Jesusa Cervantes / Proceso
MÉXICO, D.F., 5 de marzo (apro).- Lo que se pudo percibir como una “travesura” del PRI para el dirigente nacional del PAN y diputado federal, César Nava, al negarle con sus votos en la Cámara de Diputados su solicitud de licencia como legislador, el pasado 2 de marzo, fue únicamente parte de la guerra frontal que los priistas abrieron con el partido de quien supuestamente gobierna al país, Felipe Calderón Hinojosa.
Lo anterior debido a que a tal negación siguió el desnudo total de la falta de palabra del partido en el gobierno --al no respetar el acuerdo de aliarse electoralmente con el PRD a cambio de la aprobación del aumento de impuestos contra los mexicanos—y, de paso, los mismos priistas confirmaron que son unos personajes faltos de ética política al negociar la economía de los ciudadanos a cambio de poner la balanza electoral a su favor con tal de recuperar la Presidencia en el 2012.
Ahora, diputados priistas y panistas niegan el conocimiento de tal infame trueque. Tanto el vicecoordinador del PRI, José Carlos Ramírez Marín, como el del PAN, Roberto Gil Zuarth, se deslindaron de los acuerdos. Han sostenido ante la opinión pública que nunca aprobaron los impuestos a cambio de las alianzas.
Aseguran que los legisladores desconocían tal convenio. Difícil creerles, pues, de lo contrario, se pensaría que los político de uno y otro lado son ingenuos o que no tienen comunicación con sus dirigencias nacionales. Sin embargo, todo lo que aprueban o “negocian” los legisladores en la Cámara de Diputados y el Senado de la República obedece a una estrategia política dictada desde sus respectivas presidencias de partido. Por eso hay una cabeza dirigente en cada instituto político. Son éstos quienes guían el actuar de sus representantes en las cámaras. Esto es sólo parte de un principio de partido, de ahí que sus palabras sean poco confiables.
Sin embargo, fue el propio dirigente nacional del PAN, César Nava, quien salió ante los medios a confirmar que sí hubo tal trueque, incluso se atrevió a decir cínicamente que ante el incumplimiento del PRI de aprobar tal cual el paquete económico enviado por Felipe Calderón, los panistas decidieron concretar las alianzas.
Además, desde hace dos semanas, los propios diputados del PRI narraron a Proceso cómo fue el convenio y dónde se firmó. Además revelaron que luego del acuerdo el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, se comunicó con su bancada para anunciarles la negociación y bajo esta premisa pedirles a sus diputados que operaran para avalar el aumento al IVA.
En las declaraciones públicas de César Nava y las versiones de los propios legisladores del PRI existe un desfase de fecha. El panista asegura que el convenio se signó el 30 de octubre, sin embargo, el día en que los priistas discutieron por más de seis horas la aprobación o no del aumento del IVA fue el 19 de octubre, horas antes de que salieran al pleno y levantaran la mano a favor de los incrementos.
Las fechas resultan importantes debido a que a partir de la certeza de ellas se puede determinar el alcance de la negociación entre los dirigentes nacionales del PAN y del PRI, quienes tuvieron como testigo “de honor” al propio secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.
Aunque en el centro de todo está la permanencia de unos y la recuperación del poder, por parte de otros, lo cierto es que la ciudadanía debe conocer qué más negociaron Nava y los priistas, sobre todo porque de sus acuerdos en lo oscurito dependen las imposiciones en materia económica, social y de seguridad que le afectan a la ciudadanía.
Por ejemplo, cuando llegó el paquete económico de Felipe Calderón a la Cámara de Diputados que incluía nuevos impuestos, se discutía el respaldo del PRI para apoyar la controversia constitucional en contra del Poder Ejecutivo por haber desaparecido la Luz y Fuerza del Centro y, con ello, la extinción del Sindicato Mexicano de Electricistas.
En la fracción del PRI había por lo menos unos 60 diputados, sobre todo de la Confederación Nacional Campesina, que estaban a favor de la controversia; de su actuar dependía que el PRD, el PT y Convergencia lograran los votos necesarios para interponer el recurso. Así es que en una reunión plenaria del PRI, momentos antes de que se fijara la decisión final de los diputados a favor de la controversia, Oscar Levín Coppel, diputado cercano a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ofreció a los cenecistas cambiar su voto a favor por uno en contra a cambio de negociar mayores recursos en el paquete económico para el sector agrario. Esta fue una más de las negociaciones en lo oscurito de las cuáles ni los priistas ni los panistas hablan.
Habría que preguntarse qué más han negociado, no sólo el PRI con el PAN, sino también el PRD con el PAN, pues aunque es una fracción dividida, de apenas 60 votos, sus decisiones en la Cámara de Diputados y el Senado de la República, sirven para avalar las políticas públicas que terminan imponiendo a la población.
Un cierto sector de los mexicanos tiene su atención puesta en todas estas desfachatadas declaraciones de uno y otro lado, pero más allá de esta firma de convenio vale la pena preguntarse qué otros acuerdos han establecido, por ejemplo, en materia energética, donde recientemente se avalaron cambios normativos que abren la total participación de la iniciativa privada --nacional o extranjera--, en el manejo de los hidrocarburos.
Por ejemplo, qué otras cosas se han aprobado en materia de seguridad para que, a pesar de que la población se está viendo afectada por una guerra entre el aparato de estado y los grupos de narcotraficantes, el gobierno de Felipe Calderón siga en pie. Por qué el PRI, que tiene el poder de decisión en el Congreso no hace nada para detener esta guerra.
El cinismo con que PRI y PAN han aceptado sus “negociaciones” es sólo una parte de lo que realmente ocurre con la clase política del país, de su falta de límites para obtener el poder a costa de lo que sea.
Tan reprobable es la actuación de unos y otros en este indignante convenio; pero es más vergonzosa la actuación de la “izquierda” representada por el PRD, que hoy se alía con el PAN para tener, aunque sea un poquito de poder a través de las gubernaturas.
Una vez desnudados, los panistas pretenden desviar la atención diciendo que lo que hay que indagar es por qué un gobierno puede caer en el “chantaje” de un partido que tiene poder de decisión por su número de legisladores, refiriéndose al PRI, y recargando toda la culpa de este indignante acuerdo en los priistas.
A su vez, el PRI sostiene que lo que importa de todo esto es “la confianza”. Asegura que ante lo revelado el PRI ya no confía en el PAN y los acuerdos a los que este llega. Con esto pretende también desviar la atención de su desfachatez de negociar impuestos por no alianzas con miras a recuperar el poder Presidencial.
En realidad lo único importante aquí es la confesión de los políticos de su falta de ética para conducirse. Una falta de ética que a quien afecta finalmente es a los mexicanos.
Episodios como los vividos recientemente respecto al tema de las alianzas, son solo uno de los muchos enfrentamientos que veremos entre el PRI y el PAN y en donde ambos partidos, sumándose el PRD como comparsa en algunos casos, no tendrán límites para enmugrarse aún más y actuar de manera indignante y cínica.
Parece ser que todo se valdrá de aquí a las elecciones presidenciales del 2012. Un panorama desolador para los mexicanos que son los únicos que tienen el poder de rebelarse ante los partidos políticos y poner un alto ante tanto pisoteo y desdén con que los políticos los utilizan en cada proceso electoral y en cada uno de sus actos diarios.
mjcervantes@proceso.com.mx
marzo 08, 2010
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