René Drucker Colín / La Jornada
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un estudiante universitario de Chile o Brasil tiene entre dos y cinco veces más oportunidades de las que tiene un joven en México de obtener una beca que le ayude a cubrir el monto de inscripción, cuotas, costos de manutención y transporte durante sus estudios de licenciatura o especialización, a pesar de que existen universidades mexicanas en las que los pagos son bajos o simbólicos, como es el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante los últimos años no se cumplió la meta del gobierno de Vicente Fox: otorgar, mediante el Programa Nacional de Becas (Pronabes), 300 mil apoyos a jóvenes inscritos en las universidades. Este incumplimiento representó un déficit de casi 100 mil becas. Por las becas otorgadas en el sexenio foxista para impedir el abandono de las aspiraciones de formación profesional de los jóvenes, México ocupa el lugar 23 de 27 países analizados en la OCDE, o sea, de entre los peores.
El mayor riesgo para el crecimiento del sistema universitario y del desarrollo está en aquellas entidades de muy alta marginación, como Guerrero, Chiapas y Oaxaca, que aún presentan rezagos por la baja ayuda financiera que consiguen para sus estudiantes y la baja inscripción de jóvenes en licenciaturas.
En los próximos años la deserción promedio de 40 por ciento entre la primaria y la secundaria, de un porcentaje equivalente que se agudiza en el bachillerato, impedirá que cualquier meta de entrega y apoyo a becarios pueda cumplirse.
De no crear una estrategia para aumentar las becas y disminuir la deserción, el peligro es que los alumnos no lleguen a la universidad, y uno de los compromisos de la administración actual, incorporar a 30 de cada 100 jóvenes a universidades para 2012, también se frustrará.
El análisis temático de la educación terciaria, en el que la OCDE evaluó la educación superior de nuestro país, registra que México destinaba 5.1 por ciento del gasto de las universidades públicas a este programa de becarios.
El equivalente de inversión en el sexenio anterior fue de 5 mil 980 millones de pesos, que se tradujo en becas para 6.85 por ciento en promedio de los inscritos en las universidades.
Con estos montos y el nivel de costo de vida en las regiones del país, el número de becas que se ofrecen es totalmente insuficiente, no sólo para cubrir los costos de manutención de los universitarios, sino también por el magro porcentaje de ellas que se ofrece.
La OCDE, por lo tanto, se propone revisar el actual sistema de financiamiento de las instituciones de educación superior, incluyendo la recomendación de incrementar las cuotas de las universidades públicas, lo cual es totalmente inaceptable, pero además no resuelve ni mínimamente el problema.
La OCDE propone crear un sistema de créditos que ponga a competir a las universidades públicas y privadas por los recursos que cada estudiante puede aportar con su inscripción, lo cual claramente denota ignorancia sobre la realidad nacional. En fin, todo el problema anterior no es catastrofismo; es, simplemente, una realidad que nos sirve para hacer un diagnóstico.
En educación, como en muchas otras áreas, el país está en el hoyo y esto sólo puede deberse a: 1) incompetencia gubernamental; 2) falta de atención; 3) corrupción. Seguro que es por la combinación de estos factores. Es una vergüenza, señores políticos; quizás menos palabras huecas en discursos inútiles y más acciones concretas ayudarían.
Y para el Instituto Federal Electoral, la democracia no es ir a votar, como dice su oligofrénico anuncio: la democracia es resolver los problemas que aquejan a la sociedad mexicana, como el que acabo de enunciar en este artículo, entre otros.
febrero 10, 2009
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