abril 28, 2009

Influenza y sociocultura epidemiológica

Jesús Peraza Menéndez
La inteligencia social, su sistema inmunológico

Las características del brote, de esta nueva y desarrollada forma de influenza, virus A H1N1 (H:hemaglutina y N:Neuraminidasa). Ambas son moléculas del virus que sirve para penetrar en las células del huésped y diseminarse en los tejidos respiratorios. El comportamiento epidemiológico observado con este virus sugiere que los grupos de mayor riesgo de enfermedad y sufrir complicaciones son los niños de edad escolar y los jóvenes (la influenza estacional, por el contrario, cobra sus víctimas principalmente en los extremos de la vida los niños menores de 5 años y adultos mayores de 65 años (es información del investigador José Luis Díaz Ortega). La Organización Mundial de la Salud (OMS), anunció una alerta número 3 de 6 fases en la que precisa que requiere más información, pues es una mutación hasta ahora desconocida.

Específicamente para pasar a la fase 4 se requiere comprobar que el virus de influenza tiene la capacidad de trasmitirse de persona a persona, más allá de los grupos familiares que cuidan a los enfermos, eso convierte esta enfermedad en una potencial pandemia, esto significa que puede extenderse en poco tiempo sin tener un grupo específico sino que todo ser humano queda expuesto a este virus, puedes ser víctima y trasmisor, los efectos de la adquisición del virus pueden ser mortales (esto lo sabremos hoy lunes a media noche).
En estas condiciones la situación requiere de una relación de comprensión social (de ejemplar solidaridad como la que experimentamos luego de los terremotos de 1985 en la Ciudad de México), esto implica no tener un “lenguaje médico” incomprensible y otros popular-carente-de-los-elementos entendimiento común del proceso de salud-enfermedad-atención. No hay dos realidades diferentes, una para los expertos-médicos-élites y otra para la población. Por población se entiende a todos, no sólo a los privilegiados, con-servicios-médicos-privados, sino a todos los seres humanos que deberán ser atendidos por igual en clínicas públicas y privadas con la mayor oportunidad, eficacia y capacidad.
La medicina-los-servicios-de-salud, no puede convertirse en objeto de especulación, control, manipulación de políticos y élites, no hay razón para que los monopolios de laboratorios de medicamentos mantengan sus políticas de especulación, son empresas que producen medicamentos pero que reciben servicios de expertos de universidades públicas, que hacen la investigación sobre estas enfermedades. Enfermedades que, en parte, se desarrollan con esta modernidad de la extrema riqueza y extrema pobreza para miles de millones de seres humanos, con tecnociencia inhumana, es la de la ganancia a toda costa. Deben abrir sus expedientes para informar en comités públicos, sin secretos industriales o estrategias mercantiles (igual que los servicios de inteligencia que incuban virus y bacterias para la guerra, aplicados ya en varios países).
Comités o Centros Interdisciplinarios de Salud Pública, formados por las autoridades, las investigadoras (es) y las defensoras (es) de los derechos humanos, dadas la relaciones de inestabilidad-política que han generado los procesos políticos, económicos y la corrupción generalizada en el país y en buena parte del planeta. Es más aguda esta desconfianza en algunos estados de la república como Oaxaca, Chiapas, Puebla, porque no se han resarcido los tejidos sociales, rotos con las imposiciones de presidente, de diputados, de gobernadores, en los que por supuesto no hay ninguna credibilidad y tampoco en esos industriales-comerciantes irracionales de medicamentos y los medios de información. La confianza podrá surgir con relaciones enfocadas en esta emergencia, a base de claridad, de honestidad y de reconocimiento de la sociedad y sus organizaciones sobre el proceso de salud-enfermedad-atención.
Es sin duda momento para desarrollar la epidemiología sociocultural que se basa en el análisis interdisciplinario de problemas colectivos de salud. Requiere de la cooperación, la solidaridad y la reciprocidad para obtener información, para formar mecanismos de defensa social que permitan atender la enfermedad en las mejores condiciones y sobreponerse a los problemas socialmente, sin sufrir estigmatización, aislamiento-como-abandono por razones económicas, políticas, culturales. Lo que entraña que no es un asunto médico exclusivamente, no es un experto aislado o una "autoridad providencial" la que guiará por buen camino, sino la sociedad conciente y organizada. Con un proceso de comunicación objetiva-veraz-rápida-completa, sobre los casos que se presenten, sus síntomas, las causas y sus conexiones, los medios electrónicos deberán ser regulados para no desarrollar campañas de terrorismo mediático abiertas o encubiertas, para ser medios de información y comunicación social-veraz-objetiva.
En Yucatán ya antes se ha propuesto a la Universidad Pública (UADY-Judy Ortega Canto) y a los centros de investigación (CINVESTAV-Gilberto Balam Pereira), y a las autoridades, crear un Instituto Interdisciplinario de Salud Pública (socialmente más necesario que un parquecito científico de relumbrón), que reúna, la capacidad y experiencia social, con las disciplinas de la salud, las ciencias sociales, las humanidades y las tecnociencias, que desarrolle innovadores mecanismos de organización social para enfrentar estas crisis que quebrantan la serenidad, la salud, la convivencia y ponen en riesgo a la humanidad. Esto pasa por cambiar el sistema que ha perdido de vista al ser humano, no está de más reflexionarlo sin la prepotencia ni la soberbia de los dominadores o los privilegiados, estas enfermedades no tienen fronteras ni clase social.
Hay que recurrir a las redes familiares y comunitarias, a las organizaciones sociales legítimas y verdaderamente existentes por su-trabajo-social, a los usuarios y prestadores de servicios de la salud, a los funcionarios y directivos de programas o responsables de las políticas públicas, para tener un lenguaje común eficiente y práctico sin autoritarismo, ni educación y fomento de la ignorancia sobre enfermedades que nos aquejan y otras potenciales, las que en procesos socioculturales-epidemiológicos se pueden atender para evitar mayores consecuencias y males.
Hay que permanecer en calma pero alertas, no dejar que se convierta en pánico que derive en enfrentamiento entre los que concentran riqueza y poder con los despojados y oprimidos, hay que estar activos, bien-dispuestos para luchar por la vida y disfrutarla con los otros.

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