enero 05, 2009

Desde México: Plomo fundido

lunes 5 de enero de 2009

Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)

En algún lugar desolado, entre el mar y el desierto, entre las dunas de los dogmas, alguna vez se erigieron las manifestaciones tangibles de la divinidad; y es justamente ahí, en el ombligo del mundo, sobre el relieve terrestre donde los Dioses posaron su mirada, donde nacieron y perviven los grandes fundamentalismos que flagelan a la Humanidad…

En la franja de Gaza y Cisjordania los dogmas se han concretado en fundamentalismos radicales, y es ahí donde se ubican las ambiciones de las hegemonías en el imperio global. Por su ubicación en el mapamundi, Gaza se asienta en la antigua ruta del mar que conectaba al Cercano Oriente y a Europa, y siempre ha sido un territorio atractivo para los israelitas, y otros pueblos, debido al desarrollo comercial alcanzado por los desaparecidos filisteos, que fueron una potencia naval en su tiempo.

En una ínfima porción del relieve terrestre, en un territorio rectangular de tan sólo 360 kilómetros cuadrados se han confrontado las huestes mortales de versiones antagónicas de la divinidad: según los creyentes del sionismo religioso, esta franja es parte integral aquella legendaria tierra que Jehová le prometió a los israelitas; en los tiempos bíblicos, el patriarca Abraham condujo a su nación en ciernes a lo largo de esa costa mediterránea; en la época de los Jueces israelitas, fue ahí, donde los filisteos dominaron y cegaron a Sansón, quien en venganza destruyó su templo; Gaza y el pueblo filisteo fueron condenados a la destrucción en las profecías de Amós y fueron estigmatizados por Sofonías.

Y las profecías de los hebreos se cumplieron mucho antes del Armagedón, cuando la tierra de los filisteos fue conquistada por griegos, romanos, musulmanes, cruzados y turcos. Esta tierra fue el lugar estratégico donde acampó el ejército de Napoleón; y esas dunas frente al Mediterráneo, donde ya no mana la leche ni la miel, se incluyeron en el botín que compartieron los vencedores de la II Guerra Mundial. Y ahora, el fanatismo nazi simbolizado en la swástica del III Reich es equiparable al sionismo bélico de la operación “Plomo Fundido”.

No!... Ningún motivo, ya sea político, comercial o religioso, es suficiente para justificar, ni ahora ni nunca, una brutal invasión como la ofensiva del ejército israelita en territorio palestino. A pesar de las protestas en todo el mundo y con el pretexto del combate al terrorismo, el presidente israelí, Simón Peres, rechazó cualquier posibilidad de una tregua humanitaria o un alto al fuego.

La inequidad de las fuerzas confrontadas y la crueldad de la incursión militar israelita actualiza la circunstancias que propiciaron los sentimientos de xenofobia que los judíos padecieron durante el nazismo; la determinación de arrasar con los palestinos asentados en Gaza es una nueva versión del holocausto, pero ahora la nación victimizada se erige como un grotesco victimario: los ataques indiscriminados de las fuerzas armadas israelitas, que pretenden extinguir la resistencia palestina (Hamas) flagelan a la población civil asentada en la Franja de Gaza, que vive por debajo del nivel de pobreza y depende de la ayuda humanitaria.

En aquella tierra, habitada desde hace milenios por la desolación, el tiempo parece no haber transcurrido porque el fuego de los odios ancestrales aún no se extingue, la única diferencia entre los adversarios confrontados es el gentilicio, porque las convicciones son exactamente iguales a las de aquellos filisteos que lucharon contra los hebreos, a las que distinguieron a los paganos y al pueblo escogido, a los infieles y a los cruzados, a los judíos y a los nazis.

Esa porción del planeta ha sido el escenario de las más descarnadas confrontaciones por el poder esgrimiendo las razones de la fe. Y aquellos parajes del fanatismo, las afrentas contra la armonía universal alejan al hombre, cada vez más, del paraíso donde residen las divinidades, condenándolo a existir en el entorno cruel y violento que ha edificado, ha padecer en vida el infierno forjado con su maldad y sus ambiciones.

Tal vez, la crueldad inherente en la condición humana se manifestó cuando surgieron las cosmogonías y los dogmas que buscaban el motivo de la existencia del hombre en este planeta; quizá, los únicos elementos perpetuos sobre la faz de la Tierra se amalgamaron en una confusa fusión de revelaciones sublimes y castigos grotescos; sólo así puedo explicarme que allá… sobre el relieve terrestre donde los Dioses posaron su mirada, aún pervivan los grandes fundamentalismos flagelan a la Humanidad…

Laura M. López Murillo es columnista local. Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos Especializada en Literatura en el Itesm.

1 comentarios:

Jesús Ibarra Salazar dijo...

Estamos en la misma frecuencia.
Pueden visitar mi blog: http://chuyibarra.blogspot.com
Saludos
Jesús Ibarra Salazar