José A. Ríos Rojo
Este 7 de junio dejó de existir Don Joaquín Salgado Medrano en la Ciudad de México.
Su nombre lo empecé a escuchar en mi casa desde los primeros años de la década de los 60s del siglo pasado, cuando cientos de campesinos prácticamente vivían en la Plazuela Obregón, de esta ciudad de Culiacán. En las noches marchaban a dormir, atrás del cerro de la Iglesia de la Lomita, hoy colinas de San Miguel.
Lo empecé a tratar personalmente en el año 2000, cuando volvió a regresar con cierta frecuencia a Sinaloa.
En la década de los 60s del siglo pasado formó parte de las filas del Partido Popular Socialista (PPS) que dirigía Lombardo Toledano y de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). Después, amigos míos, entre ellos Benjamín Valenzuela Segura, lo vieron en la reunión fundacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en aquel 5 de mayo de 1989, con su paisano Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Fue funcionario en el gobierno del distrito federal con Andrés Manuel López Obrador, en quien siempre creyó y lo apoyó decididamente en la contienda electoral del 2006. Fue un hombre infatigable, positivo y siempre de buen humor.
Recorrió infinidad de veces nuestro Estado, haciendo trámites agrarios, gestionando los problemas de los campesinos, dotándolos de tierra, formando ejidos y buscando el crédito agrícola, así me lo ha contado José Lichter Salido, quien era funcionario bancario en aquellos años. Formó parte de ese grupo de hombres que dirigieron la izquierda social en Sinaloa, en la década de los 60s del siglo pasado, junto con Lázaro Rubio Félix, Martín Carrillo, Roberto Arriaga Ruiz y otros más.
En las elecciones presidenciales de 1988, recorrí el valle de Angostura en compañía de nuestro candidato a diputado federal por el Partido Mexicano Socialista (PMS), al Dr. Eduardo Aguilar Rodríguez . Mi sorpresa fue grande al escuchar a los habitantes de los ejidos Melchor Ocampo, Chinitos, Colonia Agrícola México (Palmitas), Agustina Ramírez y otros lugares, decir que si votarían por él, pero para la presidencia de la república su voto sería por Cuauhtémoc Cárdenas y no por Heberto Castillo. Era algo inexplicable para mí. Después leyendo el libro de Herberto Sinagawa Montoya, “Sinaloa, Historia y Destino”, empecé a entender el comportamiento de la gente de la margen izquierda del Río Évora. Pero la comprensión total de este comportamiento electoral me quedó claro, cuando en mi carro platicamos desde Angostura hasta Culiacán, Joaquín Salgado y yo. Me convertí en sacerdote y confesé a Joaquín Salgado. Hice que me contara toda la historia de la entrega de tierras en Angostura. Venía yo con el hombre que junto con otros cientos de campesinos abrieron brecha y formaron los pueblos y ejidos de la margen izquierda del Río Évora en Angostura.
En un artículo publicado por Herberto Sinagawa con fecha 6 de agosto del 2008, en el Periódico El Debate, narra el encuentro entre el Gobernador del Estado, General Gabriel Leyva Velázquez (1956-1962), y los líderes de los campesinos Lázaro Rubio Félix, Martín Carrillo y Joaquín Salgado: “El gobernador Gabriel Leyva les dijo: En Sinaloa ya no hay tierra que repartir para los campesinos. Los dirigentes campesinos le dijeron que si había, que era cuestión de desbaratar los latifundios simulados que existían. Frente a la negativa del gobernador, los dirigentes de los campesinos recurrieron al General Lázaro Cárdenas del Río, amigo y jefe del Gobernador Gabriel Leyva.”
Ya no vendrá a Sinaloa, Joaquín Salgado. Ya partió en silencio, tal y como lo hicieron sus compañeros de lucha Lázaro Rubio Félix y Martín Carrillo. Sus historias están por escribirse.
riosrojo@hotmail.com
julio 26, 2010
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