miércoles 29 de abril de 2009
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)
Ha tardado, pero tenía que llegar. El mal porcino ha llegado desde las profundidades de la sociedad porcina a la fachada de la sociedad porcina.
El número de los porcinos y de las cosas porcinas en la sociedad porcina no es infinito pero sí ilimitado. Por eso me limitaré a citar algunos ejemplos:
El político porcino es el que en lugar de hacernos amable la vida, nos la amarga; no aclara, confunde; no amansa, agita; no es veraz, deforma la verdad y regurgita la mentira.
El periodista porcino es el que silencia lo grave y exagera lo irrisorio; hace crítica en lugar de limitarse a informar.
La monarquía porcina es la que sabe que sobra y se empeña en persistir.
El juez porcino es el que se tiene por justo cuando es arbitrario.
El obispo porcino es el político metido a cura porque no le hubiera soportado la política.
La sociedad porcina, en fin, es la que hoza en el capitalismo.
Cualquier día publicaré dos tomos con la tira de todos los especímenes porcinos y las actividades porcinas. Si bien caben en un renglón porque aquellos son todos los que beben en los abrevaderos del sistema, y éstas, esa serie de ocupaciones demasiado bien pagadas y rimbombantes pese a ser superfluas.
abril 29, 2009
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