La Ley de Extinción de Dominio consiste en darle al Estado la facultad de confiscar los bienes de los delincuentes. Es diferente a la expropiación, pues con la Ley de Extinción de Dominio el Estado no paga, nomás de les dice "con permisito, llegó Manotas". Claro, después de demostrar que aquellos son delincuentes y éstos, los bienes utilizados para delinquir. Esta Ley es de los instrumentos que, incluso en el nivel internacional, ha demostrado mayor eficacia en el combate al crimen organizado. De origen italiano, ese instrumento legal ha sido aplicado con éxito en Colombia. En esos dos países demostró que, atacando el enriquecimiento de los criminales, se pueden debilitar las redes mafiosas hasta el punto de hacerlas retroceder.
En México la Ley de Extinción de Dominio se aplica en el Distrito Federal. Casas de seguridad de secuestradores, lotes de autopartes robadas, hoteles y hoteluchos para la explotación sexual esclavizada, entre otros, han sido confiscados aplicando la ley señalada. El éxito es tal que muchas bandas han decidido abandonar la Ciudad de México, emigrando a entidades aledañas. El Gobierno (¿?) de Calderón también promovió una iniciativa de Ley de Extinción de Dominio a nivel federal. Esa iniciativa fue aprobada por el Congreso, pero fue tan deficiente que mueve a suspicacia. El caso es que la ley federal de extinción aún no se aplica en ningún caso relevante.
Desde estos humildes renglones se avienta una propuesta que requiere de un valiente. En virtud de la probada eficacia de la Ley de Extinción de Dominio, que puede constatarse en diversos países y en el propio Distrito Federal, se propone desde aquí, ya se dijo que humildemente, aplicar la Extinción de Dominio en los casos de corrupción política. Esta propuesta implica que todos los políticos, todos, estarían obligados a explicar suficientemente el origen de su riqueza. Si no lo puedes explicar, no lo debes poseer, así de fácil. Y no sólo los políticos estarían sujetos a esta ampliación de los alcances de la Ley de Extinción de Dominio. También los empresarios, y los que dicen serlo, que viven del contratismo gubernamental, deberían estar sujetos a esta ley; además de la parentela de políticos y empresarios chupeteadores del erario.
Por ejemplo: en el caso del muchacho llamado César Nava, se sabe que acaba de comprar un departamento valuado en 25 millones de pesos, aunque él dice que se o dieron en un ofertón loco. Hasta donde se sabe, los ingresos del joven Nava siempre han salido del erario. Si él no es capaz de demostrar la legal adquisición del dinero con el que compró el Nidito de Patylú, entonces el Estado tendría el derecho, y la obligación, de confiscarlo. Fíjate que suave.
Otro caso en el que se podría aplicar la Extinción de Dominio es en los bienes que los políticos no señalan en su declaración patrimonial. Si un político, quienquiera que sea, no declara una casa, un vehículo, un yate, un "depa" en Miami o en San Diego, un avión, en fin, lo que sea que por cualquier razón no presente en su declaración patrimonial, debe entenderse que está reconociendo tácitamente, por el solo hecho de no declararlo, que no le pertenece, que no le debe pertenecer. Otra vez: si no lo puedes explicar, no lo debes poseer; si te da vergüenza decir que es tuyo (en la declaración patrimonial), entonces no debe ser tuyo.
El caso anterior se hace carne en Vicente Fox y Felipe Calderón. Recordará usted, memorioso lector, que Fox entró a la presidencia con un rancho y salió con tres. No tendría nada de particular, si Fox, al concluir su sexenio, hubiera señalado los otros dos ranchos en la declaración patrimonial. Pero no fue así.
Un caso aparte es el de Calderón. Cuando se autoprestó tres millones de pesos, siendo director de Banobras, adquirió una casa de 174 metros cuadrados en la colonia Las Águilas en el D.F. Ahora posee, en la misma colonia y contigua a su mal habida casa original, propiedades que suman 1940 metros cuadrados, mientras que Margarita Zavala (sin ingresos propios) adquirió, ahí mismo, un terreno de 234 metros cuadrados. Lo anterior, otra vez, no tendría nada de malo. Si Calderón pudiera explicar su repentina riqueza inmobiliaria. Esa explicación no parece fácil, porque las casas y terrenos adquiridos últimamente no aparecen en su declaración patrimonial. Si no lo puedes explicar, no lo debes poseer, Felipillo querido. Una nueva Ley de Extinción de Dominio, que incluya la corrupción política, despojaría a todos los políticos de los bienes cuya legal adquisición no puedan explicar.
¿Y para qué se busca un valiente? Bueno, pues se busca un valiente, entre la clase política, mejor si es diputado o senador, pero pudiera ser un gobernador, un presidente municipal, un procurador, que presente una iniciativa para que sea promulgada una Ley de Extinción de Dominio, que incluya el enriquecimiento inexplicable en su campo de aplicación. Que penalice la omisión en la declaración patrimonial con la confiscación de los bienes omitidos.
¿Dónde está ese político valiente, que lanzará esa iniciativa contra la corrupción política?…
…¡Ep!, ¡ep!, ¡pérense, pérense!...no se amontonen, hagan fila.
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