Isabel Dorado Auz
En el transcurso de la semana tuve una plática con una persona que me confesaba el grado de decepción que ha alcanzado en los últimos años. Se quejaba de muchas cosas y tenía razones muy válidas para cuestionar una serie de desatinos que el observaba en las acciones de gobierno.
Cómo entender, me decía, que el gobierno se lance a una lucha en contra del narcotráfico cuando tiene infiltradas a gran parte de las corporaciones policiacas. Como es posible, decía, que cuando uno tiene el valor de denunciar ciertas anomalías que cometen los jefes en turno, la consecuencia sea el despido del denunciante y no el castigo de la falta cometida por el funcionario en cuestión. Hasta donde hemos llegado, que aún y con las facilidades que tienen nuestros hijos respecto al uso del internet y otras herramientas no puedan tener un mejor sistema de aprendizaje y continuemos con un sistema educativo que no forma adecuadamente a nuestros futuros profesionistas. Estos y otros más fueron los cuestionamientos y la plática se prolongó por espacio de dos horas aproximadamente.
Por mi parte, le comenté que la derecha, a diferencia de la izquierda, tiene muy claros sus objetivos y para ello echa manos de diversas herramientas que le son muy útiles. Por ejemplo, el papel de subordinación que juega la iglesia católica a los intereses de la derecha, mencionándole el caso de la guardería ABC, donde el arzobispo extendió varias cartas donde reconocía la honorabilidad de los dueños de la misma para contrarrestar las denuncias de los padres de los niños en torno al asesinato, dicen ellos, de los 49 niños.
Le comenté también, como las universidades públicas han ido padeciendo una especie de metamorfosis de tal forma que ya no es posible que en el seno de las mismas se aborden temas relacionados con la problemática social, los foros que eran una constante en el pasado hoy son una novedad. Le conté el caso relacionado con la destrucción del Parque de Villa de Seris, donde una universidad privada tuvo más interés en conocer del tema que la misma Universidad de Sonora, llegando al extremo, el rector Pedro Ortega, de firmar un desplegado de apoyo al gobernante en turno para que se destruyera esa importante área verde.
Además, el momento fue preciso para comentar la razón de la ofensiva lanzada por la derecha en contra de las organizaciones sindicales. Como han logrado en los últimos tiempos desaparecer el contrato colectivo de trabajo de una sección sindical del sindicato minero en Nacozari, un golpe certero en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas, para muchos el sindicato más combativo con que se contaba en nuestro país, el intento por derrumbar la historia de nuestro país en esa lucha frenética en contra de la Sección65 del sindicato minero en Cananea, y un largo etcétera. Toda esta estrategia les ha funcionado, en gran parte, debido al control que han ejercido sobre los partidos de izquierda, particularmente el PRD, en el que lograron cooptar a muchos de sus dirigentes.
Le expresé que gran parte del deterioro que observamos se debe a la escasa participación nuestra en la defensa de nuestros derechos. Me cuestionó, entonces, que había logrado yo en lo personal en todas las protestas en que he participado. Me concreté a decirle que me siento satisfecho con externar libremente mis puntos de vista, que disfruto enormemente las pequeñas victorias que hemos alcanzado y que me quedaba claro que nuestros éxitos se multiplicarían si más personas comprometidas nos apoyaran. Le dejé claro que mi máxima satisfacción la alcanzaría cuando no fuese necesario protestar para que se hicieran bien las cosas en nuestro desmantelado país.
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