Isabel Dorado Auz
Son ya poco más de tres años y medio los que lleva Felipe Calderón usurpando el poder en México y los saldos, en todos los ámbitos, son totalmente negativos.
Contrario a la principal oferta de campaña del presidente del empleo, Ernesto Cordero tuvo que reconocer que: "En la última medición que se tiene del Coneval, en la crisis del año pasado, se tenía una medición parcial de tres cuartas partes de la crisis, con un incremento de 5 millones 800 mil, es decir, casi 6 de millones de mexicanos habían caído en condiciones de pobreza". Ese es uno de los saldos que nos está dejando el gobierno surgido del fraude electoral del 2006. El incremento de la pobreza, obviamente, está generando una serie de retrocesos sociales que ayudan a incrementar la brecha entre los que menos tienen, una inmensa mayoría, y los privilegiados, unos cuantos, que constituyen los poderes fácticos que son quienes realmente gobiernan a nuestro país.
En la “guerra” contra el narcotráfico, el saldo ha sido cercano a los 25,000 muertos y el gobierno espurio ha tenido que reconocer que ha fracasado en ese intento de lograr legitimarse ante la sociedad mexicana. Por eso, lo comentaba en una colaboración anterior, el gobierno está reorientando su “guerra”, ahora en contra de organizaciones sindicales, lo cual explica que solo envió 200 elementos federales a Coahuila y mantenga a más de 2,000 efectivos en Cananea, cuidándole los intereses a Germán Larrea.
La impunidad y, en consecuencia, la administración que se está haciendo de la justicia ha propiciado un desgate de una institución que debiera ser ejemplo a nivel nacional, esto es, la Suprema Corte de Justicia. Casos como el de la Guardería ABC y la decisión de la Corte de reducir el monto máximo para calcular las pensiones, de 25 a 10 salarios mínimos, nos dan una idea clara de para quién está impartiendo justicia este órgano judicial. Otra vez, los poderes fácticos dejando claramente establecido el sometimiento de los tres poderes de la nación al servicio de los potentados, que todo lo tienen, y dejando de lado a la inmensa mayoría, cuando de impartir justicia se trata.
Laboralmente hablando, el desgobierno de Felipe Calderón no solo envió a 44 mil familias de Luz y Fuerza del Centro al desempleo directo, sino que además, propició que los mineros de Cananea continúen en una larga huelga minera, donde el resultado final podría ser la desaparición de la Sección 65 del sindicato minero, si es que los poderes fácticos logran imponerse una vez más.
Hay quien dice que ya es hora de terminar con esta larga pesadilla, pero la organización social que debiera iniciarse desde abajo sigue siendo aplastada por el enorme poder del duopolio televisivo, que pareciera le mandan línea a los “políticos” para que no intervengan en los conflictos sociales, o al menos, no los protagonicen bajo la amenaza de hacerlos pedazos mediáticamente hablando. Esta indicación, tal parece, va dirigida a todo el espectro político y, por eso, hasta los que se dicen de izquierda han resuelto dedicarse única y exclusivamente a desarrollar el potencial electoral con miras al 2012. Solo les advertiría que no estén seguros de que el pueblo mexicano pueda esperar tanto tiempo y, menos, si no se garantizan condiciones para que no se repitan los fraudes electorales de 1998 y de 2006.
Los tiempos, aunque corren de prisa, podrían no ser suficientes para controlar la impaciencia que crece ante tanta ineptidud de la “clase política”. Empieza a surgir la desesperanza y constituye el mejor caldo de cultivo para una insurrección popular, las opciones de bienestar nomás no llegan y se agravan los niveles de insatisfacción social.
julio 29, 2010
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