septiembre 12, 2008

Erika y Graciela, esclavas sexuales


Reportaje: Tráfico de migrantes • Estados Unidos

Con promesas de un trabajo pagado en dólares, al menos 100 personas de diferentes nacionalidades son víctimas de la explotación física o sexual.

Milenio Diario
Vie, 12/09/2008 - 06:19
Foto: Gregory Bull / AP

Tomó 10 años, pero finalmente recibieron justicia. Como muchas otras mujeres, Erika y Graciela fueron enganchadas con la promesa de un trabajo pagado en dólares en el otro lado. Contactadas por un pollero en su pequeño poblado de Veracruz allá por 1996, ambas aceptaron cruzar a Estados Unidos para despachar como cocineras, supuestamente. Pero después de dejar atrás la frontera, no se volvió a saber de ellas.


Dos años después, las dos jóvenes fueron encontradas por la policía de Florida. Denunciaron haber estado virtualmente esclavizadas en un burdel cerca de un pantano, del que fueron liberadas gracias a un error de sus captores

“Se les encontró caminando en la carretera”, dice un reporte policial citado por el Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés), que anunció el inicio de una campaña para enfrentar a las organizaciones dedicadas al tráfico de humanos para fines de explotación laboral y sexual.

La estrategia consiste, entre otros objetivos, en informar a la población mexicana de los riesgos adicionales que ahora corre al tratar de migrar ilegalmente a la Unión Americana, además de pedir a quienes ya han caído en las redes del crimen organizado denunciar su situación sin temor a represalias o deportaciones. Con visas especiales se les ofrecerá amnistía en tanto denuncian a sus verdugos, prometió Washington.

En cuanto a la historia de Erika y Graciela, sus captores provienen de la misma familia, hacendada en Veracruz; durante años se enriquecieron a costa del trabajo de varias mujeres a las que sedujeron, llevaron ilegalmente a Estados Unidos y después esclavizaron.

Culpables de media docena de delitos —desde trabajo forzado hasta transporte de indocumentados — los hermanos Juan Luis, Abel, Rogelio, Carmen y Alberto Cadena Sosa fueron sentenciados la semana pasada a 15 años de prisión por una corte federal. Deberán pagar a sus víctimas una multa de casi un millón de dólares. Pero Erika y Graciela no son las únicas; de acuerdo con el DHS, hay decenas más de historias como las de las dos jóvenes veracruzanas, protagonizadas lo mismo por niños como ancianos y hombres de distintas nacionalidades.

La semana pasada, siete mexicanos fueron liberados en Florida por la policía estatal. Estaban retenidos contra su voluntad en una plantación de naranjas a la que llegaron a trabajar con la promesa de buenas remuneraciones y condiciones aceptables de vida. Al final, no recibieron ni lo uno ni lo otro.

“Ya tenemos a todas las víctimas bajo cuidado. Todos eran mexicanos”, lamentó Jayson Ahern, subcomisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

“Vemos todos los días a personas que son traficadas sin que sus captores tengan el menor interés por los derechos humanos o hasta su vida”, agregó.

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Con base en el número de casos que mencionan a mexicanos, los registros del Departamento de Seguridad Interna, el Departamento de Justicia y el Departamento de Estado apuntan a que el total de connacionales que cruzan y se convierten en esclavos se ha multiplicado en los últimos años.

Esclavizados en burdeles, plantíos, granjas, domésticamente o en fábricas, decenas han caído víctimas de organizaciones de tráfico de personas que han cambiado su enfoque de servir de polleros a proporcionar mano de obra perpetua a empleadores sin escrúpulos, aseguró Julie Myers, comisionada de la agencia de Control Aduanal.

Según el DHS, hasta 100 mil personas de todas las nacionalidades se encuentran en este momento atrapadas en Estados Unidos víctimas de la explotación física o sexual. El grueso, se presume, provienen de México y Centroamérica, muchas son mujeres.

David Aguilar, jefe de la Patrulla Fronteriza, recordó haber encontrado un grupo de mujeres no mayores a los 13 años cerca de la frontera con México. Se les había prometido trabajar como nanas en Chicago, pero una investigación determinó que en realidad les llevarían a burdeles en el norte de ese país.

“Familiares en Estados Unidos que contratan a un coyote para traer a sus familiares de forma ilegal los ponen en riesgo de que caigan en manos de estas organizaciones”, señaló.

En algunos casos, el gobierno estadunidense afirma haber encontrado tácticas de tortura entre los mexicanos que corren la mala fortuna de ser secuestrados para después integrarles al mercado negro.

Marcy Forman, directoria de Investigaciones de ICE, aseguró que sus oficiales han encontrado a hombres con cinta canela en todo el rostro, sus manos y piernas atadas, en posición fetal, en casas de seguridad. Las víctimas habían sido secuestradas para llevarles a empleos ilegales. Este caso fue descubierto recientemente en Arizona. “Le dieron de tomar agua por un orificio en la boca”, dijo.

La industria del tráfico de personas, agregó, es un negocio lucrativo, en ocasiones más atractivo que el trasiego ilegal de migrantes desde territorio mexicano.

“El tráfico de personas se ha convertido en la tercera fuente más lucrativa para el crimen organizado después de la venta de drogas y de armas”, dijo Ralph Bashamn, comisionado del ICE.

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La Operación supersónica dejó al descubierto una red de delincuentes especializada en enganchar a mujeres en el centro de México –la familia Carreto– para llevarlas a trabajar como prostitutas.

Los Carreto trabajaron libremente desde 1991 hasta 2004, año de su caída y encarcelamiento. Y el caso ha seguido. Su madre, que también participaba en la red al cuidar a los hijos de las mujeres que resultaban embarazadas, fue llevada a principios de este año a una corte federal.

La Operación traveler del DHS arrojó resultados similares. Una pareja de peruanos mantenía contra su voluntad a una decena de sudamericanos y mexicanos trabajando en una fábrica neoyorquina, en condiciones similares a las de una tienda de raya.

A partir de septiembre el DHS comenzó a difundir en Estados Unidos espectaculares y anuncios televisivos para hacer reflexionar a la sociedad sobre las “víctimas ocultas” que están atrapadas en distintas partes del país y que en ocasiones se encuentran a plena vista, trabajando en un restaurante o un bar.

“En la corriente migratoria que cruza por la frontera (con México) hay miles de personas atrapadas que vienen a trabajar en contra de su voluntad”, dijoMichael Chertoff, secretario de Seguridad Interna.

“La línea entre migración voluntaria y tráfico de personas es una muy tenue”, alertó.
Víctor Hugo Mihel, Washington

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