agosto 14, 2009

Las Golondrinas-Desper100

Ya era de noche y allí en la oscuridad de los jardines cargados de anécdotas y flores, de vivencias y ajolotes, quedábamos algunos pocos en espera del examen.
Era el último año de Prepa y la emoción de la inminente graduación quedaba opacada por el reto inmediato de aprobar todos y cada uno de los exámenes orales a los que nuestra estimulante escuela nos sometía. Uno por uno y en orden alfabético los alumnos éramos llamados para tomar asiento al frente de una mesa en medio del salón. En los otros tres lados de la mesa se sentaban el profesor titular de la clase, al frente, y en los costados un secretario y un sinodal, normalmente maestros también. En mi turno y sentado frente a los tres tomé al azar de un cesto, tres de la cincuentena de pelotitas numeradas cada una de las cuales representaba un tema del curso.
Una semana antes los profesores nos habían entregado los temarios de sus cursos. Una hoja de papel con un listado numérico y el título del tema. A partir de ese día, ya sin clases, los estudiantes nos dedicábamos  a estudiar día y noche en pequeños grupos de almas afines a tal grado que no era raro oir de alguno del grupo en escapada nocturna fuera a la farmacia a comprar un Aktedrón para mantenerse despierto o que Toño, el hermano de Chava, con el libro descansando sobre una mesita de centro y él tendido sobre un sofá, leía. Me pareció demasiado tardada su lectura sin darle vuelta a la página. Se me ocurrió caminar entre el sofá y la mesita, Toño ni siquiera pestañeó; estaba súpito dormido,  para nuestra sorpresa,  con los ojos abiertos.
Ante los profesores expusé los temas oralmente apoyado por el pizarrón cuando fue necesario. Al agotarse la temática o mis conociemientos, salí del salón y esperé la deliberación cuyo producto era una boleta con tres números que representaban mi calificación según cada uno de los tres examinadores. 
No hay duda que la suerte ayudaba a algunos que no habían estudiado ni aprendido ciertos temas y cuyas pelotitas no incluían esos temas. También está el dato de que algunos alumnos, y mayormente alumnas, fueran nerviosos y eso afectará su exposición de los temas frente al jurado de quienes provenían preguntas y comentarios sobre lo que exponíamos.
No fue fácil. Lo asombroso, hasta cierto punto, es que la mayoría de mis conocimientos y un desarrollado afán por obtenerlos surgió de esta secundaria y de esta prepa que consideraban a sus alumnos como adultos  responsables y no como hijos de papi que es el caso en las escuelas y hasta universidades el día de hoy. Me consta, he sido profesor en tres de las más reconocidas universidades privadas y así es.
En la ceremonia de graduación, fui premiado por el mejor promedio. Mi ruta estaba trazada para que a mis 17 años  prosiguiera mis estudios fuera de México. Nadie me cantó Las Golondrinas, el viaje mismo fue la despedida.
 
Gracias por leer el Desper. Regresaremos pronto con más bríos.

Arq.EduardoBistráin                                                                                                                                     

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