Teodoro Rentería Arróyave (especial para ARGENPRESS.info)
En el caso del zapatero de León, Guanajuato, en un principio en frustrado intento beneficiar la calidad de sus colaboradores, fue de fracaso en fracaso porque la intentona se quedó en la dinámica frustrante de nombrar personajes de la iniciativa privada, acostumbrada a formar cuadros que nada tienen que ver con la alta transcendencia de las labores públicas.
Los últimos cambios del Gabinete Presidencial, son de sobra conocidos por la opinión pública, a saber o mejor dicho insistir en ellos: El presidente Felipe Calderón Hinojosa ajustó su gabinete político con la salida de los secretarios de Gobernación, Fernando Gómez Mont; de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, y de la poderosa Oficina de la Presidencia de la República, Patricia Flores Elizondo.
En los cargos quedaron, en Gobernación, José Francisco Blake Mora quien fungía como secretario de Gobierno de Baja California; en Economía, Bruno Ferrari García, quien ocupaba la dirección de la promotora ProMéxico, Gerardo Ruiz Mateos, dejó la titularidad de Economía para regresar como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República.
Lo que no se entiende o nos negamos a entender, es todo este desbarajuste del equipo más cercano del presidente en turno para continuar con la misma necedad de nombrar personajes que han fracaso en su anteriores responsabilidades, sólo porque son “amigochos”.
Efectivamente, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hace recaer toda la responsabilidad del Ejecutivo Federal, en solitario, en un sólo individuo designado Presidente de la República -artículos 83 y 89; así es, sin embargo no se vale que ese individuo no calcule, no medite y no tome en cuenta la gran responsabilidad que el pueblo le ha conferido.
Desde luego que habrá quien critique nuestro dicho de que el pueblo le otorgó en las urnas la Presidencia de la República, puesto que el que definió en última instancia su mandato fue el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Aun así, es verdaderamente preocupante que el presidente de la República en su nuevo gabinete insista en nombrar a fracasados: en la Secretaría de Gobernación al perdedor electoral de las elecciones en Baja California, José Francisco Blake Mora, quien, exacto, perdió de todas, todas.
En la Secretaría de Economía a un honorable desconocido que su máxima experiencia es haber estado al frente de un anodino organismo llamado ProMéxico, Bruno Ferrari García, y otro que fracasó en la titularidad de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, a quien lo regresa a la poderosa Oficina de la Presidencia de la República.
En efecto, cambios todos exclusivamente para favorecer a su partido, Acción Nacional con vistas a la sucesión presidencial del 2012, y a su alfil o “amigocho”, Eduardo Cordero por ahora secretario de Hacienda. En serio, no se entiende que el huésped de Los Pinos, para desgracia del país y para los mexicanos, siga siendo líder del PAN, cuando debería ser el líder de México.
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