Carlos Nuñez, a evaluación
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En noviembre pasado los amigos de Carlos Núñez le organizaron un homenaje. No era, aunque lo mereciera, un homenaje al hombre destacado, al teórico de la educación popular o al político honesto y fugaz que fue Carlos. Era el homenaje al amigo. El auditorio superior del Centro de la Amistad Internacional estaba desbordado: las butacas llenas, las sillas extras llenas, los pasillos llenos. El poco espacio que quedaba se fue llenando de elogios y anécdotas. No había espacio para más admiración ni para más cariño. Cuando al día siguiente los organizadores le preguntaron cómo le había parecido su homenaje, Carlos fiel a su metodología de aprendizaje que lo hizo famoso en toda la América latina dijo: “tenemos que evaluar”.
Carlos Núñez (Guadalajara 1942) fue un arquitecto reconvertido en educador. Nunca abandonó del todo la arquitectura, que era una especie de novia eterna para la que nunca tuvo tiempo, porque se casó con la educación popular. En 1963 formalizó su matrimonio con esta señora celosa y exigente y hasta le puso casa: el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC), una de las ONG´s más antiguas, activas y reconocidas de Guadalajara y del país. De ahí se difundió la metodología de educación popular que Carlos desarrolló en la práctica cotidiana y que es hoy utilizada y reconocida en decenas de países. “Mi gran escuela es la vida, la praxis; las lecciones más fuertes las he recibido de la gente más humilde”, dijo en una entrevista el año pasado. La eterna búsqueda de la utopía llevó a Carlos Nuñez a ser candidato ciudadano (eufemismo que se utiliza para es decir que no se es militante) del PRD a diputado. Su paso por la política fue todo un choque, un baño de realidad que le hizo, a fin de cuentas, valorar el lento, difícil pero auténtico trabajo ciudadano.
Pocas personas le han dado tanta guerra al cáncer como Carlos Núñez. Le peleó a la enfermedad minuto a minuto, centímetro a centímetro y con todas las armas disponibles; desde la más sofisticada medicina con la mejor tecnología, hasta las medicinas alternativas más inauditas y sorprendentes como El Hermanito. Su lucha era ten feroz y decidida que por momentos llegamos a pensar que el cáncer se había rendido ante la tenacidad y la terquedad de Carlos. Pero no fue así. Finalmente ayer en la mañana ganó el que siempre gana: El cáncer se apuntó el tanto no sin antes haber recibido de Carlos una gran lección de vida.
Terminado el proceso de Carlos Nuñez, lo que sigue, suponemos, es la evaluación: Si tu escuela, Carlos, fue la vida, tu vida fue, para muchos de nosotros, una escuela. Salud, maestro.
abril 16, 2008
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