lunes 9 de febrero de 2009
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)
Las dos primeras medidas adoptadas por Obama desde que entró en la Casa Blanca son bien sintomáticas de lo que tantos barruntábamos sin dárnoslas de listos.
La primera ha sido limpiar la execrable vergüenza del pueblo estadounidense, deportando a esta Europa miserable y canija en dignidad a los presos torturados de Guantánamo; testimonio cubano y para siempre, de la mayor afrenta a la humanidad cometida por una nación después de las cámaras de gas nazis. Identifico al pueblo y al líder que ahora vegeta feliz y retirado como, tan justa o injustamente, la historia y la mayoría identificó a Hitler con el pueblo alemán...
La segunda medida consiste en mantener el escudo antimisiles europeo. Medida que equivale a anunciar Obama que abandona de momento la persecución de Bin Laden y el Eje del Mal, para centrar su enemiga en Rusia y retornar de nuevo a la semiolvidada guerra fría. Ya ha enviado al vicepresidente Biden a Munich, para que éste haga en su nombre la correspondiente advertencia a Rusia…
Si con el canalla Bush padre se inició en el imperio la revolución por arriba que remató el canalla hijo para evitar que otros la hicieran por abajo, tan mal iba ya por aquel entonces la nación americana, Obama, como no cabía esperar otra cosa, en política internacional (que es lo que a nosotros nos afecta) no va a abandonar en absoluto la estela dejada por los anteriores. Lo único que va a hacer es barrer un poco la basura tirada por estos, limpiar con agua oxigenada las gravísimas heridas abiertas por ellos mismos, y proseguir la aventura de un imperio dictador hasta su derrumbamiento.
A nosotros nos importa un bledo que lleguen a las manos republicanos y demócratas en el Congreso, o que los Phil Gingrey y el Jiménez Losantos yanqui, Russ Limbaugh, rey de los talk shows y el mayor ultra de aquellos pagos que ha parido madre, vayan a degüello.
Para nosotros, los que no nos dejamos seducir por las diferencias entre republicanos y demócratas que en lo sustancial de la política internacional no existen, Obama es, pese a su corta edad o por eso mismo, otro rico que ha llegado a serlo como todos los ricos: mediante el fraude o mediante algún crimen imposible de probar; en cualquier caso siempre sin escrúpulos. Y ello pese a que los medios de por aquí, porque les interesa que corran siempre ríos de tinta sobre lo que sea, se empeñen en ver diferencias entre republicanos y democrátas que en lo que concierne al resto del mundo no son más que las que pueda haber en las dos tendencias de una cueva de ladrones.
Ha habido 70 intervenciones armadas e incontables injerencias de Estados Unidos en diferentes países del mundo después de la segunda guerra mundial, con un presidente demócrata en unos casos y republicano en otras. ¿Acaso abriga alguien alguna esperanza de cambios serios y en profundidad en la política exterior del imperio, por el hecho de que ocupe ahora la White House un demócrata, cuando contamos con esa prueba de fuego contra todos los presidentes, sin excepción, que han desfilado por ella? Obama será otro más de los látigos blandidos contra la paz de la humanidad.
febrero 10, 2009
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