por Martín Vélez
Parece que a Dios se le está haciendo bolas el engrudo; al menos eso pueden pensar algunas personas que han decidido ayudarle a hacer su trabajo. Me explico: una de las más importantes funciones de Dios es pintarnos a cada quien nuestra raya. Sólo Dios sabe hasta donde llega la última rayita de cada quien. “Si me han de matar mañana, que me maten de una vez”, dice la canción; pero aunque quieras, chato, Dios, y sólo Dios, debe decir hasta cuándo y hasta dónde. Pero eso era antes. Ahora ya hay personas que pueden saber cuándo deben morir otras personas. Como que se desesperan porque ven que a Dios se le está juntando mucho el trabajo, y deciden entonces ayudarle con la carga.
Fue Mauricio Fernández Garza, presidente municipal panista de San Pedro Garza García, municipio conurbado de Monterrey, Nuevo León, quien dio la señal de que había quienes estaban haciendo el trabajo de Dios; pintándole la rayita final a la vida de otras personas. Mauricio dijo, en una entrevista, que había formado un “grupo de limpieza, de trabajo rudo” para limpiar de indeseables a su municipio. La muestra de lo que sus palabras significaban vino semanas después: él mismo anunció la muerte de un delincuente de nombre Héctor “El Negro” Saldaña. Pero cuando hizo tal anuncio nadie sabía que “El Negro” estaba muerto. Nadie, excepto los que lo mataron. Sólo horas después de que Mauricio anunció su muerte, el cadáver del “Negro” fue identificado por las autoridades del Distrito Federal; había sido encontrado en la cajuela de automóvil. ¿Cómo supo Mauricio que “El Negro” estaba muerto? Sólo de dos maneras: o se lo dijo Dios, o se lo dijeron los asesinos, como reporte de trabajo. ¿Mauricio Fernández Garza haciendo el trabajo de Dios?....uf!, y lo que nos falta por ver.
La primera evidencia de aparición de escuadrones de la muerte se presentó apenas iniciado el sexenio de Calderón. En Quintana Roo, al lado de cadáveres de presuntos narcomenudistas, asesinados en abril de 2007, firmaba el narcomensaje obligado el grupo “Soplan Vientos”. Ese grupo dejó un escrito muy claro: “Este es un mensaje para todos los tiradores de droga, es mejor que se abran. Soplan Vientos”. Luego hubo evidencias documentadas que el propio Ejército, en el estado de Chihuahua, estaba ahorrándole preocupaciones a Dios. Algunos detenidos por el Ejército fueron desapareciendo. Después aparecerían sus cadáveres incinerados en las afueras de ciudades de ese estado. ¿Los quemaron vivos, o los mataron y luego los quemaron? Sólo Dios sabe. Bueno sólo Dios y sus ayudantes uniformados, de pelo cortito.
En días recientes surgió otro grupo de ayudantes de Ya Saben Quién: En Michoacán (¿por qué siempre Michoacán?). El “Comandante Miguel” encabeza un grupo llamado Pelotón Omega; han distribuido volantes en los que avisan a los delincuentes que, si “no tienen perdón de Dios, según la Biblia; tampoco tienen el nuestro”. Los estamos vigilando, advierten, “y cuando los tengamos a tiro serán ajusticiados”. La despedida del texto es algo más que elocuente: “En el nombre sea de Dios. Comandante Miguel.”
Los escuadrones de la muerte que están operando en todo el país (ver en Youtube la ejecución de una supuesta empleada de la Línea en Cd. Juárez) son, por si faltaba, otro síntoma más del fracaso absoluto de la guerra contra algunos narcos. Habrá sectores sociales, desesperados por la evidente ineptitud de Calderón y la aparente pasividad de Dios, aplaudan a estos nuevos diositos. Se equivocarán apoyando a esos santurrones de metralleta. ¿Sabrán los matones “justicieros” dónde detenerse? O sucederá como con Hitler, que empezó matando judíos y después, para no errar, agarró corte parejo.
En resumen: en este “sexenio del empleo” las cosas van de peor en más peor; parece que ahora hasta el Altísimo se puede quedar sin chamba. Lo único que le faltaba a Calderón: convertir a Dios en otro NINI.
octubre 20, 2010
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