febrero 01, 2009
De la complicidad al cinismo
2/01/2009
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Daniel Lizárraga /Proceso
MÉXICO, D.F., 31 DE ENERO /Este año, el Foro Económico Mundial de Davos fue el escenario del inesperado encuentro entre un expresidente mexicano y un mandatario en funciones. Ernesto Zedillo y Felipe Calderón montaron en esta pequeña población de Los Andes suizos una farsa sobre uno de los mayores quebrantos que ha sufrido el patrimonio del país: el Fobaproa, cuya deuda, transferida a los contribuyentes, alcanzó los 850 mil millones de pesos o cerca de 100 mil millones de dólares al tipo de cambio de 1998.
Frente a los empresarios y ejecutivos de las trasnacionales más poderosas del orbe que acuden al foro en busca de oportunidades de inversión o de ideas para amortiguar el impacto de la crisis financiera que azota al mundo, el último presidente priista se desentendió del sigilo con que actuaba desde que dejó el poder en diciembre de 2000, y jugueteó ante los medios con el segundo jefe del Ejecutivo emanado de las filas del Partido Acción Nacional (PAN).
Hace dos años, cuando Calderón apenas tenía semanas en el poder, no hubo foros ni paneles que compartir con Zedillo. Pero el miércoles 28 de enero almorzaron juntos en Davos, posaron para los fotógrafos, discutieron algunas ideas pero, sobre todo, intercambiaron risas, bromas y elogios.
Calderón se refirió al “presidente Zedillo” como “una persona que respeto y aprecio, desde luego, además de que ha sido también muy respetuoso en cuanto al desempeño de mi gobierno, lo cual realmente agradezco”.
El viernes 30, Zedillo fue el moderador del foro Latin America’s Economic Imperative (“El imperativo económico de América Latina”), donde participaron Felipe Calderón y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, además del secretario general de la Organización de los Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza.
Orillado por Zedillo, en esa ocasión Calderón admitió por primera vez que a México sí le podría dar una neumonía, y no un simple catarro, ante la constipación del sistema financiero en Estados Unidos. Sin embargo, el mandatario de inmediato suavizó su declaración al referirse a su plan anticíclico contra la crisis.
A la mitad del debate, Ernesto Zedillo le hizo una singular pregunta a Calderón:
“Cuando yo era presidente de México, el presidente Calderón era realmente un líder de la oposición, y era un gran líder de su partido. Era muy duro, muy difícil. Ahora quiero preguntarle: ¿Qué se siente lidiar con la oposición?”
Sonriente, Calderón respondió:
“Bueno, debo decir que me siento muy cómodo. Alguien dijo que estar en la oposición es como estar en el cielo, pero cuando estás gobernando estás en el infierno. Pero lo importante es que me siento muy cómodo con la oposición, porque han tenido una actitud muy responsable. El Congreso aprobó varias reformas, y usted sabe lo difícil que fue conseguirlo. Igual que el presidente Uribe.
“Así que, entonces, sí, algunas veces es difícil y ahora lo comprendo a usted mejor ahora. Y lo siento, pero también me sentía muy cómodo como líder de la oposición en aquel tiempo. Eran tiempos difíciles, usted recordará”.
Agustín Carstens, el secretario de Hacienda, se carcajeaba en las primeras filas del auditorio. Y Zedillo, desde su lugar como moderador, se divertía con su pregunta, jugueteaba: “Sí, claro que me acuerdo”...
Todavía Calderón soltó: “Tuvimos una tremenda crisis en aquel entonces. Pero, en fin, muchas gracias por la pregunta”.
Entonces terció Uribe: “Parece que la oposición ya no se encuentra en este panel”.
“Claro, ganamos”, dijo Calderón.
“Bueno, somos de partidos diferentes”, puntualizó Zedillo.
Distintos equipos, mismos jugadores
Aunque en efecto pertenecen a diferentes organizaciones políticas, el panista y el priista tienen mucho en común, como su equipo de trabajo. El actual secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, fue jefe de la Oficina de la Presidencia de 1994 a 1997, es decir, en la primera mitad del sexenio zedillista, y en la segunda parte fue secretario de Energía.
Más ejemplos: el actual director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, fue el secretario de Energía de Zedillo, en tanto que el secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano, ocupó varios cargos en la administración zedillista: director de Crédito Externo Privado, así como de Normatividad y Desarrollo Administrativo de la Secretaría de Hacienda; contralor general corporativo de Pemex entre 1994 y 1995, subsecretario de Comunicaciones de la SCT entre 1996 y 1998, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones y al final del sexenio fungió como subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación.
Otro funcionario que tienen en común es Alfredo Elías Ayub, que desde el gobierno de Zedillo fue nombrado director de la Comisión Federal de Electricidad y aún permanece en el puesto.
Y uno de los secretarios de Gobernación del sexenio zedillista, Diódoro Carrasco, ahora es diputado federal panista.
Pero aún está vigente otro importante punto en común, que en su tiempo resolvieron juntos el líder panista y el entonces presidente Zedillo: la duda del Fobaproa aún no termina de pagarse.
Cuando estalló el llamado “error de diciembre de 1994”, al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, gestionó ante el Congreso de su país un préstamo por 20 mil millones de dólares con la renta petrolera mexicana como garantía, y el Fondo Monetario Internacional abrió una línea de crédito por 17 mil millones de dólares para evitar que México se desplomara. Es la “tremenda crisis” a la que se refirió Calderón en su juego con Zedillo.
Sin embargo, la situación económica en que se produce el encuentro de Zedillo con Calderón no es menos preocupante. Días antes, el martes 27, la prensa internacional reportó que, ante la caída de los mercados, ocho trasnacionales cancelaron sus planes de expansión y despidieron a miles de sus empleados en varios países.
Los recortes más fuertes los aplicaron el fabricante de equipos para construcción Caterpillar, con 20 mil despidos, y los laboratorios farmacéuticos Pfizer, con 19 mil. Los grupos holandeses ING y Philips se desharán de 7 mil y 6 mil empleados, respectivamente, mientras que la siderúrgica holandesa Coros suprimirá 3 mil 540 plazas laborales.
Y en tanto Zedillo y Calderón se muestran comprensivos uno con el otro, en México el dirigente sindical de la armadora automotriz Volkswagen, Aarón Espinosa López, dijo que ante la crisis mundial se prevé el despido de 200 trabajadores de las plantas proveedoras. También la embotelladora estadunidense Pepsi Bottling Group Inc. anunció el despido de unas mil 200 personas.
En este marco, Zedillo también le dedicó tiempo a justificar su gestión presidencial. Declaró que el rescate bancario tras la severa crisis de México en 1994 fue más caro, en proporción, que el actual apoyo del gobierno estadunidense al sistema financiero de su país.
Según la agencia AP, Zedillo, que es consejero de trasnacionales y asesor en la Organización de las Naciones Unidas, se dirigió así a los relevantes políticos, economistas e inversionistas reunidos en Davos:
“(José Ángel) Gurría y yo somos expertos en estos asuntos (de rescate). Estuvimos en una crisis financiera masiva en México, en 1994 y 1995, y como gobierno tuvimos que tomar decisiones difíciles.”
Tanto costó ese rescate que “todavía sigue pagándolo el país”, dijo. Según él, tomó esa dura decisión aunque “es difícil decir que vas a gastar esta enorme cantidad de dinero y, al mismo tiempo, decir que (la gente) tiene que ser más austera, porque tuvimos que reducir el gasto público en 3%”.
Zedillo dejó claro que no se arrepiente de las medidas aplicadas por su gobierno: “La gente me pregunta sobre la situación actual y yo digo: lo único que no puedes permitir es que tu sistema financiero se vaya al drenaje. Si eso pasa, entonces el sistema de pagos y toda la economía colapsará”, advirtió el también director del Centro de Estudios sobre la Globalización, de la Universidad de Yale.
Horas después, el jueves 29, Felipe Calderón juzgó necesario promoverse en el Foro Económico Mundial y declaró que el suyo es uno de los mejores equipos económicos del mundo.
En un encuentro del presidente con inversionistas –a los que el equipo presidencial llamó “Jinetes en la tormenta”, como la conocida canción de The Doors–, uno de ellos se refirió a la calidad de las bebidas mexicanas.
“Estoy de acuerdo –contestó Calderón–. Tenemos un muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo, y esto puede ser muy saludable en tiempos tan difíciles como estos. Y estoy de acuerdo respecto al tequila, y alguien dijo que la cerveza mexicana es la mejor del mundo”.
Sin embargo, agregó que a su gobierno le urge una estrategia muy fuerte de relaciones públicas, a fin de cambiar la mala percepción de México que prevalece en algunos círculos de poder en Estados Unidos.
Reveló, por ejemplo, que ya había platicado con el editor de la revista Forbes acerca de su último número, en el que se comparó la situación de México con la de Pakistán:
“Le dije que, a pesar de su edición de diciembre, en México nos iba muy bien. Alguien tenía que hablarle y explicarle exactamente lo que está pasando; decirle que tiene que visitarnos para entender que esto no es Pakistán. Y para hacer esto tenemos que esforzarnos”.
La siguiente sesión organizada por el gobierno mexicano en Davos fue la “Sesión interactiva México, Another brick in the wall”, esta vez el título de uno de los discos más vendidos de la banda Pink Floyd. Ahí, Calderón expuso las medidas anticrisis promovidas por su gobierno y, sin titubear, sostuvo que México será uno de los motores fundamentales en la economía internacional en lo que resta del siglo XXI...
Paralelamente, en las calles y en los restaurantes de Davos se desplegó una intensa campaña para cambiar la imagen de México a los ojos de los grandes inversionistas y los jefes de Estado.
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