jueves 23 de abril de 2009
Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
“Viva la lucha de los mineros mexicanos”
1. Los sindicatos nacieron junto a la industria capitalista. Fueron las organizaciones de los obreros, los proletarios, los oprimidos, que con sus luchas gremiales buscaban aminorar la explotación y vender su fuerza de trabajo por salarios menos injustos.
Los sindicatos lucharon siempre por buenas condiciones de trabajo, por aminorar la explotación, pero no alcanzaron identificar que sus condiciones de pobreza y miseria, de por vida, eran originarias del capitalismo. Como diría Marx, por falta de conciencia la clase obrera es una clase en sí no para sí, es decir, es un clase explotada pero con una conciencia formada, alienada, por la clase dominante.
2. En México, como la clase empresarial, la clase obrera nació protegida por las leyes burguesas. Fue la burguesía burocrática, la que se adueñó del poder después de la Revolución de 1910/17, la que expidió las leyes, reglamentó a los sindicatos y luego los controló otorgándoles derechos y obligaciones limitados al marco capitalista. El corporativismo sobre los sindicatos, es decir, la dominación de empresarios, gobierno y líderes charros o vendidos, dominó durante las largas décadas de gobiernos del PRI y de los últimos ocho años de gobiernos del PAN. El corporativismo, con premios y castigos para los obreros, fue determinante en la relación de dominación.
3. En el país, con excepción de algunos momentos de relativa independencia de los obreros de los sindicatos ferrocarrileros (vallejistas), electricistas de Galván (STERM) y del SME, de los trabajadores de la UNAM y otros centros educativos, así como de una veintena de pequeños sindicatos, la parte grande de los sindicatos obreros del país que organizados pertenecieron a la CTM, la CROM, CROC, sindicatos petroleros, mineros, textiles y al Congreso del Trabajo, estuvieron desde 1917, cuando se proclamó la Constitución Política, al servicio del gobierno del PRI, así como hoy del PAN. El sindicalismo independiente fue siempre débil ante el corporativismo.
4. Antes de los años ochenta, pesar de ser un sindicalismo dominado totalmente por gobierno y empresarios, por el artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo, aún parecían mantenerse con un poco de vigencia (por lo menos en el papel) en lo relativo a los contratos colectivos, el derecho de huelga y las conquistas sindicales. A pesar del sindicalismo charro o espurio de los dirigentes, las luchas reivindicativas le daban cierta presencia a los sindicatos y confederaciones obreras. ¡Imaginen nada más! El líder obrero Fidel Velázquez estuvo a la cabeza de la CTM (la organización más grande) de 1936, y como secretario general desde 1941, hasta que falleció en 1997.
5. A partir de 1982, con la implantación del neoliberalismo, la economía empezó a dar un gran giro en beneficio de los grandes empresarios y la política comenzó, según De la Madrid, “a devolverle a la sociedad (empresarios privados) lo que el Estado le había quitado”. Las maquiladoras se introdujeron al país y, además de incrementar la exportación, impusieron un modelo de contratación individual, una forma despiadada de explotación intensiva de obreros y obreras, amenazas permanentes de despidos, eliminación de derechos y prohibición de organización sindical. Se intensificó una campaña de desprestigio contra las organizaciones sindicales y sus directivos.
6. Paralelamente se planteó la reforma a la Ley del Trabajo para darle “flexibilidad”, “competitividad económica”, frente a la apertura al capital extranjero buscando eliminar la contratación colectiva, el derecho a huelga, las conquistas sindicales de décadas anteriores y cualquier agrupación obrera. El planteamiento del “respeto a la persona humana”, del enorme “valor de la dignidad individual”, se sobrepuso a cualquier agrupación y lucha colectiva. Los salarios se hicieron más pequeños, la explotación más intensiva para que las maquiladoras obtengan mayores ganancias y no se vayan del país. Los sindicatos se comenzaron a desplomar ante esa realidad.
7. La “modernidad capitalista”, apuntalada por la implantación de nuevas tecnologías computarizadas y un radical proceso de sustitución de mano de obra, ha hecho crecer enormemente el desempleo y la reducción del ingreso salarial de los trabajadores. En vez de que la instrucción de modernas tecnologías beneficien a los trabajadores, hace las funciones de aquellas máquinas que en el siglo XVII fueron destruidas por los seguidores de Ludd. A partir de esta “modernidad” el sindicalismo oficial y charro ha perdido presencia a pesar de estar colgado a los cargos y el dinero de los gobiernos panistas y priístas. El que aún vive es el sindicalismo más o menos independiente.
8. El primero de mayo de 2007, así como del año pasado, estuve en el Zócalo de la ciudad de México para observar las tres concentraciones de diferentes sindicatos y organizaciones obreras citadas por sus líderes: la primera, encabezada por la CTM y demás organismos gobiernistas comenzó a las 8 de la mañana y se retiró dos horas después. A las 12 del día llegó la CROC y otros organismos con posiciones un poco críticas al gobierno y la CTM; a las dos de la tarde ya casi nadie quedaba en la explanada. A partir de las cuatro comenzaron a llegar los enormes contingentes del sindicalismo independiente encabezado por los electricistas del SME, los trabajadores del sindicato de IMSS, los telefonistas, etcétera que se retiraron a las 20 horas.
9. Pude observar que el sindicalismo charro, a pesar del fuerte apoyo político y económico con que cuenta, está totalmente debilitado; que sólo realizó esos actos para no dejar pasar, es decir, para cumplir con una tradición conmemorativa con más de un siglo de antigüedad. Sus dos o tres oradores no eran escuchados porque además de sus incoherencias casi todos los asistentes conversaban en pequeños grupos de futbol o de fiestas. Por el contrario la marcha de los independientes, encabezada por los electricistas del SME y los profesores de la CNTE, además de haber duplicado o triplicado la asistencia demostró una gran combatividad. Por lo menos, en los festejos del primero de mayo, el sindicalismo combativo ha tomado la vanguardia.
10. Lo importante es que hay un ligero impulso del nuevo sindicalismo a superar el limitado gremialismo. Los obreros de los sindicatos independientes comienzan a comprender que sus luchas, además de sindicales son políticas y clasistas. Es necesario profundizar la lucha clasista entre los trabajadores de sindicatos claves, por su número, como el de profesores del SNTE, el de empleados del IMSS y el de telefonistas. Los sindicatos gremialistas con formación anterior a 1982 van desapareciendo en los hechos; el neoliberalismo, que parece ser la expresión salvaje del capitalismo, ha hecho surgir el sindicalismo clasista. Van entendiendo que de lo que se trata ahora no es vender mejor la fuerza de trabajo sino de acabar para siempre con la explotación.
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