Mark Weisbrot
The Guardian
Entre las opiniones convencionales que vemos a diario en la prensa de negocios está la de que los países en desarrollo deben hacer lo indecible para crear un clima amistoso para las corporaciones extranjeras, seguir los consejos de política ortodoxa macroeconómica (neoliberal) y tratar de lograr un ranking de crédito soberano favorable a las inversiones, a fin de atraer más capital extranjero.
¿A que no adivinan qué país se espera que tenga el más rápido crecimiento este año en las Américas? Bolivia. El primer presidente indígena del país, Evo Morales, fue elegido en 2005 y tomó posesión en enero de 2006. Bolivia, el país más pobre de América del Sur, había estado operando bajo acuerdos con el FMI durante 20 años consecutivos, y su ingreso per cápita era menor que el de 27 años antes.
Evo expulsó al FMI tres meses después de tomar posesión, y luego renacionalizó la industria de hidrocarburos (mayormente gas natural). No hay que decir que esto no cayó muy bien en la comunidad corporativa internacional. Ni tampoco la decisión de Bolivia en mayo de 2007 de retirarse del panel internacional de arbitraje del Banco Mundial, el cual tenía una tendencia a solucionar las disputas a favor de corporaciones internacionales y contra los gobiernos.
Pero la renacionalización por parte de Bolivia y el incremento en regalías por los hidrocarburos han dado al país miles de millones de dólares en ingresos adicionales. (Todo el PIB de Bolivia es de sólo 16.600 millones de dólares, con una población de 10 millones). Estos ingresos han sido útiles para un gobierno que desea promover el desarrollo y especialmente para mantener el crecimiento durante la crisis. La inversión pública ha crecido del 6,3 % del PIB en 2005 al 10,5 % en 2009.
El crecimiento de Bolivia durante la actual crisis global es aún más extraordinario teniendo en cuenta el duro golpe que recibió por el descenso de los precios de sus exportaciones más importantes -gas natural y minerales-, y también por la pérdida de importantes preferencias de exportación hacia el mercado estadounidense. La administración Bush eliminó las preferencias comerciales concedidas a Bolivia por la Ley de Promoción del Comercio y Erradicación de la Droga, supuestamente para castigar a Bolivia por su insuficiente cooperación en la “guerra a las drogas”.
En realidad era algo más complicado: Bolivia expulsó al embajador de EE.UU. debido a pruebas de que el gobierno de EE.UU. estaba apoyando a opositores del gobierno de Morales. La revocación de la condición de “nación más favorecida” fue la consecuencia. De todas maneras, la administración Obama hasta ahora no ha cambiado las políticas de la administración Bush hacia Bolivia. Pero Bolivia ha demostrado que puede hacerlo muy bien sin la cooperación de Washington.
El presidente izquierdista de Ecuador, Rafael Correa, es un economista que antes de ser elegido en diciembre de 2006, comprendió y escribió acerca de las limitaciones del dogma económico neoliberal. Tomó posesión en 2007 y estableció un tribunal internacional para examinar la legitimidad de la deuda del país. En noviembre de 2008, la comisión decidió que parte de la deuda no estaba obligada por contratos legales, y en diciembre Correa anunció que el gobierno suspendería pagos de unos 3.200 millones de dólares de su deuda internacional.
Fue vilipendiado por la prensa de negocios, pero la suspensión fue exitosa. Ecuador eliminó la tercera parte de la deuda de sus libros al suspender el pago, y luego la compró a un precio de unos 35 centavos por dólar. La tasa internacional de crédito del país aún es baja, pero no menos de lo que era antes de la elección de Correa, e incluso subió un tanto después de que se completó la compra de la deuda.
El gobierno de Correa también incurrió en la ira de los inversionistas extranjeros al renegociar sus contratos con las compañías petroleras extranjeras a fin de obtener una mayor proporción de los ingresos a medida que subía el precio del petróleo. Y Correa ha soportado la presión de Chevron y sus poderosos aliados en Washington para que renuncie a apoyar una reclamación judicial contra la compañía por una supuesta contaminación de las aguas subterráneas, que implican daños por valor de 27.000 millones de dólares.
¿Cómo le ha ido a Ecuador? El crecimiento ha promediado un sano 4,5% durante los dos primeros años de Correa. Y el gobierno se ha asegurado de que se haya filtrado hacia abajo: el gasto en salud en porcentaje del PIB ha sido del doble, y el gasto social en general ha crecido considerablemente, de 5,4% a 8,3% del PIB en dos años. Esto incluye doblar un programa de transferencia de efectivo para hogares pobres, un incremento de 474 millones de dólares en gastos para viviendas y otros programas para familias de bajos ingresos.
Ecuador fue duramente golpeado por un descenso del 77% en el precio de sus exportaciones de petróleo desde junio de 2008 a febrero de 2009, así como un descenso de las remesas desde el exterior. Sin embargo, ha capeado el temporal bastante bien. Otras políticas poco ortodoxas, además de la suspensión de la deuda, han ayudado a Ecuador a estimular su economía sin bajar demasiado sus reservas.
La moneda de Ecuador es el dólar, así que eso elimina la utilización de una política de tasa de cambio y la mayoría de las políticas monetarias como esfuerzos contra-cíclicos durante una recesión -una desventaja significativa-. En su lugar, Ecuador logró acuerdos con China para un pago por adelantado de miles de dólares por petróleo y un préstamo por mil millones adicionales.
El gobierno también ha comenzado a exigir a los bancos ecuatorianos la repatriación de parte de sus reservas guardadas en el extranjero, lo cual se espera que signifique otros 1.300 millones de dólares, y ha comenzado a repatriar 2.500 millones en reservas del banco central que se encontraban depositadas en el exterior, a fin de financiar un gran paquete de estímulo.
El crecimiento de Ecuador probablemente sea del 1% este año, lo cual es bastante bueno en relación con casi todo el hemisferio. Por ejemplo, México, en el otro extremo del espectro, proyecta un descenso de 7,5% del PIB para 2009.
El trato de los medios e incluso el análisis cuasi-académico de Bolivia y Ecuador dice que ambos países son víctimas de gobiernos populistas, socialistas y “anti-estadounidenses” -alineados con Hugo Chávez de Venezuela y Cuba, por supuesto- y en camino a la ruina. Indiscutiblemente ambos países tienen muchos retos por delante, el más importante de los cuales será el de implementar estrategias económicas que puedan diversificar y desarrollar a largo plazo sus respectivas economías. Pero han tenido un buen comienzo hasta ahora al dar el respeto que se merece a las opiniones convencionales del establishment económico y de política exterior -en Washington y en Europa-.
Mark Weisbrot es co-director del Centro para la Investigación Económica y Política, en Washington, D.C.
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