octubre 03, 2009

Una defensoría del pueblo y desde el pueblo en la CNDH

En días pasados se hizo pública la convocatoria para presentar candidaturas a la Presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Tras un difícil camino previo, no excento de negociaciones partidistas, el proceso de elección del nuevo ombudsman nacional quedó a cargo de tres comisiones unidas del Senado y no sólo de la de Derechos Humanos, cual debe ser de acuerdo a la ley.

Lo anterior revela la posibilidad de que se intente llevar a cabo el relevo en la CNDH a partir de "cuotas políticas" y no desde la genuina preocupación de que la representatividad del Ombusman nacional garantice el resguardo y protección de los sectores más desprotegidos de nuestra tan deteriorada sociedad, fortaleciendo el reconocimiento de la CNDH como una defensoría del pueblo.

Ante un gobierno que se consolida día a día como el principal detractor (o en su defecto protector de los detractores) de los derechos humanos de la ciudadanía, poniendo en riesgo inclusive la promoción y defensa de los garantías individuales y sociales al criminalizar la protesta social, ante una realidad nacional que se nos presenta cada vez más violenta, tensa y fracturada y dada la situación actual de la CNDH, traducida en lejanía, distanciamiento y débil presencia real con los grupos y sectores más descprotegidos y marginados de la sociedad mexicana, que no ven en ella de momento un espacio de resguardo y defensa de sus derechos más elementales; nos encontramos ante la necesidad imperiosa de no permanecer al margen de la elección en la presidencia de la CNDH, para fortalecer y recrear un espacio que es nuestro y debe operar desde la perspectiva del pueblo, sobre todo del marginado y explotado.




Al hacerse pública la convocatoria para la elección de la nueva presidencia de la CNDH, las organizaciones, iglesias, grupos o personas tienen la oportunidad de postular a aquellos candidatos o candidatas que consideren pueden enfrentar y resolver la pérdida de autonomía y eficacia de dicho organismo, al tiempo de impulsar una defensoría de, desde y para el pueblo.

Mientras que empiezan a oirse algunos nombres auspiciados por los diversos grupos de poder en el Senado y el gobierno federal, un amplio número de organizaciones desde diversos ámbitos: social, civil, eclesial, popular, académico, cultural... , preocupados por ubicar este momento histórico como una oportunidad más de fortalecer el ejercicio democrático desde la ciudadanía, hemos decidido impulsar la candidatura de Emilio Álvarez Icaza Longoria, hasta el pasado 30 de septiembre Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), y quien el 1 de octubre hizo pública su decisión de postularse como candidato para presidir la CNDH.

Las razones por las que promovemos e invitamos a respaldar la candidatura de Emilio son más que sobradas. Tiene por delante una sinnúmero de logros obtenidos en sus ocho años al frente de la CDHDF, inaugurando un nuevo modelo de defensoría de derechos humanos centrado en las víctimas, y reconocido a nivel nacional e internacional por su eficacia, transparencia, capacidad de diálogo y autonomía respecto de los intereses de Estado, logro este último en gran medida por haber llegado a la presidencia de dicha Comisión por méritos propios y no por prebendas políticas; su trayectoria y compromiso al margen de intereses partidistas le valió ser elegido por unanimidad para dos periodos, por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Pero su perfil curricular no se limita al trabajo desempeñado con ahínco en la CDHDF, razón más que suficiente para ser considerado para la CNDH, sino que se remonta mucho más atrás. Emilio es figura representativa pionera de una nueva generación de defensores y defensoras de los derechos humanos en México, que no fue contaminado por la tentación del poder, sino que reconoce el poder como un ejercicio colectivo, y hoy se nos presenta congruente, cercano, dispuesto a seguir trabajando codo con codo junto a la ciudadanía por construir propuestas reales y sensibles para una sociedad cada vez más justa y solidaria con quienes menos tienen o a quienes más se las ha quitado.

Sus orígenes son eclesiales y ecuménicos, y sus motivaciones siguen siendo tales. Heredero de aquella primera generación de organizaciones defensoras de los derechos humanos en México, nacida en los sesenta y setenta por inspiración del Concilio Vaticano II, asumió con fidelidad creativa la estafeta de manos de José Álvarez Icaza y Luz Longoria, fundadores del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), organismo que presidió antes de ser nombrado consejero presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal, y de ahí pasar a la CDHDF.

En su tránsito de la sociedad civil a los organismos públicos autónomos, nunca olvidó ser deudor de la primera y hoy aspira dar un paso más, con el apoyo de muchas y muchos, para empeñar toda su experiencia y capacidades en la difícil tarea de remontar a tierra libre y firme a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, organismo cuya identidad primera es ser de y estar al servicio de la ciudadanía, sobre todo la má vulnerable.

En un contexto de descomposición y crisis global, amenazado aún por la ineficacia y autoritarismo del Estado, así como por el insalvable deterioro de la clase política, somos interpelados e interpeladas a sumar esfuerzos ciudadanos, sociales y eclesiales, en una apuesta común que no sea una persona, sino un movimiento amplio, plural e incluyente por una defensoría del pueblo y desde el Pueblo en la CNDH. En ello sustentamos la invitación que hacemos a a sumarse a este esfuerzo ciudadano colectivo.

Colectivo Alas

0 comentarios: