sábado 29 de noviembre de 2008
por Ferrer Galván Acosta
La “Verdad” es la representación de una percepción colectiva de la realidad. Requiere de elementos que la construyan como la lógica, la razón, la percepción y la confianza. En el devenir social, existen tres estadios de la verdad, la verdad jurídica, la verdad mediática y la verdad histórica.
La verdad jurídica, es la positiva, es decir la que se apega a la aplicación de la regla, norma o ley; es la verdad dictada por un colegio u hombre en representación del consenso jurídico social. La verdad mediática es la que se rumora, la que se ventila en los medios de comunicación masivos o individuales, lo que dice la radio, la televisión, los periódicos, las revistas, el Internet y las pláticas; es la verdad cotidiana, la del ahora, la necesaria, carente de sustento pero suficientemente lógica para ser creíble. La verdad histórica, es la verdad; es reflejo real de los acontecimientos, la percepción individual y colectiva, documentada y sustentada.
Recientemente, Andrés Manuel López Obrador dijo una verdad histórica: “Televisa es la fábrica más grande de producción de mentiras de México” y no sólo eso, Televisa representa el monopolio de la Verdad Mediática y desde allí acosa al poder para hacer que su verdad se convierta en la Verdad Jurídica, lo que obscurece a la Verdad histórica.
No tengo memoria de acontecimientos en los que la Verdad Mediática no se haya impuesto sobre la Jurídica. Sin embargo, la verdad se abre paso por sí sola, y ella se termina imponiendo al paso de los años como una verdad pública histórica y reconocida, pese a lo que se haya dicho o legalizado en su momento.
Nadie cree la historia de la balacera entre estudiantes el 2 de octubre de 1968 o el suicidio de Digna Ochoa; ya nadie nombra “autodenominados” al Ejército Zapatista; es claro que hubo fraude electoral en 1988, que el FOBAPROA fue un saqueo inmoral, que Fox siempre tuvo problemas mentales, que el desafuero contra López Obrador era una artimaña autoritaria, que el atentado terrorista en las Torres Gemelas fue un complot en el que estuvo involucrado el Gobierno de Estados Unidos o que Mouriño era tan corrupto que estorbaba. Ahora es verdad, todo lo que la Televisión decidió ocultar, porque así convenía a sus intereses.
Los medios masivos de comunicación crean sus ídolos de barro, sus ángeles, sus demonios. A la vez son jueces y fiscales. Son el principal partido político y los grandes electores. Para nadie es raro ahora aceptar que Enrique Peña Nieto es el candidato de las televisoras y que Televisa hará crecer a Marcelo Ebrard para detener a Andrés Manuel López Obrador.
Puesto en estos términos, la verdad mediática nunca estará del lado de la Izquierda ni de los movimientos sociales; ya que ésta es la percepción e interés de los sectores empresariales sobre la realidad. Así, la verdad jurídica seguirá doblegada a los intereses empresariales.
Mientras los empresarios consideren peligrosa la movilización social, la justicia, la libertad y la verdad seguirán presos los luchadores sociales. Seguirá siendo criminalizada la protesta.
Sin embargo, el pueblo siempre tiene la razón y hará trascender la verdad histórica.
En esta reflexión se impone la reaparición política de René Bejarano Martínez, a través del Movimiento Nacional por la Esperanza, en el monumento a la Revolución el 30 de noviembre. Bejarano, es el villano favorito de Televisa, la captura de su imagen recibiendo dinero de un empresario lo convirtió en el ejemplo televisivo de la corrupción y del por qué la Izquierda no debiera gobernar.
El profesor René Bejarano, en su último discurso político cubierto por los medios de comunicación, es decir el del 4 de noviembre de 2004 en la Cámara de Diputados durante la sesión de desafuero en su contra, expuso argumentos que hoy debiéramos revisar a la luz del paso del tiempo: “No puede ser la política un ejercicio en donde se es confeso y convicto a partir de los prejuicios de la máxima del homo videns, y donde lo que no se ve no se juzga, porque para la ley, lo que se ve sí se juzga.”
¿Por qué Televisa, la mayor fábrica de mentiras de México, habría de tener razón en que Bejarano es un delincuente?, ¿por qué habríamos de creer a Televisa que no hubo fraude en 2006?, ¿quién cree que Televisa dice la verdad en el caso Mouriño?
A los luchadores sociales, a los hombres y mujeres que destinan su vida a la transformación social, a los que reúnen a la gente y las arengan a defender sus derechos. A los hombres y mujeres que desde las trincheras políticas defienden las causas de la gente. A quienes se distinguen de los demás por su liderazgo y su visión. A los que se oponen, a quienes alzan la voz para reclamar la injusticia, a los de izquierda. No sólo nos han acusado de operar con recursos de procedencia ilícita o nos han encarcelado por “delito electoral” sino también por comunistas, por sindicalistas, por disolución social, por secuestro, por guerrilleros, por asociación delictuosa, por conspiradores, por ser representantes de fuerzas extranjeras, por ser peligrosos sociales o amigos de grupos radicales. Sobra decir, que cualquier actividad, pública o privada, que realicemos siempre tiene alguna forma de ser considerada ilícita. Incluso gobernar y ganar elecciones.
Y cuando nos tienen entre sus garras y violando nuestros derechos nos juzgan políticamente, nos vejan, nos crean un escenario donde nos colocan como monstruos hacedores de maldad, nos atacan, nos critican, vulneran nuestra intimidad, secuestran nuestra libertad, vigilan nuestro domicilio, nos ponen apodos, nos exhiben ante la gente, expían con nosotros todas sus culpas, suplen a los jueces y nos dictan autos de privación de la libertad, nos inventan testigos, acosan a nuestros abogados, amenazan a nuestra esposa con culparla también, nos recluyen, nos niegan cualquier posibilidad de defendernos ante el verdadero juez, en los mismos espacios en que nos atacan fiscales mediáticos. Pasan los días, y luego de secuestrar nuestra vida, nos impiden alcanzar la libertad y no permiten que los jueces tomen una decisión independiente del concierto de descalificaciones y prejuicios que oscila sobre nosotros. Porque ellos tienen el monopolio de la verdad mediática y se imponen groseros sobre la verdad jurídica.
A mí me parece correcto el regreso a la política de un dirigente talentoso y con gran capacidad de organización como René Bejarano. Contra mi opinión se pueden poner muchos argumentos, pero no olvidemos que fue bajo la organización de éste dirigente como el PRD en el Distrito Federal logró ser la primera fuerza y ser el generador principal de los cuadros políticos de izquierda que, por ejemplo, hacen que la Nueva Izquierda sea minoría y que por más que la derecha intenta evitarlo el Distrito Federal fue, es y será el bastión de la resistencia y motor del movimiento social.
La historia de un hombre no puede escribirse desde un programa de televisión, en él sólo existe más raiting, pero no más verdad. La historia de René Bejarano, líder sindical, fundador de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, profesor de economía en el Poli, fundador de partidos políticos, luchador urbano por la vivienda tras los sismos de 1985, activista político, diputado federal, diputado local, líder ciudadano, dirigente partidario y hombre de compromisos, a quien el PRD le debe poco más que su propio activismo; se escribirá en la memoria de quienes lo conocemos como eso, como dirigente incansable y como erudito político.
Los errores y las culpas pertenecen a una moral colectiva que debiera establecer criterios generales. La moral no la puede dictar Brozo en la televisión o Gloria Trevi. La Televisión es la principal arma de la élite por hacer valer su verdad con el único fin de no perder sus privilegios de clase.
por Ferrer Galván Acosta
La “Verdad” es la representación de una percepción colectiva de la realidad. Requiere de elementos que la construyan como la lógica, la razón, la percepción y la confianza. En el devenir social, existen tres estadios de la verdad, la verdad jurídica, la verdad mediática y la verdad histórica.
La verdad jurídica, es la positiva, es decir la que se apega a la aplicación de la regla, norma o ley; es la verdad dictada por un colegio u hombre en representación del consenso jurídico social. La verdad mediática es la que se rumora, la que se ventila en los medios de comunicación masivos o individuales, lo que dice la radio, la televisión, los periódicos, las revistas, el Internet y las pláticas; es la verdad cotidiana, la del ahora, la necesaria, carente de sustento pero suficientemente lógica para ser creíble. La verdad histórica, es la verdad; es reflejo real de los acontecimientos, la percepción individual y colectiva, documentada y sustentada.
Recientemente, Andrés Manuel López Obrador dijo una verdad histórica: “Televisa es la fábrica más grande de producción de mentiras de México” y no sólo eso, Televisa representa el monopolio de la Verdad Mediática y desde allí acosa al poder para hacer que su verdad se convierta en la Verdad Jurídica, lo que obscurece a la Verdad histórica.
No tengo memoria de acontecimientos en los que la Verdad Mediática no se haya impuesto sobre la Jurídica. Sin embargo, la verdad se abre paso por sí sola, y ella se termina imponiendo al paso de los años como una verdad pública histórica y reconocida, pese a lo que se haya dicho o legalizado en su momento.
Nadie cree la historia de la balacera entre estudiantes el 2 de octubre de 1968 o el suicidio de Digna Ochoa; ya nadie nombra “autodenominados” al Ejército Zapatista; es claro que hubo fraude electoral en 1988, que el FOBAPROA fue un saqueo inmoral, que Fox siempre tuvo problemas mentales, que el desafuero contra López Obrador era una artimaña autoritaria, que el atentado terrorista en las Torres Gemelas fue un complot en el que estuvo involucrado el Gobierno de Estados Unidos o que Mouriño era tan corrupto que estorbaba. Ahora es verdad, todo lo que la Televisión decidió ocultar, porque así convenía a sus intereses.
Los medios masivos de comunicación crean sus ídolos de barro, sus ángeles, sus demonios. A la vez son jueces y fiscales. Son el principal partido político y los grandes electores. Para nadie es raro ahora aceptar que Enrique Peña Nieto es el candidato de las televisoras y que Televisa hará crecer a Marcelo Ebrard para detener a Andrés Manuel López Obrador.
Puesto en estos términos, la verdad mediática nunca estará del lado de la Izquierda ni de los movimientos sociales; ya que ésta es la percepción e interés de los sectores empresariales sobre la realidad. Así, la verdad jurídica seguirá doblegada a los intereses empresariales.
Mientras los empresarios consideren peligrosa la movilización social, la justicia, la libertad y la verdad seguirán presos los luchadores sociales. Seguirá siendo criminalizada la protesta.
Sin embargo, el pueblo siempre tiene la razón y hará trascender la verdad histórica.
En esta reflexión se impone la reaparición política de René Bejarano Martínez, a través del Movimiento Nacional por la Esperanza, en el monumento a la Revolución el 30 de noviembre. Bejarano, es el villano favorito de Televisa, la captura de su imagen recibiendo dinero de un empresario lo convirtió en el ejemplo televisivo de la corrupción y del por qué la Izquierda no debiera gobernar.
El profesor René Bejarano, en su último discurso político cubierto por los medios de comunicación, es decir el del 4 de noviembre de 2004 en la Cámara de Diputados durante la sesión de desafuero en su contra, expuso argumentos que hoy debiéramos revisar a la luz del paso del tiempo: “No puede ser la política un ejercicio en donde se es confeso y convicto a partir de los prejuicios de la máxima del homo videns, y donde lo que no se ve no se juzga, porque para la ley, lo que se ve sí se juzga.”
¿Por qué Televisa, la mayor fábrica de mentiras de México, habría de tener razón en que Bejarano es un delincuente?, ¿por qué habríamos de creer a Televisa que no hubo fraude en 2006?, ¿quién cree que Televisa dice la verdad en el caso Mouriño?
A los luchadores sociales, a los hombres y mujeres que destinan su vida a la transformación social, a los que reúnen a la gente y las arengan a defender sus derechos. A los hombres y mujeres que desde las trincheras políticas defienden las causas de la gente. A quienes se distinguen de los demás por su liderazgo y su visión. A los que se oponen, a quienes alzan la voz para reclamar la injusticia, a los de izquierda. No sólo nos han acusado de operar con recursos de procedencia ilícita o nos han encarcelado por “delito electoral” sino también por comunistas, por sindicalistas, por disolución social, por secuestro, por guerrilleros, por asociación delictuosa, por conspiradores, por ser representantes de fuerzas extranjeras, por ser peligrosos sociales o amigos de grupos radicales. Sobra decir, que cualquier actividad, pública o privada, que realicemos siempre tiene alguna forma de ser considerada ilícita. Incluso gobernar y ganar elecciones.
Y cuando nos tienen entre sus garras y violando nuestros derechos nos juzgan políticamente, nos vejan, nos crean un escenario donde nos colocan como monstruos hacedores de maldad, nos atacan, nos critican, vulneran nuestra intimidad, secuestran nuestra libertad, vigilan nuestro domicilio, nos ponen apodos, nos exhiben ante la gente, expían con nosotros todas sus culpas, suplen a los jueces y nos dictan autos de privación de la libertad, nos inventan testigos, acosan a nuestros abogados, amenazan a nuestra esposa con culparla también, nos recluyen, nos niegan cualquier posibilidad de defendernos ante el verdadero juez, en los mismos espacios en que nos atacan fiscales mediáticos. Pasan los días, y luego de secuestrar nuestra vida, nos impiden alcanzar la libertad y no permiten que los jueces tomen una decisión independiente del concierto de descalificaciones y prejuicios que oscila sobre nosotros. Porque ellos tienen el monopolio de la verdad mediática y se imponen groseros sobre la verdad jurídica.
A mí me parece correcto el regreso a la política de un dirigente talentoso y con gran capacidad de organización como René Bejarano. Contra mi opinión se pueden poner muchos argumentos, pero no olvidemos que fue bajo la organización de éste dirigente como el PRD en el Distrito Federal logró ser la primera fuerza y ser el generador principal de los cuadros políticos de izquierda que, por ejemplo, hacen que la Nueva Izquierda sea minoría y que por más que la derecha intenta evitarlo el Distrito Federal fue, es y será el bastión de la resistencia y motor del movimiento social.
La historia de un hombre no puede escribirse desde un programa de televisión, en él sólo existe más raiting, pero no más verdad. La historia de René Bejarano, líder sindical, fundador de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, profesor de economía en el Poli, fundador de partidos políticos, luchador urbano por la vivienda tras los sismos de 1985, activista político, diputado federal, diputado local, líder ciudadano, dirigente partidario y hombre de compromisos, a quien el PRD le debe poco más que su propio activismo; se escribirá en la memoria de quienes lo conocemos como eso, como dirigente incansable y como erudito político.
Los errores y las culpas pertenecen a una moral colectiva que debiera establecer criterios generales. La moral no la puede dictar Brozo en la televisión o Gloria Trevi. La Televisión es la principal arma de la élite por hacer valer su verdad con el único fin de no perder sus privilegios de clase.