mayo 10, 2009

“Big Pharma”: el poder farmacológico de EU

Alfredo Jalife-Rahme
Bajo la Lupa / La Jornada

Antes de abordar este tema geoeconómico, con profundos alcances geoestratégicos de control global, vale la pena una acotación sobre la Investigación y Desarrollo (I&D) de la farmacología, como ciencia pura, que merecen agradecimiento y respeto del género humano por sus excelsos hallazgos y aportaciones.
No ponemos en tela de juicio su existencia imprescindible (hasta ahora), aunque exhiba ciertas lacras muy criticables en el mundo occidental, en especial en EU, las cuales se desviaron de sus fundamentos teleológicos de servicio público durante el paroxismo de la globalización financierista, lo que obliga a un escrutinio estricto de sus actividades por los ciudadanos del mundo, es decir, por los propios interesados y/o afectados.
Sería ingenuo subestimar el inmenso poder intrínseco que conlleva el acto farmacológico que, por lo visto, han entendido los militares y los banqueros en forma sutil al haber pasado tanto a la militarización de ciertos rubros estratégicos de la salud como a su soterrada penetración en los consejos de administración de las principales trasnacionales farmacéuticas del planeta, que primordialmente pertenecen a EU y son conocidas como “Big Pharma” (que pudiéramos traducir castizamente como “el poder oligopólico farmacológico de EU”).
Las omnipotentes trasnacionales farmacéuticas (en su mayoría de EU), muy poderosas en la lubricación de las conciencias tanto de la industria médica como de los gobiernos claudicantes, prefieren el uso del término Big Pharma en forma angelical como característica de las 30 primeras empresas en el ranking global con un excedente de US $3,000 millones anuales y/o gastos en I&D por más de US$ 500 millones anuales (¡más que todo el presupuesto anual de la OMS que ha sido privatizada silenciosamente, lo que amerita un estudio ulterior!).
¿Constituye el Big Pharma el arma sigilosa, con cobertura de pureza filantrópica, de control de la terapia química humana de parte de EU que se amplificó mediante la depredadora globalización financiera?

La revista Fortune (21.7.08),en su clasificación de las primeras 500 empresas globales (con datos del 2007 que habrá que actualizar con las recientes masivas megafusiones), ubica a las primeras 12 transnacionales farmacológicas: 1- Johnson & Johnson (EU), ranking 107, ingresos US$ 61,095 millones; 2- Pfizer (EU), ranking 143, ingresos US $48,418 millones; 3- GlaxoSmithKline (Gran Bretaña), ranking 151, ingresos US $45,447 millones; 4- Roche Group (Suiza), ranking 175, ingresos US $40,315 millones; 5- Sanofi-Aventis (Francia), ranking 178, ingresos US $39,977 millones; 6- Novartis (Suiza), ranking 181, ingresos US $39,800 millones; 7- AztraZeneca (Gran Bretaña/Suecia), ranking 265, ingresos US $29,559 millones; 8- Abbott Laboratories (EU), ranking 312, ingresos US $25,914 millones; 9- Merck (EU), ranking 332, ingresos US $24,198 millones; 10- Wyeth (EU), ranking 381, ingresos US $22,400 millones; 11- Bristol-Myers Squibb (EU), ranking 427, ingresos US $19,977 millones; y, 12- Eli Lilly (EU), ranking 453, ingresos US $18,634 millones.
Destaca que EU concentre 7 de 12, Gran Bretaña 2, Suiza 2 y Francia 1; el eje anglosajón aglutina así el 75% de las 12 primeras transnacionales farmacológicas.
Más allá de las vertiginosas megafusiones realizadas por Pfizer (v.gr Wyeth, adquirida recientemente por US $68,000 millones), que probablemente la habrá colocado en el primer sitial mundial, existe otra clasificación de las primeras 35 (cuyo último lugar es ocupado por Gilead Sciences, aliada a la suiza Roche y de la que es accionista el ex-Secretario de Defensa del régimen torturador bushiano, Donald Rumsfeld), cuyos ingresos mayores a US $3,000 millones anuales las incrustan dentro del Big Pharma, y de las cuales EU cuenta con 16, Japón 4, Alemania 3, Suiza 3, Gran Bretaña 2, Bélgica 2, Francia 1, Israel 1, Dinamarca 1, Holanda 1 y China 1. En esta clasificación con datos del 2006, llama la atención el asombroso posicionamiento de EU, el despegue sigiloso de Japón, el pobre desempeño de China, además de la notable ausencia de Canadá, Rusia, India y Latinoamérica (ya no se diga, los países islámicos, árabes y africanos).
Queda claro que el poder farmacológico es preponderantemente anglosajón y extensivo a sus aliados dentro del G-7 y el G-10 (que en realidad son 11).
El entrelazamiento de los intereses farmacológicos con la banca de Wall Street, el complejo militar industrial y el poder político de EU rebasan la imaginación. Baste citar el nombramiento por Baby Bush de Randall Tobias, anterior mandamás de Eli Lilly (generosa contribuyente del Partido Republicano) al puesto sensible del “Fondo Contra el SIDA” (con un presupuesto de US $15,000 millones en 5 años), bajo la encomienda de comprar las medicinas patentadas que benefician al Big Pharma en detrimento de los genéricos de bajo costo (The Lancet; 12.7.03).
Conjuntamente EU, la Unión Europea y Japón consumen casi el 90% de los medicamentos globales.
IMS Health (19.3.09) reporta que solamente en EU las ventas de medicamentos ascendieron a US $291,000 millones en 2008 y calcula que este año las ventas oscilarán entre US $820,000 millones y US $750,000 millones a escala global (22.4.09). A nuestro juicio, es probable que el poder farmacológico represente el cuarto negocio más lucrativo del planeta detrás del narcotráfico, el petróleo y la venta de armas (en ese orden).
Las hazañas de Big Pharma, pueden ser indagadas en el libro crítico “La Verdad sobre las Empresas Farmaceúticas” (Random House; 04) de Marcia Angell, que resume en The New York Review of Books (15.7.04).
Por cierto, la aciaga reunión de la OMC en Cancún constituyó la apoteosis del Big Pharma, lidereado por Pfizer (la productora del Viagra), en contra de la apertura a los medicamentos genéricos.
Con o sin el brote súbito de infecciones inéditas, el siglo 21 estaba destinado a ser eminentemente biológico donde la inmunidad, la genética, la bioquímica y la virología jugarán un rol determinante y cuando el armamentario farmacológico será de carácter estratégico por lo que aquellos países que dispongan de la sapiencia nano-biotecnológica (un feudo de EU, guste o disguste) tendrán un gran avance y quizá dispongan hasta del control del género humano voluntaria o involuntariamente.
Aquí resalta la inmensa vulnerabilidad del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), ya no se diga de Latinoamérica y el Mundo Islámico, que ha descuidado el rubro farmacológico tan relevante.
Quizá la verdadera batalla comercial del siglo 21 se libre con los medicamentos genéricos: una genuina liberación nacional contra los grilletes de las tiránicas patentes y marcas de la OMC que protege, al unísono de la OMS, los intereses unilaterales de las trasnacionales farmacológicas anglosajonas.

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