Pedro Echeverría V.
1. Las masas siguen a sus dirigentes cuando traslucen su sinceridad, honradez y combatividad; si éstos, por el contrario, son pusilánimes, “precavidos”, muy educaditos y hasta vendidos, las masas les ven la “aureola”, los siguen por cierto tiempo, pero después los mandan al carajo y comienzan a hablar muy mal de ellos. Los dirigentes de los electricista, si no toman instituciones ni bloquean vías importantes, ¿con que fuerza van a “negociar” con el gobierno de Calderón? La fuerza de la razón es una razón de tontos; nunca nadie ha ganado una batalla importante con argumentos jurídicos o políticos si tras él no hay una fuerza mayor. Los ricos tienen como fuerza principal el dinero y los sirvientes que tienen en los tres poderes del gobierno; los trabajadores su única fuerza son las masas en permanente actividad y con muchas ideas.
2. Los ricos tienen el dinero y el ejército, pero nosotros –así lo decimos- tenemos a las masas trabajadoras. ¿Qué es un indígena, un campesino, un obrero, pidiendo justicia ante un poderoso gobierno y empresario sino un ser sin voz, inexistente? ¿Qué son diez mil obreros y campesinos con sus tambores, sus gritos y sus carteles sino algo que los intimida? ¿Qué son 20 mil obreros e izquierdistas bloqueando bancos, carreteras, medios, paralizando la ciudad durante tres días o una semana? Los líderes “precavidos” o blandengues dirán que la gente no responde y como no responde pues ni siquiera planteárselo y mucho menos prepararla para ello. La gente sí sabe luchar en las calles y defenderse del ejército y la policía; los altermundistas, los oaxaqueños, la CNTE, los campesinos zapatistas, sobre todo, los jóvenes anarquistas, han dado ejemplos.
3. No, no se habla de guerrillas urbanas o rurales –aunque no están descartadas porque parece que hacia allí empuja el gobierno y su brazo armado- sino de tomas pacíficas de instituciones bancarias, embajadas, carreteras y principales avenidas; igual de pacíficas como tomó el ejército y la policía las locales de Luz y Fuerza en cinco o seis estados de la República. El ejército cuando toma locales la gente corre aterrorizada o huye, cuando nosotros lo hacemos les pedimos o les pediremos respetuosamente a los empleados que se retiren. Esa es nuestra única arma efectiva para negociar. ¿O queremos acaso que nos vean la cara de tontos, que nos entretengan en negociaciones, cuando no tenemos una fuerza efectiva y real para negociar? Paralicemos la ciudad de México y el gobierno nos buscará como locos para negociar y no nosotros les pediremos el favor.
4. Por más gigantesca que sea una marcha (un millón de manifestantes) no sirve de casi nada si después todos se van a su casita a descansar y a ver la televisión. Eso el gobierno lo ha aprendido muy bien y hasta se burla: tres o cuatro horas de marcha dan tiempo para tomarse unos buenos tragos mientras todo vuelve a la normalidad. El imbécil presidente Fox cedió en 2005 porque era otra cosa: además de concentraciones varias de AMLO, no se le dejó en paz en sus actos, además que pensó en otra estrategia: el fraude electoral. Calderón es otra cosa: su política es de fuerza y de confrontación y los obreros electricistas, de la UNT, los mineros, no pueden pasarse el tiempo huyendo o queriendo negociar solo por “su cara bonita”. No hay nada que negociar con el gobierno; lo único que corresponde son una enorme cantidad de acciones y bloqueos.
5. Dice el boletín del SME: “Al medio día, asistimos a una reunión con Fernando Gómez Mont secretario de gobernación, a quien le planteamos nuestras exigencias: la derogación inmediata del “decreto de extinción” de LyFC; el retiro de las fuerzas policiacas y militares de nuestros centros de trabajo y el cese a la política criminal de hostigamiento a nuestros compañeros, y por último, el establecimiento de una mesa de diálogo verdadero para resolver los problemas técnicos y financieros de LyFC. Gómez Mont ni nos ve ni nos oye. Ello nos obliga a recurrir a otras instancias del Estado, en este caso, a la Cámara de Diputados, con quienes entablaremos una Controversia Constitucional con el apoyo de diversas fracciones parlamentarias, paralelamente, recurriremos al amparo por parte de cada uno de los trabajadores miembros de nuestra Organización Sindical”.
6. Nada de esto servirá sin acciones de masas y bloqueos contundentes. Eso podría llevar a que se apague el movimiento y a una derrota estrepitosa muy bien apuntalada por los medios masivos de información que continuarían denunciando “la quiebra de la empresa por los gigantescos privilegios de los obreros y del SME”. Aún más: parece que el PRI –que cogobierna con el PAN- por medio del funesto Labastida, ha buscado justificar las medidas de Calderón porque “era un pendiente desde hace muchos años”. ¿No se confía acaso en apoyos externos y en el movimiento “Diálogo Nacional” que lleva más de cinco congresos e igual número de años? La desaparición del SME sería el golpe más importante de la burguesía a los trabajadores mexicanos y, al mismo tiempo sería una gran decepción para los izquierdistas seguidores y apoyadores de sus luchas.
7. Si los electricistas quieren recuperar su trabajo, si no quieren ser desempleados, tienen que recuperar la empresa y su sindicato. Si por el contrario les importa un bledo que los hayan liquidado pueden pasar a cobrar sus alcances y hasta hacerse ilusiones de ser nuevamente contratados. Ni modo, así son las organizaciones y los movimientos que llegan a ser indispensables; cuando sufren un rotundo golpe como este, cuando los silencian, pero sobre todo cuando los hacen desaparecer, queda un gran espacio que para llenarlo se requieren una o dos décadas. Mientras tanto, la clase explotada y oprimida, los más miserables, pierden las esperanzas para liberarse. Espero que los electricistas ahora, más que nunca, vuelvan a ser la vanguardia de la lucha nacional en la defensa contra la privatización, el neoliberalismo y el capitalismo.
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