noviembre 25, 2009

La cultura priista

por Isabel Dorado Auz

 

            La verdadera desgracia que está padeciendo nuestro país es la prevalencia de la vieja cultura priista en todos los partidos políticos nacionales. Claro está, en algunos partidos es más evidente que en otros. El caso más patético lo representa el Partido Acción Nacional, el cual ha sufrido una mimetización escandalosa en los últimos años poniendo de manifiesto que los "lideres" del albiazul están dispuestos a lo indecible por seguir percibiendo los manjares presupuestales.

El fondo del asunto es que la "clase política" mexicana asume como propia la frase de Julius (Groucho) Marx, quien dijo que "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar un remedio equivocado". Peligrosamente, también, están asumiendo que "gobernar no consiste en resolver problemas, sino en hacer callar a quienes los plantean" (Giulio Andreotti). Por eso, en estos días es muy fácil recordar las épocas nefastas de Porfirio Díaz y su Fraude electoral previo a la Revolución de 1910 y la Guerra Sucia experimentada por un sinnúmero de gobiernos priistas, que tuvo su auge en los tiempos de Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

La principal preocupación de "nuestros" representantes populares estriba en mantener los privilegios y asumen que la única manera posible es desaparecer a la clase media a través de una carga excesiva de impuestos. Imposible que puedan enfrentar a los grandes evasores. Como decirle no al TELETON, por ejemplo, aún y cuando se sabe que es la estrategia de TELEVISA para evadir impuestos. De igual manera, como decirle no al resto de las fundaciones creadas ex profeso con esa misma finalidad, tanto por empresas nacionales como internacionales. Ahora bien, "la forma es el fondo" diría un connotado priista y de golpe y porrazo se implementó la forma más cínica de ejercer el poder. Esto es, si la gente cuestiona la evasión de impuestos de los grandes consorcios empresariales, pues a darle pan y circo al vulgo y vaya una ley, a modo, para que se exija artificialmente esa obligación, sabiendo de antemano que las lagunas legales favorecerán que los grandes empresarios sigan evadiendo el pago de los impuestos.

Aún así, el apetito de los grandes empresarios no tiene fin. Están nadando en dinero y todavía se dan el lujo de exigir mayores prebendas. Están llegando al absurdo de ningunear a todas las "instituciones" que ellos mismos se han encargado de desprestigiar y la "clase política" solo atina a ponerse de hinojos. Esa dependencia mutua los está llevando de nuevo a la crisis que obligó al cambio de partido político en el Poder desde el año 2000, pero como nada cambió realmente no es imposible imaginar que el cambio de fondo se avecina y que, por fin, los mexicanos le vamos a decir no a esa singular forma de hacer política. La cultura priista tiene que desaparecer de nuestro país si realmente queremos avanzar a mejores estados de bienestar y desarrollo. Ya hay quienes están convocando a la revocación del mandato del espurio y la preocupación es mayúscula ante lo que pueda pasar iniciando el 2010.

De pronto, se dirán sorprendidos, y comprobarán que la resucitación del dinosaurio solo contribuirá a una caída más estrepitosa. No se trata, pues, de colores partidarios, que entre paréntesis se ven muy descoloridos, sino más bien del hartazgo e indignación que se está generando. Por ello, no es posible pensar que algo bueno pueda ocurrirle al país con el regreso del PRI en el 2012, dejemos pues de soñar con el viejo estilo priista, recordemos que fueron ellos quienes procrearon los niveles de corrupción que hoy padecemos. No será Manlio Fabio o caras bonitas quienes le den estabilidad social a nuestra nación. Antes bien, serán la última gota que derramará el vaso. 

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