Segundo informe
■ El incremento, por primera vez en 12 años; la escasa oferta de empleos fijos, entre las causas
Roberto González Amador/ La jornada
En los primeros 20 meses del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa México experimentó, por primera vez en 12 años, un incremento en el número de habitantes que viven en pobreza extrema, que afecta a las personas que no cuentan con un ingreso suficiente para comprar alimentos. El alza en los precios de granos, carnes, vegetales y comida procesada es una de las causas que explican el repunte, pero también lo son la disminución en el ritmo de actividad económica y la escasa oferta de empleos fijos y con prestaciones sociales.
La cifra de mexicanos en esa condición, oficialmente llamada “pobreza alimentaria”, creció de 14.4 millones a 19 millones de personas de finales de 2006 a este año, debido a la crisis de precios en los alimentos y la escasez de oportunidades para hallar un ingreso fijo, según se desprende de datos oficiales y de estimaciones contenidas en un informe del Congreso.
Si el alza de precios dificulta más adquirir la comida de cada día, la precariedad en el empleo complica aún más las cosas. De diciembre de 2006, cuando comenzó la actual administración federal, a julio de 2008 sólo fueron creados 584 mil 282 empleos permanentes en la economía formal, de acuerdo con información del Instituto Mexicano del Seguro Social. Se trata de una cantidad que, para efectos comparativos, sólo cubre a uno de cada cuatro jóvenes que en ese periodo se incorporaron a la población económicamente activa.
Los datos de la marginación
“En México, la reciente alza internacional en el precio de los alimentos ha afectado más, proporcionalmente, a los sectores más marginados de la población”, indicó el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados. Un aumento de 15 por ciento en el precio de los alimentos implica un alza de 2.1 puntos porcentuales en la proporción de la población que vive en “pobreza alimentaria”.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo público encargado de establecer los lineamientos y criterios para definir, identificar y medir la pobreza, ubica en “pobreza alimentaria” a las personas cuyo ingreso es insuficiente para “obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar”.
Entre diciembre de 2006 y agosto de 2008, el costo final de los alimentos incluidos en una canasta básica de consumo se elevó 51 por ciento, según un seguimiento de precios de la Procuraduría Federal del Consumidor.
Esa alza de 51 puntos provocó que la “pobreza alimentaria” o extrema creciera de 14.4 millones de personas en 2006 (13.8 por ciento de la población de entonces) a 19 millones en 2008, (18 por ciento del total de habitantes de México).
Además del aumento en el número de personas cuyo ingreso es insuficiente para comprar el mínimo diario de comida, otro hecho relevante es que lo ocurrido en estos últimos 20 meses rompe con una tendencia de más de una década de disminución, así sea en los conteos oficiales, de la pobreza extrema.
Después del incremento provocado por la crisis de 1995, que elevó la pobreza extrema de 21.2 a 37.4 por ciento de la población, ocurrió una disminución sostenida, según las cifras del Coneval.
Así, y siempre medida en relación con la población total, la pobreza extrema pasó de 37.4 por ciento en 1996 a 33.3 en 1998 y a 24.1 en 2000. El universo llegó a 20 por ciento en 2002, a 17.4 en 2004 y a 13.8 en 2006, de acuerdo con el Coneval.
El mayor impacto por el alza en alimentos lo resiente la población de menor ingreso. El reporte del CEFP menciona que las familias pobres del medio rural destinan 47.5 por ciento de sus ingresos al gasto en alimentos, porcentaje que baja a 42.7 entre las familias pobres de las urbes.
Por ejemplo, una familia pobre del medio rural destina 10 por ciento de su ingreso disponible sólo para la compra de maíz, trigo y arroz y otro 3.7 para legumbres y tubérculos, añadió el CEFP.
El aumento en el precio de los alimentos castiga especialmente a quienes destinan una mayor proporción de su ingreso a adquirirlos, indicó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en un informe publicado el miércoles pasado.
Cuanto menor es el ingreso de una familia, mayor es el porcentaje que destina a comprar los alimentos básicos para cubrir sus requerimientos nutricionales, añadió el organismo. Por tanto, si los precios de los alimentos básicos se elevan más que los de otros bienes, los más pobres tendrán mayor deterioro relativo de sus ingresos en términos reales, apuntó.
“En consecuencia, estamos frente a un hecho que no sólo tiene un claro sesgo de desigualdad, sino que también provoca un aumento del porcentaje de indigentes; esto es, personas en situación de pobreza extrema, y pobres en los países de la región”, consideró la Cepal.
El organismo maneja cifras similares a las del CEFP. A partir de las proyecciones realizadas por la Cepal para 2007, un incremento de 15 por ciento en el precio de los alimentos elevaría la incidencia de la indigencia en casi tres puntos.
Para el caso de la región, el alza en el precio de los alimentos ha provocado que la pobreza extrema creciera en los últimos dos años de 12.7 a 15.6 por ciento de la población, lo que llevaría a que 15.7 millones más de latinoamericanos cayeran en la indigencia.
septiembre 02, 2008
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