Por William Fisher
Una de las tantas personas que debió recibir atención médica tras el terremoto que sacudió a Haití el 12 de enero. Crédito: Foto ONU/Marco Dormino. | |
En medio del caos y el sufrimiento que inevitablemente acompaña a todos los desastres naturales, hay personas que comienzan a pensar en el futuro de Haití. Y el punto de partida es no repetir el pasado.
Expertos en desarrollo intentan borrar la mancha en la historia de la ayuda internacional a Haití, acabar con una era de devastadora politización y comenzar a pensar en una vía por fuera del paradigma convencional de desarrollo.
El destino de un préstamo particularmente importante pasó a ser emblemático de los factores que han reducido en forma severa y consistente la efectividad –e incluso la existencia—de proyectos viables de desarrollo en ese país.
Eric Michael Johnson, del Departamento de Historia de la Universidad de British Columbia, dijo a IPS: "La actitud de Estados Unidos hacia Haití puede ser mejor entendida como un tipo de paternalismo abusivo, a veces condescendiente y a veces dominante, dependiente de cuán plenamente los gobiernos haitianos obedecen a los dictados paternalistas".
Para ilustrar este punto, Johnson explicó a IPS lo que ocurrió después del primer golpe de Estado y la restauración de Jean Bertrand Aristide a fines de 1994, en un periodo de gobierno que terminó en 1996.
Éste fue seguido por los primeros cinco años de gobierno de René Préval (actual mandatario, tras ser reelecto en 2001).
En 2000, Aristide una vez más triunfó en forma abrumadora los comicios, pero su reelección no fue vista con buenos ojos por el gobierno de George W. Bush (2001-2009) debido a su giro hacia una política más a la izquierda y su acercamiento con Cuba y Venezuela.
Johnson recordó que el gobierno de Bush conspiró para cortar los fondos que eran destinados para infraestructura vital y proyectos de salud pública en Haití.
Un desembolso de 146 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ya había sido aprobado, pero ante la insistencia de Estados Unidos no se concretó. Unos 54 millones de dólares de este préstamo estaban destinados atender urgentes proyectos de agua y saneamiento.
"Esta decisión probablemente provocó la muerte innecesaria de un número incalculable de pobres haitianos", dijo Johnson.
En 2006, el Centro Robert F. Kennedy presentó una solicitud invocando la Ley de Libertad de Información para obligar a Washington que divulgara datos vinculados con esta decisión.
En esos documentos "había clara evidencia de que Estados Unidos bloqueó los préstamos porque objetó la elección de Aristide", aseguró Johnson.
El BID aprobó estos préstamos entre 1996 y 1998, y Haití pagó alrededor de 10 millones de dólares de intereses incluso antes de recibirlos. En 2001 no había razón para que el organismo siguiera bloqueando eso créditos, pero lo hizo de todas formas.
Los préstamos no fueron desembolsados y, el 8 de noviembre de 2001, el Congressional Black Caucus (grupo de legisladores negros) escribió a Bush señalando que era "incorrecto imponer una política inflexible que condicione enteramente las relaciones y la ayuda de Estados Unidos, sean préstamos o donaciones, al proceso político de un país".
También insistió: "Es imperativo que Estados Unidos levante su bloqueo a toda la ayuda esencial a Haití, particularmente los préstamos actualmente retenidos en el BID".
Estados Unidos, el mayor contribuyente del BID, continuó poniendo obstáculos para los desembolsos, incluso cuando Haití estaba pagando intereses de préstamos que no había recibido. En 2002, Puerto Príncipe dejó de pagar.
Un estudio publicado por la revista Health and Human Rights, señaló: "Las declaraciones públicas de funcionarios de gobierno estadounidenses explícitamente vincularon la decisión de no hacer los desembolsos con preocupaciones políticas".
A comienzos de 2002, la revista concluyó que el BID no había tenido la intención de desembolsar los préstamos, y el gobierno haitiano suspendió los pagos de intereses.
Los atrasos de Haití a su vez imposibilitaron nuevos créditos con lo que, dijo Johnson, "el plan del gobierno estadounidense de enlentecer los desembolsos logró bloquear los préstamos en forma indefinida".
Al fin de cuentas, esos préstamos fueron negados "porque el gobierno de Bush objetó los asuntos internos políticos de Haití, una decisión que violó la carta del BID".
"Los créditos para desarrollo fueron usados como un arma para oponerse al gobierno de Jean Bertrand Aristide. Incluso después de que fueran finalmente aprobados en 2003 (principalmente gracias a la presión del Congreso), los proyectos sobre el agua entraron en su fase de implementación recién a mediados de 2007", añadió.
La falta de agua potable ha impactado seriamente en la salud de los haitianos, dijo Johnson, y señaló que al menos 84,4 por ciento de los hogares han sufrido al menos un caso de enfermedad infecciosa.
Esto "pudo haber sido diferente", sostuvo Johnson, y agregó que Washington "tiene una significativa responsabilidad por esto, y se debe al pueblo de Haití por las decisiones de pasadas administraciones".
"Haití tiene una histórica dependencia no sana hacia el comercio exterior y las finanzas, desde los días coloniales del comercio de azúcar a la actual asistencia provista por los países industrializados", escribió Johnson en el diario The Huffington Post.
"Ahora los mismos políticos y las elites financieras que ayudaron a crear este casos proponen un aun mayor programa siguiendo el mismo modelo", criticó.
No obstante, señaló: "los haitianos no son niños, y pueden administrar en forma efectiva sus propios asuntos si le dan la oportunidad de hacerlo".
Johnson coincidió así con la propia Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que señaló: "Será importante que los propios haitianos asuman responsabilidad y plena propiedad de su futuro. El gobierno, la sociedad civil y el sector privado deberían liderar la creación de una agenda nacional de desarrollo".
Una estimulante variedad de profesionales haitianos e internacionales del desarrollo trabajan ahora para diseñar planes de reconstrucción que son necesarios, prácticos y financiables.
La mayoría afirman que, a diferencia de los proyectos del pasado, estas actividades no deberían ser solo creaciones de Estados Unidos, superpuestas a las necesidades de Haití, o programas que sólo benefician a las elites. Esperan lograr una cooperación sostenida entre los haitianos comunes y la comunidad internacional.
* La próxima entrega de esta serie de artículos describirá algunas de las específicas iniciativas de desarrollo llevadas a cabo por Estados Unidos, instituciones internacionales y donantes.
0 comentarios:
Publicar un comentario