Pedro Echeverría V.
1. El gobierno de facto de Felipe Calderón, por medio de su secretario de Gobernación, planteó hoy ante los legisladores la discusión, para su instrumentación, del plebiscito, el referéndum, la reelección de diputados y alcaldes, así como la reducción del número de parlamentarios. No dio argumentos, pero se observó que ante el descalabro electoral del gobierno y su partido en julio pasado y los problemas de ingobernabilidad que se han manifestado en los últimos años, Calderón busca estrechar alianzas con los partidos, en particular con el PRI. Sin embargo todo ese tipo de propuestas, como su misma organización, giran alrededor de los partidos políticos, de las organizaciones gubernamentales, nada tienen que ver con la sociedad civil a no ser la legitimación de las propuestas. Con ellas gobierno y partidos seguirán dominando los negocios políticos.
2. Los partidos políticos –sean de derecha, centro o de izquierda- están ya muy desprestigiados en México. El PRI nació en 1929, el PAN en 1939 y el PRD en 1989, pero después de tantas décadas de consumir varios billones de pesos del presupuesto público en gigantescos salarios, subsidios, prebendas y privilegios, la situación del país y del 70 por ciento de sus habitantes ha empeorado en lo económico y político. Ningún partido lucha o se solidariza con las batallas de los pueblos por sus tierras, sus salarios o para extirpar la explotación y la miseria. Desde hace mucho se constituyeron en partidos de Estado aliados a los distintos poderes cuya única preocupación ha sido brincar de un cargo a otro para obtener salarios y privilegios. Aislados del pueblo, son una partidocracia al servicio de la clase capitalista
3. Para ser fuertes frente a los derechistas PRI/PAN, los socialdemócratas (o centro izquierda mexicana), que llevan ya 32 años gozando también de las mieles del poder, han vuelto a plantear la “unidad” proponiendo la fundación de un nuevo partido. Le han llamado “nuevo partido”, pero en realidad lo que buscan es que el PRD, Convergencia y PT se reunifiquen en una sola dirigencia aunque tengan que cambiar de denominación. O sea, más de lo mismo, pero revolcado. Se busca repetir la misma estrategia que lleva más de 50 años practicándose. Pero ellos llaman a toda la izquierda a unificarse tras ellos, tras su programa exclusivamente electoral, sabiendo que no faltarán desesperados que ahora sí quieran entrarle a las diputaciones y demás cargos que les aseguren ingresos económicos y privilegios.
4. Lo que México necesita, sin embargo, es la unidad e integración del movimiento social, de grandes movimientos de masas que se conviertan en una fuerza real frente al poder del Estado y del empresariado. Urge la unidad de las organizaciones indígenas, campesinas, obreras, estudiantiles, ciudadanas que con su fuerza y sus grandes luchas en las calles, los campos y las fábricas impidan que los distintos gobiernos y empresarios sigan imponiendo sus políticas de miseria y de opresión. Las personas integrantes de estos movimientos podrán participar y votar por el partido político que deseen, pero como organización mantendrán independencia para garantizar la unidad y la fuerza de la organización. Los electricistas, telefonistas, mineros, trabajadores universitarios, los del IMSS y demás organismos políticos/sociales.
5. El problema de las organizaciones sociales y sindicales es el terrible gremialismo que, por falta de educación política, de manera permanente divide las luchas generales. Los dirigentes, buscando el apoyo de las bases, les plantean demandas concretas, inmediatas y economicistas, sin explicarles sus limitaciones y la necesidad de que éstas trasciendan. Sólo por medio de esas demandas logran movilizar a sus bases y éstas cuando oyen demandas generales y solidarias con otras luchas y organizaciones no las entienden y las rechazan muchas veces. En el seno de esas organizaciones deben desarrollarse los más amplios trabajos ideológicos encaminados al significado de la unidad y la solidaridad. Así vemos a profesores, electricistas y campesinos peleando exclusivamente por sus demandas concretas sin buscar la solidaridad.
6. No debe olvidarse que en la conformación de demandas debe haber un análisis de la situación general. Si los planteamientos de fondo no existen ¿Qué trascendencia tiene obtener un aumento salarial de 10 pesos si a los pocos días el capitalismo logra aumentar los precios a un promedio de 12 o 15 por ciento? ¿Qué importancia tiene eliminar a los personajes que conforman una dirigencia si luego –sin trasformar los estatutos y la conciencia de la gente- son sustituidos por otros que no tendrán las trabas necesarias para que sean distintos? La realidad es que también la lucha social en los ejidos, sindicatos, organizaciones diversas de trabajadores es un tanto difícil, pero parece haber más márgenes de participación directa e igualitaria que entre los partidos que siempre acusan mayor dependencia de los órganos de poder del Estado.
7. Los gobiernos en general, los panistas de Fox y Calderón en particular, han apoyado con mucho dinero la consolidación de las dirigencias de los partidos, pero paralelamente han reprimido con mucha brutalidad a las luchas sociales aisladas de los trabajadores. Mientras los partidos realizan gigantescas campañas electorales dilapidando mucho dinero en propaganda televisiva y radiofónica, las batallas de los campesinos, sindicatos y organizaciones sociales son bloqueadas y reprimidas por dar lugar a las protestas masivas. No hay duda que los partidos se han integrado plenamente al Estado y contribuyen a conformar la paz social necesaria para continuar con el despojo y la explotación; por el contrario, las organizaciones sociales resultan más peligrosas al poder porque atacan a las fuerzas del capital y suelen amenazar las bases del sistema mismo.
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