sus informes crean dudas sobre la credibilidad de un determinado medio y le ofrecen la oportunidad de corregirse. Además pueden funcionar como asesores de un determinado medio. Existen ya varios observatorios de este tipo funcionando en algunos países y en ellos se reúnen: periodistas profesionales de distintos medios, universitarios e investigadores de todas las disciplinas -especialmente relacionados con la comunicación- y usuarios, ciudadanos de a pie y personalidades reconocidas a nivel social. “Los globalizadores han declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; desde el Observatorio afirmamos que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos”.

*Ignacio Ramonet es fundador de Media Watch Global (Observatorio Internacional de Medios).
Periodismo premonitorio

“Se necesita un periodismo que sustituya al habitual. Que explique el origen de las crisis y traslade a la opinión pública la idea de que todas pueden ser controladas antes de que exploten si se les dedica la atención y medios necesarios”. (Alberto Piris, General de Artillería en la Reserva y analista del Centro de Investigación para la Paz)

“Nos hemos acostumbrado a un periodismo de guerra que sólo busca impresionar al público con las imágenes pero que es incapaz de explicarle nada -reflexiona Alberto Piris General de Artillería en la Reserva y analista del Centro de Investigación para la Paz-. Se hace obligado pensar en la ineludible conveniencia de que vaya emergiendo otro periodismo, el llamado periodismo premonitorio. Un tipo de periodismo capaz de informar desde países donde no pasa nada. Su propósito esencial es ejercer de vigía, es decir, funcionar de modo preventivo, no llegar a los conflictos como hace la prensa, como los bomberos o ambulancias. Habría que aunar esfuerzos para desentrañar hoy los antecedentes de lo que mañana será una guerra evitable. Poder explicar las situaciones conflictivas con claridad antes de que las balas empiecen a silbar. Habría que penetrar allí donde los conflictos están todavía latentes, donde no han sido aún manipulados por gobernantes sin escrúpulos y revelar a todo el mundo las situaciones complejas cuando todavía pueden tener solución. Se necesita un periodismo que complemente y con el tiempo sustituya al habitual. Se requiere un periodismo que permita comprender los orígenes de las crisis, situarlas en su verdadero ámbito y extender a la opinión pública la idea de que todas pueden ser controladas antes de que exploten si se les dedica la atención y medios necesarios”. (Centro de Colaboraciones Solidarias)
Dar la Voz a los sin voz

“En las universidades y en los grandes eventos de comunicación se habla mucho de imparcialidad, independencia y objetividad del periodismo -reflexiona el periodista Pascual Serrano, editor del digital rebelion.org-. La realidad es que la información es una guerra entre modelos sociales; entre apologetas de un mundo desigual, injusto, mandado por auténticos terroristas que imponen a sangre y fuego un modelo económico que condena a muerte cada día a miles de personas en todo el mundo y también a los que apostamos por estar al servicio de los grupos, movimientos e intelectuales que todos los días se juegan la vida por defender otro modelo de mundo posible. No pretendo convertir el periodismo en un panfleto pero es necesario decir bien alta la verdad y la voz de los sin voz condenados al ostracismo por un modelo de comunicación al servicio del mercado. Creo que esta profesión noble y vocacional ha sido convertida en miserable por los dueños de las empresas que nos obligan a trabajar al dictado de sus intereses. Debemos de recuperar la dignidad y servir a la comunidad, a la justicia social, a la soberanía de los pueblos y las libertades. No será periodismo si no se vive así. Es necesario que todo periodista ponga al servicio de esos ideales sus conocimientos y su trabajo. Movimientos sociales, organizaciones comunitarias y precarios medios alternativos necesitan a profesionales comprometidos con otro modelo de periodismo, humanista, social, que apueste por otro orden social más justo. No se trata de militancia, se trata de tomar partido por los pobres, los sin voz, los indígenas, los trabajadores, los humillados, los olvidados, los que sufren, los que resisten, los que luchan, los que....” §
Pascual Serrano. Periodista.

Este periodista colabora habitualmente en una decena de publicaciones latinoamericanas sobre temas de comunicación y política internacional. Es editor del diario alternativo Rebelión (www.rebelion.org) y ha conseguido el Primer Premio del Concurso Internacional de Ensayo “Pensar a contracorriente” por su trabajo “Violencia y medios de comunicación”, hoy convertido en el libro “Medios Violentos".

Los Medios de Comunicación y el negocio de la guerra

Pascual Serrano. Foto: David Segarra
-Si los medios de comunicación analizaran con más profundidad el origen de la violencia y el terrorismo también podrían detectar cómo terminar con ello” aseguras en el libro. ¿Qué beneficios obtienen al no hacerlo?
-Los beneficios surgen desde distintos lados. Las empresas de comunicación se han convertido en grandes holdings empresariales, por tanto sus intereses no están relacionados con la información sino con el cuidado de su imagen y la rentabilidad de las empresas que están detrás. Un ejemplo lo tenemos en Francia, donde las fábricas de armamento están detrás de muchos medios de comunicación. Si a eso le añades el lobby norteamericano creado en torno a lo que denominan la reconstrucción -que luego no es tal- de los lugares asolados por las guerras, tenemos otro sector que también se enriquece directamente con los conflictos que genera EEUU. No es un secreto que además las guerras disparan las audiencias e incluso algunos profesionales se han consagrado y consolidado gracias a esto. Los gobiernos interesados en promover un conflicto siempre tienen a su lado grupos informativos fácilmente influenciables que se unen al clamor de la guerra.

-Quieres demostrar cómo detrás de ese papel pacifista y condenatorio de los medios, muchas veces se esconden grandes aliados de las guerras. ¿Cómo llevan a cabo ese doble discurso?
-En realidad los medios son dados a mantener ese doble discurso y normalmente alardean de lo que no son. Es como con el tema de la neutralidad o la objetividad, ambos son inversamente proporcionales a las veces que dicen serlo. Todos quieren presentarse ante la sociedad como defensores de la paz, pero en el fondo han jugado papeles muy importantes en la creación del odio y legitimación de conflictos.

“El lobby creado en torno a la reconstrucción de lugares asolados por las guerras, se enriquece directamente de todos los conflictos generados por EEUU”

-Entonces lo que nos venden como periodismo de investigación, ¿qué es?
-Habitualmente son dossiers que te da alguien interesado en atacar a otro. Cuando se descubrieron esos famosos casos de corrupción en tiempos del PSOE, todos sabíamos que -aunque era de agradecer que salieran a la luz- era porque alguien se había presentado con un dossier en el buzón de un periodista. Al final todas suelen ser informaciones inducidas, no trabajo de investigación de un determinado periodista. Personajes que en el transcurso de sus tropelías han hecho enemigos y esos acaban “cantando”. Gracias a ellos nos enteramos.

-La información internacional cada vez tiene menos espacio y en cambio aumentan las noticias locales. ¿Qué consecuencias puede tener este sesgo informativo?
-Cada vez se intenta provincializar más la información. Mira el caso de EEUU, donde no saben localizar en el mapa ningún país que no sea el suyo, porque cada vez se van sintiendo más egocéntricos. Esto es un error desde el punto de vista de la lógica de la globalización, ya que lo que ocurre fuera siempre tiene un reflejo en nuestra vida y es un mérito periodístico el saber reflejarlo.

-Propones que la primera reacción del ciudadano de a pie frente a la información de masas que recibe debería ser la desconfianza. ¿Cómo despertar el espíritu crítico?
-Creo que despertar el espíritu crítico es más fácil que crear un nuevo modelo informativo. Si les vas contando mentiras clamorosas a los ciudadanos, estos van a dudar cada vez más de los medios de comunicación y eso es bueno. Pretendo ayudar a que el ciudadano se dé cuenta de que no tiene por qué creérselo todo, que debe contrastar varios medios, buscar las fuentes originales de las noticias. Sé que es un proceso laborioso pero también lo es ser ciudadano en democracia ya que supone leerse los programas electorales antes de votar, participar en las asociaciones de vecinos de tu pueblo, de tu empresa, etc.

-Nadie debe resignarse a ser un mero espectador, otro sistema informativo es posible. ¿Qué sugieres?
-No tengo soluciones mágicas ni milagrosas. En el libro insinúo algunas propuestas y defiendo otras. Lo resumiría en dos líneas. Una, que las legislaciones protejan al ciudadano. Que se acabe con la impunidad de los medios de comunicación para mentir y engañar. Que se establezcan mecanismos que garanticen de alguna forma la veracidad y el rigor informativo. Y que se acabe con la excusa de la libertad de expresión como escudo para mantener el privilegio del oligopolio informativo y la manipulación. Y dos, que exista un debate serio sobre la propiedad de los medios de comunicación que pasa por entender que desde coordenadas estrictamente mercantiles aquí no hay regeneración posible. Aunque he de reconocer que desde los medios estatales en muchas ocasiones se ha estado al servicio de intereses de gobiernos o partidos políticos, pienso que la esperanza de modernización sólo puede venir desde los medios públicos. Como ocurre en el caso de la sanidad o educación. El mercado no puede resolver unas condiciones justas e iguales para todos y el estado interviene. Con la información debería pasar lo mismo.

“Los medios de comunicación quieren presentarse ante la sociedad como defensores de la paz, pero en el fondo han jugado papeles muy importantes en la creación de odio y violencia”

-Hablas del nacimiento de una nueva corriente, el denominado periodismo preventivo. ¿Qué aporta de nuevo?
-Abordar los conflictos y las guerras desde una perspectiva informativa que contempla los antecedentes, el contexto para hacerlo comprensivo a los ciudadanos. Ponen especial acento en las posibles salidas al conflicto, recogen propuestas de las diferentes partes, de terceros mediadores, etc. El problema es que no sé en qué lugar de toda esta rutina informativa pueden caber cosas así cuando parece que lo que de verdad interesan son las explosiones, heridos, muertos. A lo largo de mi vida periodística he descubierto que puedes llegar a informar de todo sin recurrir al formato sensacionalista. Cuando ocurrió el desastre del Katrina, al principio piensas que la cosa no tiene más que lo que parece a primera vista: el agua ha matado a tantas personas. Pero luego miras en profundidad la noticia y ves que podrías decir mil cosas distintas. Siempre hay una información alternativa a la que dicen ellos. Algo que te hace pensar.

-En tu caso, ¿qué te ha supuesto el trabajar a contracorriente?
-Descubrir que he aportado luz a muchas personas. Me ha dado también la oportunidad de conocer a mucha gente que piensa como yo, que se pregunta por las mismas cosas, que le indignan las injusticias y la violencia. Eso me ha ayudado a quitarme de encima el síndrome del perro verde -pensar que eres el único-.He comprobado que no somos tan pocos y que a lo mejor tenemos razón.

-El filósofo y escritor Santiago Alba Rico comenta en el epílogo de tu libro que dentro del periodismo que se está viviendo no basta con ser un profesional, riguroso y objetivo sino que además hay que ser revolucionario. Y te pone de ejemplo.
-Hay una frase de Gabriel Celaya que dice “Maldigo al poeta que no toma partido”. Yo un día escribí, “Maldigo al periodista que no toma partido” por los humildes, por la decencia, por la justicia, por los necesitados. Creo que esa es nuestra responsabilidad. El periodista tiene que ver si prefiere un dossier de prensa o informar sobre una huelga.

-Me gusta la frase con la que terminas el libro: Vivimos tiempos oscuros y de pesimismo pero también son tiempos para buscar la luz.
-Sí mira, tengo la sensación de que los primeros tiempos de fascinación tecnológica lo tenían más fácil para engañar a la gente, para manipular. Pero ahora los ciudadanos se van dando cuenta de que los espejos de la televisión dicen muchas mentiras. Cuando salen imágenes de una manifestación a lo mejor resulta que es de hace dos años o no corresponden a ese hecho que te están contando. El tiempo trabaja en su contra. Nosotros creamos anticuerpos con más rapidez con la que ellos mejoran sus técnicas de engaño.

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