abril 04, 2008

De tesoros

Sergio Aguayo Quezada
saguayo@colmex.mx

Y después del spot vino el diagnóstico pero ninguno de los dos despejó las dudas
ni proporcionó algún marco que permita elucidar la cuestión de fondo: ¿qué
hemos hecho, hacemos y haremos con nuestros tesoros (entre ellos el petrolero)?
Terminó el suspenso. El gobierno presentó el Diagnóstico: Situación de Pemex,
un texto que refleja de cuerpo entero la lógica y estrategia oficiales. De una
manera implacable e impecable el Diagnóstico fundamenta y explica el pésimo
estado de la paraestatal. Su solidez flaquea y desaparece a la hora de explicar
cómo fue que llegamos a esa situación. Nadie en específico fue responsable. Un
silencio sólo entendible porque el gobierno necesita del sindicato petrolero y del
PRI.


Tienen razón en la tesis central: debe hacerse algo con Petróleos Mexicanos.
¿Está la llave del éxito en la apertura al capital privado? Lo piensan pero jamás lo
dicen. En lugar de ello llenaron el documento gubernamental de eufemismos con
los cuales evitan mencionar con todas sus letras que buscan inversión privada. Si
en el famoso spot sobre el "tesoro" el gobierno sólo se refería de pasada a la
necesidad de hacer "alianzas", en el Diagnóstico da otro paso al agregar que "es
necesario que Pemex pueda hacerse acompañar de otras empresas", "...se apoye
de terceros", "...cuente con la flexibilidad suficiente para contratar", obtenga
inversión "complementaria"...
Es evidente que la cautela lingüística del gobierno conservador se debe a la
movilización desencadenada por Andrés Manuel López Obrador, quien, de
acuerdo a las últimas encuestas, impuso sus tesis porque las enganchó con una
historia que el gobierno federal se empeña en ignorar. El petróleo es uno de los
referentes más preciados del nacionalismo mexicano y el artículo 27 de la
Constitución es algo más que un texto legal; es todo un manifiesto ideológico.
Pero las razones no terminan ahí. Quienes están a favor de una mayor inversión
privada en Pemex toman como dogma las bondades de ésta. Pasan por alto -y eso
es evidente en el Diagnóstico- que México se ha ganado un merecido prestigio
como paraíso de monopolios u oligopolios (algunos de ellos públicos) que han
tejido tupidas redes de interés con funcionarios públicos en detrimento de las
mayorías.
Crecí en casas viejas de mi natal Jalisco. Al no haber televisión, las tertulias
nocturnas frecuentemente derivaban en historias de aparecidos y tesoros
enterrados. Lo normal es que todo quedara en susto o azoro, pero en una ocasión
un pariente emprendedor anunció, con la solemnidad debida, que saldríamos de
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pobres porque él iba a escarbar en el patio de la casa. Vinieron días de alboroto
que culminaron con la llegada de un señor cargando una máquina para detectar
metales. Después de un rato dijo con enorme seguridad: "aquí está el entierro con
el oro o la plata". Él cobró lo acordado y fue el único que recibió beneficios
materiales aquella inolvidable noche.
En el México actual los únicos que han encontrado tesoros son el pequeño grupo
de empresas que levantan, año con año, utilidades fenomenales. En los últimos
seis años, dice Reforma en su primera plana del 25 de marzo, la banca privada
cuadruplicó sus utilidades netas que crecieron en un 316 por ciento. Banamex-
Citibank ocupó la cima con un 3 mil 362 por ciento. Al grupo español BBVA-
Bancomer le fue tan bien que sus ganancias en México representaron el 29 por
ciento de sus utilidades globales en el 2007.
Según las encuestas de ingresos y gastos en los hogares del INEGI en los mismos
años el 60 por ciento de la población ubicada en la parte media incrementó sus
ingresos monetarios totales en un modesto 18.9 por ciento. ¿Qué porcentaje de
esos ingresos fueron extraídos con malas mañas y cobros excesivos por bancos,
compañías de teléfonos y electricidad y el resto de monopolios u oligopolios? No
lo sé con precisión pero en mis intentos por defenderme he constatado la
debilidad de la Profeco, la Condusef y los otros organismos que en el papel nos
defienden.
Las historias de corrupción entre empresas y funcionarios públicos también
debilitan al Diagnóstico gubernamental sobre Pemex. Las grandes
privatizaciones realizadas durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari dejaron
un halo de irregularidades jamás esclarecidas porque Vicente Fox prefirió no
escarbar en el asunto. El auditor superior de la Federación nos acaba de informar
que el gobierno de Fox recibió excedentes petroleros por 700 mil millones de
pesos, la mitad de los cuales se fue a pagar los salarios y compensaciones de una
alta burocracia que, con pocas excepciones, no desquitó lo cobrado. Algunos de
los grandes proyectos foxistas sólo adquirieron renom-bre por dispendiosos y
mal planeados.
Felipe Calderón tampoco sale bien librado. Es cierto que el Diagnóstico sobre
Pemex reconoce que hay corrupción en la paraestatal -sin dar precisiones al
respecto- y que se compromete con una mayor transparencia y rendición de
cuentas. El discurso se vacía de contenido cuando se le contrasta con la saga de
Juan Camilo Mouriño, quien pese a sus conflictos de interés permanece bien
firme en el cargo. Ante ese tipo de evidencias, que Calderón y los suyos
demuestren primero que esta vez van en serio. ¿Por qué hay que creerles en esta
ocasión? En los momentos actuales y con la información disponible el tesoro que
se recupere del fondo del mar terminará enriqueciendo a los mismos de siempre.
Termino con una aclaración. No estoy en contra de la propiedad privada y la
economía de mercado, pero en las condiciones actuales no percibo ninguna razón
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válida para confiar en la inequidad y corrupción de nuestra economía de
mercado. Y el Diagnóstico sobre Pemex tampoco ayuda porque lo debilitan sus
huecos de información, sus supuestos erróneos y su indiferencia frente a la
historia. Es un panfleto tecnocrático.
La Miscelánea
Hay decisiones federales dignas de encomio. La Terminal 2 del Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México recientemente inaugurada sí toma en
cuenta los intereses de los usuarios. En las salidas de la Terminal 1 hay unos
tubos de metal que impiden utilizar los carritos y se hace inevitable la
contratación de alguno de los cargadores de maletas. En la Terminal 2 quitaron
los obstáculos y puede uno utilizar el carrito para llevar el equipaje hasta la
terminal de los taxis. Los cargadores siguen ahí pero su contratación es ahora
voluntaria. Ojalá y la misma determinación la mostraran con las grandes
empresas.

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