Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
2. Izquierda es una posición política coherente que lucha de diferentes formas por los intereses de los explotados y oprimidos. La izquierda real tiene la obligación de apoyar de manera directa y en concreto las luchas defensivas de los trabajadores, las huelgas, las manifestaciones, las batallas en las calles, en el campo, en las escuelas, en los procesos electorales, en las guerrillas, si fuera necesario. Ser solamente anti PRI, anti PAN, anti presidente, anti gobernador, anti imperialista, anti medios de información, no tiene nada que ver con la izquierda. Los izquierdistas son anticapitalistas en toda la extensión de la palabra: luchando contra el sistema de dominación y practicando formas de vida y de relaciones anti capitalistas. ¿Cómo autocalificarse de izquierda si se es dispendioso, consumista, destructor del medio ambiente, autoritario en el hogar, el trabajo y en la calle o no indignarse ante cualquier injusticia?
3. A falta de izquierda –aunque aún quedan sus restos- gobiernos y empresarios hacen lo que les da la gana con el país. Aunque la izquierda luchadora, antipoder, apareció en México al iniciarse el magonismo en el año1900 -pasó por la Casa del Obrero Mundial de 1912 a 1915, y por la lucha zapatista de 1910-19- en adelante nunca fue alternativa revolucionaria de los trabajadores o del pueblo. A partir de la consolidación en 1920-40 de la revolución burguesa mexicana y de su continuidad, la izquierda sólo subsistió de manera formal o burocrática dependiente de ayudas de la URSS o de algún funcionario “progresista” o cardenista. La izquierda nació y vivió en absoluta marginalidad porque la “ideología nacionalista de la Revolución Mexicana la sustituyó con creces en la práctica” y los muy raros movimientos que encabezó fueron reprimidos con saña. ¿De dónde podría haber una izquierda si la revolución y el cardenismo la taparon?
4. En vez de izquierda –como ideología de clase trabajadora- lo que dominó siempre en México en este campo fueron el nacionalismo y el imperialismo que se han sintetizado en el cardenismo. Si en los sesenta y setenta el debate ideológico marxista, leninista, maoísta, trotskista, guerrillerista, estuvo presente en los centros de educación superior y entre los pequeños partidos izquierdistas, entre la mayoría de los intelectuales orgánicos la ideología “nacionalista y antiimperialista” dominaba de manera absoluta y fue esta ideología la que predominó en la fundación de partidos grandes –impulsados en el sexenio de Echeverría Álvarez- en los años setenta. La realidad es que el marxismo y sus diversas interpretaciones no tuvieron que ver en la fundación de los llamados partidos de izquierda que en realidad sólo eran electoreros, dado que sólo buscaban el cumplimiento de la constitución burguesa y el nacionalismo.
5. Siguió registrándose un discurso de izquierda pero una práctica abiertamente electoral y en búsqueda de cargos. Así que la izquierda que no apoyó a los electricista que ha denunciado el líder Esparza y la que ha desaparecido del panorama según el amlista Batres, es una izquierda inexistente. No se le puede “pedir peras al olmo” si éste sólo da elecciones. Pero obviamente sí existen restos de la izquierda de los sesenta y los setenta que rompieron con las ortodoxias y reflexionan fuera de los dogmas; pero sobre todo han irrumpido millones de jóvenes en el mundo que exigen libertad, descentralización, horizontalidad, igualdad, combate al liderismo y caudillismo, acción directa. Y aunque parece que sus batallas “no se consolidan y se pierden en la nada”, porque están contra las organizaciones permanentes, el liderismo vertical y la publicidad, son una fuerza que pica y se retira que el gobierno persigue con saña.
6. Estos jóvenes que dicen no perder el tiempo en luchas ideológicas teñidas de dogmas, citas, héroes y santos; parecen moverse a partir de la indignación contra todo tipo de poder de derecha, centro o de “izquierda” que busca defender sus privilegios de Estado. Aunque estos jóvenes son pueblo, no se dicen de izquierda, pero al enfrentarse al sistema de explotación lo son en los hechos. En la medida en que las sociedades capitalistas no le garantizan a los jóvenes estudio y/o empleo, un ingreso seguro y son perseguidos por sus formas de ser o vestir, se van convirtiendo en enemigos del sistema (de todos los gobiernos, partidos, instituciones) El fondo de estas ideas de las mujeres, los jóvenes , marginados, ya las planteaba Marcusse en los primeros años de los sesenta al observar el crecimiento de la economía terciaria, de los servicios y el encuadramiento del proletariado de la gran industria al sistema capitalista.
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