julio 20, 2009

2012, ABRIR LA MIRADA.

por Martín Vélez
Ya se aleja la espuma de la ola electoral del 2009. Los saldos están a la vista de quien quiera verlos. El gran perdedor es sin duda Felipe Calderón y su banda de chiquibabys encabezada por Germán Martínez; que a estas alturas andará guanajuatizando a una sufrida señora michoacana. Ojalá que esa señora, su mamá, no se deje.

La izquierda obtuvo el mejor resultado posible, tomando en cuenta que acudió a la cita dividida, con los enconos al rojo vivo; con sus diversas facciones disputándose entre sí los votos, así fuera para anularlos. Llegó a julio de 2009 habiendo recorrido una crisis que dura ya años, cuyo centro de disputa ha sido la dirección del PRD. Aun con todo lo anterior, el saldo electoral de las izquierdas ronda los 20 puntos porcentuales, quizá más, considerando que amplios sectores de votantes de izquierda decidieron anular el voto. En la mejor tradición masoquista y autoflagelante de la izquierda pudiera considerarse este resultado como muy pobre. Sin embargo, si se considera que el PAN, con todos los instrumentos presupuestales a la mano, con la PGR, con las televisoras y la radio operando a su favor obtuvo menos de 28%, entonces el resultado de las izquierdas, aunque malo, no es catastrófico.

Los chuchos llegaron al 2009 envalentonados. Los medios electrónicos alimentaron el encono de chuchos y shushos (los chuchos que niegan serlo) contra Andrés Manuel, ese dictadorzuelo. El argumento central de los chuchos ( y shushos), es que la línea de confrontación del Peje con el gobierno federal ahuyentaría a los votantes del PRD. Parece que se equivocaron, porque los votantes de izquierda se alejaron de aquellos candidatos que ofrecían una línea de colaboración con el gobierno federal. Por eso los candidatos chuchos no ganaron prácticamente en ningún lado. Entrarán a la cámara por la vía plurinominal, pero ya sin el envalentonamiento inicial, y en una clara posición de desventaja.

Andrés Manuel fue sin duda el personaje de la elección. Los Chuchos, Calderón y Beltrones; a través del TEPJF, con la chicanada de Iztapalapa, le pusieron en charola la oportunidad de mostrarse como un político sin par. La afirmación anterior pudiera parecer excesiva, no lo es. Sobresalir entre la degradada, pinchurrienta y corrupta clase política mexicana, no es mucho decir, de veras. Pudo Andrés Manuel contribuir para que PT y Convergencia conservaran el registro. El logro no es menor, porque de esta manera evita llegar al 2012 con la camisa de fuerza de un PRD secuestrado, por una izquierda al modo de la derecha.


Marcelo Ebrard salió bien librado. En un contexto de división perredista, con el barullo y la confusión que representó Iztapalapa, logró consolidar la gobernabilidad progresista de la Ciudad de México, cuya política social, orientada a la universalidad de los derechos, es el mayor y mejor logro de la izquierda electoral.

No obstante lo anterior, la elección también mostró que el acoso mediático al que ha estado sometido el Peje en particular, y la izquierda en general, ha rendido sus amargos frutos. Sobre la persona de Andrés Manuel y sobre los partidos y personajes de izquierda se ha construido un rechazo electoral que será difícil revertir. Por lo menos en el siguiente ciclo electoral.

La izquierda mexicana tiene en Andrés Manuel y Marcelo Ebrard a dos muy buenos precandidatos para el 2012. Cualquiera de ellos haría un magnífico papel, representando el proyecto de país y de gobierno de la izquierda. Sin embargo, es probable que no sea suficiente con presentar buenos candidatos; sobre los que se ha construido un rechazo entre los votantes.

Marcelo y Andrés Manuel han hecho público un pacto apalabrado entre ambos: el que llegue mejor posicionado al 2012 recibirá el apoyo del otro y será el candidato de la izquierda. Suena bien, pero ¿habrá otro personaje que, sin estar vigente en medios (y por lo tanto menos posicionado) pudiera resultar más competitivo que el Peje y Marcelo? ¿Podrá construirse un amplísimo frente electoral de las izquierdas, alrededor de un personaje que, al tiempo que concite un gran consenso social, sea inmune al rechazo electoral que ha sido construido sobre personajes y partidos de izquierda?

Me atrevo a poner un nombre en sus pantallas: JUAN RAMÓN DE LA FUENTE. Es solo un nombre. Tal vez con ese nombre se propicie un debate del que surjan otros nombres y otras posibilidades para enfrentar a la derecha que arroja, cada año, a más millones de mexicanos a la condición de pobreza alimentaria.

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