septiembre 21, 2008

Análisis: ¿Qué va a pasar después de Morelia?

O P I N I Ó N
A R T U R O S A N T A M A R Í A G Ó M E Z ( Publicado en Noroeste.com )

Si un General, especialista en temas de Seguridad Nacional ve la realidad mexicana muy semejante a como le ven Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador

Habrá que preguntarse: ¿qué tan lejos está este militar de la verdad, qué propone como respuesta y qué pasaría si, en efecto, Felipe Calderón no culmina el sexenio?
La noche del Grito en Morelia podría ser el inicio de una nueva estrategia del crimen organizado en su enfrentamiento con el Estado: el uso del terrorismo.
Muchos periodistas, analistas e investigadores están recién descubriendo, con el atentado terrorista del 15 de septiembre, que el crimen organizado posee una visión táctica y estratégica del poder. Justamente por ignorar o no darse cuenta que desde hace tiempo exhibe una clara vocación de poder, incluyendo el político y no tan solo el económico, es que se le dejó crecer a las alturas que hoy todos perciben.
La descripción folclórica que se ha hecho de los personajes del narco ha contribuido a tal ceguera. El crimen organizado, en efecto, ha creado imágenes folclóricas, pero lo realmente importante para entenderlo es observar su poder económico, militar y político.
Echar mano del terrorismo, es decir, hacer víctimas a gente inocente con un plan deliberado para dañar tanto a la sociedad como al Estado, quizá solo haya sido la decisión de una sola célula o de un solo cártel del crimen organizado que no comparten otros grupos, pero de cualquier manera sienta el precedente de una estrategia nunca antes utilizada y a la vez abre una nueva etapa en la disputa por el Estado.

En efecto, no nos equivoquemos ni nos engañemos, el crimen organizado no tan solo enfrenta al Estado para que le dejen libre su mercado, sino que lo hace porque, para expandirse o por lo menos mantenerse, necesita preservar los espacios de poder que goza en las estructuras del Estado.
Si los ataques a civiles inocentes en Morelia permanecen como un hecho aislado solo habríamos visto una acción enfermiza y desesperada. Pero si los ataques terroristas se repiten y se convierten en un instrumento de uso sistemático en otras partes del territorio nacional, además de lo anterior, entonces, estaremos ante la confirmación de una nueva estrategia.
La fuerte aunque no planificada ofensiva que ha lanzado el Gobierno de Felipe Calderón contra el crimen organizado ha provocado la réplica militar más intensa y generalizada de los cárteles de la droga en toda su historia delictiva.
Es evidente que el Presidente Felipe Calderón no analizó a fondo el poder que había alcanzado el crimen organizado en México. La pobreza de su plan, si es que así se le puede llamar, suscitó una violencia delictiva como no se había visto en la historia de México; pero por ello y a pesar de ello, las ganancias económicas de los cárteles, las muertes de sus integrantes, y el encarcelamiento y acorralamiento de muchos de sus integrantes han sido considerables.
Puede interpretarse que la nueva escalada de violencia es una reacción del debilitamiento y desesperación de, al menos, uno de los cárteles de la droga; o también puede pensarse que es un golpe de audacia estratégica para debilitar aún más al Gobierno del Presidente Calderón Hinojosa.
Los estrategas de los ataques terroristas del 15 de septiembre seleccionaron con precisión las circunstancias y simbolismos de tiempo, cultura y espacio, además de los efectos políticos.
Se asesinó e hirió a la población civil, pero la intención del ataque fue debilitar al Estado.
El mensaje simbólico fue claro: el ataque sucedió en Morelia para amenazar directamente al Presidente Felipe Calderón porque esa es su ciudad de origen.
El ataque se realizó el 15 de septiembre buscando la mayor notoriedad posible y para demostrar el nivel de desafío al que pueden llegar los cárteles en su guerra con el Estado y, de hecho, ahora, contra la población civil.
No es la primera vez en el mundo que el crimen organizado enfrenta nacionalmente a un Estado; por lo menos eso sucedió antes en Colombia. Sin embargo, sí es la primera vez que vemos en México un abierto acto de terror de la delincuencia organizada. Otros asesinatos colectivos que se han conocido en diferentes partes del suelo mexicano no podían distinguirse claramente de represalias o enfrentamientos entre diferentes organizaciones criminales. Pero el acto terrorista de Morelia no deja ninguna duda.
El poder de fuego, la movilidad y la sistematicidad de las acciones del crimen organizado demuestran una gran capacidad organizativa, logística y financiera. Actúan prácticamente en todo el territorio nacional y en varias partes del mundo. Son, a todas luces, un enorme poder global. Sus nexos con las organizaciones criminales de Italia, Estados Unidos y Sudamérica causan asombro, perplejidad y temor porque demuestran el tamaño, complejidad y poderío de las organizaciones a las que se enfrenta el Gobierno de Felipe Calderón.
Una de las reacciones que han tomado fuerza en diferentes círculos de opinión, en sectores de la clase política e incluso dentro de las Fuerzas Armadas es que ante la incapacidad y creciente debilidad del Gobierno federal lo que se impone es un nuevo gobierno, eficaz y duro. Un ejemplo, muy ilustrativo de lo anterior, es lo que dice el analista Javier Ibarrola, personaje que representa la opinión de corrientes importantes de las Fuerzas Armadas Mexicanas. Ibarrola, quien escribe en el Diario Milenio, escribió el 17 de septiembre:
"Es muy pronto para hablar de los responsables de las explosiones en Morelia, pero no para preguntarse: ¿qué no se había declarado la guerra al narcotráfico desde el primer día de este gobierno? ¿Acaso nadie le creyó a Calderón? ¿Por qué a dos años de haber tomado posesión, tiene que insistir en su proclama: "Declaremos, verdaderamente, la guerra a los enemigos de México"? O antes no fue verdadera la declaración de guerra o ésta ya se perdió junto con el control del Estado.
"Pero, en todo caso, la victoria no se alcanza por ´derecho´, sino que se obtiene con inteligencia y superando al enemigo en todos los frentes.
"Por eso, el General Guillermo Moreno Serrano, director general de Educación Militar y Rector de la Universidad del Ejército y Fuerzas Aérea, había ordenado antes a los alumnos que egresaban e ingresaban a los planteles militares ´mantenerse alerta de los orígenes, causas y derroteros de la delincuencia organizada, jamás bajen la guardia y mucho menos caigan en la tentación, pues cuando por cualquier forma de corrupción ellos doblegan a un servidor público es México todo quien sale perdiendo".
Han ido demasiado lejos, dijo el General Moreno Serrano, "demasiado lejos y confiados en las pústulas de la impunidad".
El soldado se forma para la guerra, y sabe que para declararla, sostenerla y ganarla, su planeación estratégica infiere que, por ejemplo, para combatir al narcotráfico, lo primero es conocer al enemigo; establecer los objetivos y las líneas de acción; preguntarse ¿cuáles son los medios con que voy a operar?; ¿cómo van a coordinarse las acciones de esos medios de "combate"?, ¿cuáles son los riesgos de la operación y cómo se van a afrontar?, ¿qué planes alternos voy a implementar?, y ¿cuál es el entorno psicosocial, económico, político y de fuerzas del orden, y la viabilidad del plan?
Así lo explica en detallado análisis titulado "Frentes de Combate del Gobierno de Felipe Calderón", un General retirado que solicitó el privilegio del anonimato.
Uno a uno descarna los puntos de la planeación estratégica, demostrando que el Gobierno calderonista no tiene respuesta para ninguno de ellos.
Para el General analista, los frentes de combate principales del Gobierno de Felipe Calderón son: narcotráfico, corrupción interna, crimen organizado y moral interna.
Y la conclusión del analista es igual de alarmante que la de Calderón:
"Con la falta de legitimidad, ingobernabilidad social, y empecinamiento en conservar en su gabinete de gobierno y en los principales puestos públicos, a sus amigos y gente inepta, es difícil que Felipe Calderón se conserve en el poder".
Si un General, especialista en temas de Seguridad Nacional ve la realidad mexicana de esa manera, muy semejante, por cierto, a como le ven Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, habrá que preguntarse: ¿qué tan lejos está este militar de la verdad, qué propone como respuesta y qué pasaría si, en efecto, Felipe Calderón no culmina el sexenio?
Los lopezobradoristas sugieren la revocación de mandato y nuevas elecciones, pero las clases medias y altas, en situaciones de profunda inestabilidad, suelen inclinarse por reclamar gobiernos duros de facto.
Cualquiera de las dos situaciones hablaría de una crisis política inédita en el México posterior a la Revolución. ¿Qué va a pasar?

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