Parece que la globalización o mundialización es el demonio, en gran parte lo es, pero pudiera no serlo si se aplicara de manera leal. También pensamos que la ayuda solidaria es la panacea pero no siempre es así. En ambos casos pueden revertirse los papeles como en el caso del maíz mexicano.
El caso es sencillo: la política de aranceles y de subvenciones del maíz norteamericano ahoga a los campesinos mexicanos que no pueden competir. Sin la ayuda del estado no pueden competir la tecnificación y tecnología total y las nuevas especies modificadas en su genética para dotarlas de ciertas características de resistencia o mayor rendimiento para procesos posteriores industriales que las hacen más atractivas que el maíz mexicano. De esta forma el mercado mexicano se ve invadido por maiz de EEUU al tiempo que no pueden competir en el exterior con lo que el maíz norteamericano llega a todos los mercados en mejores condiciones de competitividad.
Por cierto, el efecto de contaminación genética de esos “nuevos cultivos” no está todavía cuantificado pero, en cualquier caso, su efecto se apreciará en los países en desrrollo y no tanto en el primer mundo cuyo uso está restringido tanto en cultivo como en comercialización.
Una vez reducida o eliminada la competencia de los productores mexicanos, y en otros muchos lugares, se da la consiguiente consecuencia de pérdida de tierras, necesidad de emigración y empobrecimiento.
En este punto las grandes corporaciones compran, alquilan las tierras e imponen una política de bajos costes de producción, con los propios campesinos como jornaleros, en el país de origen que tienen menos restricciones laborales, medioambientales y legales que en EEUU o Europa. Este hecho a su vez abundará más aún en la competencia desleal al emplear medios más tecnificados y modernos para una producción maximizada. Valga como ejemplo que las semillas mejoradas no pueden almacenarse con lo que la compra ha de ser anual y a altos precios que provocan no solo deterioro del medio como ocurre en el Punjab con el algodón sino una dependencia del campesinado de medios financieros y de endeudamiento. Todo ello involucra al agricultor de subsistencia en una espiral de bancos y préstamos que en caso de mala cosecha le aboca a la pobreza.
Por otro lado la pobreza, el hambre, la falta de alimento en las zonas depauperadas se sostiene con ayudas del primer mundo, pagamos de esta forma nuestra mala conciencia, que sirve para dar alimento y otras muchas necesidades básicas que comunidades pobres no tienen. Esto sería bueno, a pesar de generar dependencia del primer mundo pero no queda ahí.
El caso es que el alimento que se compra y que se distribuye de forma solidaria es el maíz subvencionado y transgénico producido en EEUU o el maíz local con semillas transgénicas a bajísimo coste producido por empresas trasnacionales.
Ni que decir tiene que los tratados de comercio, TLC, y la OMC promueve y provoca una libertad de tránsito de las mercancías, que sería la solución de la pobreza de muchos países si permitiera llegar los productos de países en desarrollo al primer mundo. Sin embargo solo es aplicable en el vector países ricos a países pobres y no al revés con lo que la espiral de la pobreza aumenta en un dumping tecnológico y social de difícil digestión.
Los cultivos transgénicos de los países en desarrollo poco a poco se van imponiendo en la competencia local pero, al tiempo, como en Europa la comercialización de cultivos transgénicos se reducen o prohiben. El resumen es que el maíz no solo no puede competir sino que está prohibido comercializarlo con lo que el libre mercado no es tal y los beneficios que se podrían obtener, por lo tanto, no existen (pero a pesar de la prohibición trazas de contaminación genética ya se observan en los cultivos).
El precio del maíz, alimento base en muchas comunidades en América Latina y África, aumenta sin cesar y al tiempo las importaciones de maíz, trigo, soja, etc de países como México crecen sin freno. La subida del precio parece paradójico ya que la mecanización y mejora de las condiciones de cultivo han mejorado de manera constante desde hace más de sesenta años y con ello la productividad sin embargo esta cara de la globalización solo muestra precios altos y provoca un empobrecimiento mayor.
La moraleja de esta deriva del concepto del postcapitalismo es un postcolonialismo globalizador. Las consecuencias son claras:
- Precarización de la vida de las comunidades, imposibilidad de mantener su modo de vida, cultura, tradiciones por pura desaparición de comunidades, emigración, etc.
- Deuda psicológica, física, moral, social de los países pobres frente al primer mundo con la posibilidad de chantaje derivada por el apoyo a medidas solidarias y de ayuda.
- Eliminación de un tejido social campesino, proletarización (y lumpenproletarización con la política de bajo salario que hace competitivo) y emigración, perpetuando la generación de mano de obra barata, con escasos derechos y nulas pretensiones de mejora. Al quedar el beneficio y plusvalías fuera de los países pobres la posibilidad de mejora se reduce o elimina en contra de la publicidad/ propaganda básica de muchos economistas proglobalización.
- Apoyo del modelo de producción en el primer mundo y sustitución de los cultivos, incluso los de subsistencia, en el tercer mundo.
- Empleo de la ayuda solidaria como punto de apoyo para la estrategia de caballo de Troya de la globalización, y con una mejora de imagen pública.
- Emigración al primer mundo a cualquier precio y a costa incluso de la vida que, por otro lado se evita de manera violenta o, incluso, se permite generando ciudadanos de segunda o tercera que sostendrán la subeconomía del primer mundo.
- Radicalización del mensaje en las comunidades ante la injusticia llegando al levantamiento, insurgencia, terrorismo o guerra abierta.
- Subsidiariedad de grandes y poderosas compañías extranjeras de la economía de la zona e, incluso, posibilidad de chantaje por la dimensión social de la ayuda.
- La falta de posibilidad de “enriquecimiento” de los países, desde su base origina que las diferencias sociales sean inmensas y, también, la posibilidad de ahorro interno para no tener que endeudarse en el exterior se reduce, a esto hay que añadir el empleo de la política alimentaria como “arma” de presión.
- Disminución de la calidad o, incluso, imposibilidad de exportación del maiz transgénico producido a Europa con que solo un maiz limpio, de EEUU, tendrá cabida en el mercado europeo mientras que el maiz “sucio” llenará no solo los campos de América Latina y África.
En resumidas cuentas, todo lo malo, lo perjudicial, lo negativo de la globalización sin lo bueno que podría traer: el desarrollo de la agricultura con vistas a la exportación, la creación de un tejido industrial y de servicios que puedan crear la simiente del progreso, desarrollo y evolución. todo esto se obvia y, al tiempo, la solidaridad y la ayuda se convierte en agente de la propia globalización en un estadio espiral que desemboca en condiciones cada vez peores.
Jugar al poker del comercio y la economía pero con cartas marcadas….
0 comentarios:
Publicar un comentario