abril 18, 2009

En el lodazal

Sergio Aguayo Quezada / Reforma
saguayo@colmex.mx
Al llegar la temporada electoral empezaron las campañas negativas que
confirman la metamorfosis del PAN, los achaques del PRI y los moretones de
una democracia arrinconada.
En una larga entrevista con Vanessa Job, Germán Martínez Cázares, presidente
del PAN, sintetiza su estrategia para ganar las elecciones: “Se va a poner buena
la campaña... No le debemos tener miedo [a la polarización]... No hay que tener
miedo a un México que debate... El país plural siempre tiene divisiones”.
Emequis (13 de abril del 2009).

El razonamiento es impecable porque en una democracia se debate y se
contrastan ideas y se señalan los errores del adversario. La política es pasión.
Pero lo que está haciendo el PAN de Germán Martínez y Felipe Calderón es otra
cosa; ni debaten, ni confrontan tesis, utilizan medias verdades, y difaman. En su
reciente “sopa de letras” el PAN igualó a todo el PRI con el narco. Es una
mentira porque hay priistas que protegen al crimen organizado, pero no puede
equipararse a todo ese colectivo con el crimen organizado. Hay priistas honestos.
Entre otros, Rosario Green, Sandra Fuentes-Berain o Jorge Alberto Lozoya.
El Consejo General del IFE reaccionó con celeridad y firmeza y prohibió la
“sopa de letras”. Ya veremos si mantiene esa actitud en los próximos meses. De
momento la ofensiva panista puso a los otros partidos frente a un dilema: si
responden tensarán un ambiente ya denso y crecerá el número de ciudadanos
desencantados con la política; si guardan silencio darán ventajas al blanquiazul.
Ante el embate el PRI se quedó paralizado con lo que abre un signo de
interrogación sobre el pregonado retorno del coloso. Hubo respuestas de priistas
individuales, pero hasta la fecha no hemos visto una respuesta colectiva tal vez
porque el PRI se ha balcanizado: su principal base de poder está en los poderosos
gobernadores que se mueven con agendas diferentes. Lo mismo sucede con un
PRD disminuido por sus corrupciones, ineficiencias y divisiones.
Octavio Paz lanzó, en 1994, un encendido elogio al PAN: “sus credenciales
democráticas son intachables –escribió el poeta. No ignoro que en su historia hay
un lunar: las simpatías e incluso coqueteos de algunos de sus miembros con el
franquismo, al iniciarse la guerra civil española. Duró poco esa simpatía y
muchos años de fidelidad a la democracia han lavado esa tacha” (Voz y Voto,
Noviembre 21, 1994).
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Ese PAN ya desapareció. En el 2006 las campañas negativas parecían un recurso
desesperado, anecdótico y pasajero; un trienio después se han convertido en un
sello de identidad porque el PAN repitió receta en las elecciones de Baja
California del 2007 y otros estados, y está haciéndolo en el 2009. Por Germán
sabemos que la “sopa de letras” solo fue el aperitivo; el nuevo PAN está
dispuesto a todo con tal de alzarse con la victoria. Es la hora de los “bárbaros del
chiquero” que probablemente ganarán, pero no convencerán.
La doctrina del triunfo a cualquier costo está acarreando, a ese partido,
consecuencias negativas. Con tal de frenar la llegada del incómodo Javier Corral
a la Cámara de Diputados, un sector de panistas cometió un fraude tan burdo que
hasta sacaron a los muertos a votar; como antes. Corral derrotó el intento con la
anulación de la casilla de Batopilas, Chihuahua, el pueblo donde nació el
fundador del PAN, Manuel Gómez Morín. Utilizando la lógica de Germán, es
lógico que se “pusiera buena” esa primaria panista porque los mapaches están
siguiendo la escuela de quien hace unos cuantos meses defendía la ética pública
como secretario de la Función Pública.
En un plano más amplio, se mantiene intacta la cultura del madruguete, la
corrupción y la impunidad; el trío que lastra nuestra enclenque democracia. El
PAN no está sólo; los otros partidos también siguen con fervor la doctrina del
todo se vale. La demostración más fehaciente de cuan extendida es la infección
estaría en la competencia entre el PAN, el PRI y el PRD para seducir a Valdemar
Gutiérrez, líder de los trabajadores del IMSS, y lograr meterlo en sus listas como
candidato a diputado federal plurinominal. Es una subasta impúdica que legitima
el corporativismo, otro de los grandes males de nuestra transición.
Bajo el PRI aceptábamos el lodo porque no había de otra; en la alternancia
todavía estamos desconcertados porque blindaron su chiquero con una
delgadísima capa de legitimidad democrática. En lugar de debates serios y
reformas profundas nos presumen la simulación. Una metáfora apropiada es la
última ocurrencia de los Fox: contrataron a cuatro payasos y un contorsionista
para presentar, en su rancho guanajuatense, una “Emulación del Cirque du
Soleil”. Hasta en eso simulan.
Entiendo que este texto será tachado, en algunos sectores, como divagaciones de
un ingenuo bien intencionado. Podría ser, pero todas las piezas del rompecabezas
nacional, confirman la urgencia de una renovación ética. No todos queremos
vivir en el lodazal.
Correo electrónico: saguayo@colmex.mx

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