Carlos Iaquinandi Castro (SERPAL)
La deriva del proceso hondureño, nos pone en el umbral de los hechos consumados. Lamentable epílogo que no merece un pueblo que ha generado incansablemente marchas y protestas diarias, y que ha padecido muertos, heridos, desaparecidos y represaliados durante estos más de cuatro meses. Infame premio para la comparsa de serviles de traje o de uniforme que volvieron a ser ejecutores de los trabajos sucios encargados por el puñado de familias que controlan la economía y los poderes y sus aliados externos.
Los peores pronósticos están a punto de cumplirse. Anticipábamos que apuntaban a realizar los comicios del 29 de noviembre para "blanquear" su golpe y que para ello solo admitirían un regreso "decorativo" de Zelaya al gobierno, condicionado y limitado. Nos quedamos cortos. El zig zag de la OEA, la estudiada doble posición del gobierno norteamericano, y en especial el funcionamiento pleno de los resortes que las corrientes ultraderechistas disponen en Estados Unidos y en el resto del continente, dio los mejores resultados para la urdimbre facciosa que tiene al títere Roberto Micheletti como cabeza visible.
Eso no significará una derrota definitiva, porque en todos estos meses el movimiento popular se ha fortalecido en la lucha y en la resistencia . Pero se habrá consolidado con total impunidad lo que fue un torpe golpe propio de los años 50 o 60 , y que en líneas generales, tiene los mismos objetivos que hace medio siglo: frenar avances sociales y políticos y desbaratar los movimientos surgidos desde la base misma del pueblo hondureño. La lucha continuará, pero no olvidemos que de todo traspié, de toda derrota coyuntural se aprende, siempre que hagamos crítica y reflexión. Es imprescindible para evitar que los enemigos de los pueblos se fortalezcan a partir de esta impunidad y pretendan con similares métodos revertir sus derrotas electorales y los consiguientes cambios sociales y políticos en el continente.
Inficacia, complacencia o complicidad
Cuando un pelotón de militares sacó de su cama y luego del país al presidente constitucional de Honduras en pijama y a punta de fusil, una andanada de descalificaciones y rechazos partieron de la Organización de Estados Americanos y de la propia Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero poco después comenzaban los enredos. El gobierno de Obama encargaba un estudio para definir si lo sucedido en Honduras era realmente un "golpe". Insulza, al frente de la OEA comenzaba un estéril proceso "negociador" para permitir el restablecimiento de Manuel Zelaya en el gobierno. Sus expresiones de rechazo al golpe se fueron haciendo más tibias, supuestamente como consecuencia de los códigos de la diplomacia. Micheletti no fue tan sutil y les tomó el pelo todas las veces que hizo falta. Le negó la entrada y cuando les permitió a los enviados de la OEA ingresar a Honduras, fué para "retarles" y desafiarles. Todo eso, difundido por la cadena nacional de radio y televisión. Fue entonces cuando los miembros del espontáneo movimiento de rechazo a los golpistas comenzaron a darse cuenta que la principal fuerza con la que contaban, era la suya propia. Así comenzó a madurar el Frente de Resistencia al golpe, que desde la pluralidad de sus corrientes y militantes fue adquiriendo experiencia y una identidad propia. También tuvo sus víctimas de la represión: más de una veintena de asesinados, entre ellos trabajadores, maestros, estudiantes, campesinos, cientos de heridos, algunos desaparecidos y muchos detenidos.
Deplorable ha sido el comportamiento de quienes se prestaron a recorrer este callejón sin salida en un muestrario de ineficacia, complacencia o directamente, complicidad.
Entre otros, Miguel Insulza, los embajadores de la OEA, el propio presidente Arias de Costa Rica, el embajador Llorens de Estados Unidos, y una corte de mediadores que procuraban "el restablecimiento de la democracia." En realidad, actuaron como eficientes arácnidos, y entre todos, estos incansables tejedores construyeron esa "tela de araña" que más que reponer en su cargo, fue inmovilizando y neutralizando al presidente Manuel Zelaya. Hace casi cuatro meses anticipábamos en nuestro envío SERPAL 399 del 21 de julio: " Es posible que la negociación deliberadamente prolongada se haya convertido en una tela de araña para Zelaya, tejida por sectores de la OEA y por el Departamento de Estado norteamericano. Este último coletazo puede ser la culminación del proceso para convertir al presidente constitucional en un rehén. Si vuelve condicionado por los restantes puntos sugeridos por Arias ( y en principio aceptados por Zelaya ) estará atado de pies y manos. Será un elemento decorativo. Un florero." (*) .
La realidad ha ido aún más lejos. Ni siquiera se cumplió la propuesta de Arias como mediador. Finalmente los facciosos encabezados por el inescrupuloso Micheletti, se aprestan a coronar su principal objetivo: "blanquear" su gestión golpista "presidiendo" el proceso electoral del 29 de noviembre, y entregando en enero el gobierno al "vencedor", que será alguno de los dos aspirantes a recuperar el control del Poder Ejecutivo para el grupo de familias que desde hace años ejercen como "dueños" del país y en beneficio de sus propios intereses. Son el liberal Elvin Santos, y Porfirio Lobo, del Partido Nacional.
Solo les faltaba el Poder Ejecutivo
El resto de los poderes, ya estaban y siguen estando bajo su control. Me refiero al "Congreso", donde la mayoría de los parlamentarios se prestaron el día del golpe a fraguar una presunta renuncia del presidente Zelaya por "razones de salud". El torpe fraude apenas se mantuvo dos o tres horas, pero quedó para siempre en las hemerotecas y en las grabaciones, como muestra de la calaña de los legisladores. Otro tanto con la mayoría de los miembros del Poder Judicial, que batieron un récord de productividad al "armar" en 24 horas más de 15 causas contra Zelaya para justificar que si regresaba al país "sería detenido" y puesto a disposición de los jueces.
El cerrojo se completa con los medios de comunicación, ya que la casi totalidad de diarios, canales y emisoras están en manos de consorcios empresariales ligados a los intereses de los golpistas. Si para muestra basta un botón, como dice el refrán, mencionemos a Jorge "Pepsi" Canahuati Larach, uno de los más exaltados partidarios del golpe.
Este empresario, es dueño para Honduras de la marca Pepsi y de las franquicias de Pizza Hut, Kentucky Fried Chicken, Seven Up, Enjoy, Teem, Quanty, Gatorade, SoBe Energy, etc. Además es uno de los dirigentes del conservador partido Nacional que tradicionalmente se alternó en el control del país con los liberales. Canahuati, es propietario de "El Heraldo" y "La Prensa", dos de los principales diarios hondureños, y como cualquiera puede comprobar accediendo por Internet a las páginas de esos periódicos, ejercen su prédica "democrática" con un indisimulado apoyo al gobierno golpista. Mienten, manipulan y ocultan. Y los pocos y modestos medios independientes como Radio Globo han sufrido atentados, clausuras y hasta el retiro de sus equipos emisores. Bajo esa espléndida "libertad de prensa", se desarrolla una parodia de campaña electoral, mientras un dia si y otro también, cientos de policías y soldados acorralan a " los incansables", como llaman popularmente a los ciudadanos que siguen marchando por las calles con sus consignas y su rechazo a los golpistas. Y con golpes, gases, disparos y detenciones, recuperan su peculiar "normalidad".
Sería interminable enumerar las maniobras dilatorias urdidas por Micheletti para conseguir que el tiempo transcurriera. También sería largo señalar las vergonzosas andanzas diplomáticas de los mediadores, reiteradamente humillados por el gobernante faccioso. Su última jugarreta, el "acuerdo" del 30 de octubre, solo es explicable por la situación apremiante en que había sido colocado Zelaya, por la ¿debilidad ?, ¿ingenuidad ? de sus representantes, y por la complicidad tácita de Insulza y otros miembros de la OEA y de los representantes internacionales de la Comisión de Verificación de dicho acuerdo, el chileno Ricardo Lagos y la secretaria de trabajo de los EE.UU. Hilda Solís.
Es imposible admitir que obraron de buena fé, y que la situación los superó. Es que no dejaron márgen ni siquiera para una denuncia digna y contundente.
Quizás por eso, ha sido finalmente Zelaya el que ha tenido que rematar este absurdo ir y venir de reuniones y declaraciones altisonantes. El presidente constitucional ha dicho que definitivamente no acepta ya ningún trámite más. Denuncia el incumplimiento del llamado "Acuerdo de San José", y añade que el 5 de noviembre no se constituyó ningún gobierno de unidad y reconciliación como fue pactado el 30 de octubre. Desde la embajada de Brasil en Tegucigalpa anunció : "reafirmo mi decisión de que a partir de esta fecha, cualquiera que fuera el caso, yo no acepto ningún acuerdo de retorno a la presidencia de la república para encubrir este golpe de Estado. Esa decisión fue también comunicada en una carta al presidente norteamericano Barack Obama. "Es una disposición firme de no aceptar ya ninguna restitución que humille al pueblo hondureño ocultando la ilegalidad en que vivimos y la represión militar a que está sometido el pueblo más humilde".
En definitiva, Zelaya, con una estirpe similar a la de otros dirigentes políticos tradicionales, como la que marca su origen de dueño de hacienda, ha completado con esta decisión, un imprevisto recorrido. Por propia decisión, no siguió el trillado camino de sus pares de consolidar la injusticia social. Por el contrario, ratificó el compromiso que desde el gobierno asumió con los sectores más postergados de su país, con esas grandes mayorías ignoradas y despreciadas por las clases dirigentes de su país. Esa fue la causa determinante del golpe. Aquí a un gobernante se le puede perdonar que robe, que especule, que saque provecho propio o que beneficie a sus familiares. Pero no que altere el "statu-quo" que permite que las minorías y sus intereses sean las que gobiernan y dictan las leyes. Por eso tenían miedo a la consulta del 28 de junio donde simplemente se le preguntaba al pueblo si desearía que se realizara un referéndum para una convocatoria de Asamblea Constituyente. Urdieron la torpe mentira de afirmar que "Zelaya se quería perpetuar", cuando en realidad lo único que podría haber ocurrido es que el gobierno que asumiera en enero tuviera que asumir el compromiso de convocar más adelante una constituyente, siempre y cuando ese fuera el resultado de la consulta. Zelaya no era candidato para noviembre, ni había manifestado intención alguna de hacer un nuevo mandato.
Los votos de las botas
El epílogo circense de este proceso iniciado en junio, será la mascarada del domingo 29. Los militares golpistas serán los que garantizarán la "transparencia". No habrá veedores independientes. Solo la ultraderecha, los sectores ultraconservadores, los que hace años miraron para otro lado o apoyaron descaradamente a las dictaduras militares en el continente seguirán prestándose a la farsa electoral. Decenas de ciudadanos han retirado sus candidaturas. El izquierdista Carlos Reyes, que fue gravemente herido durante la represión a las manifestaciones del Frente de la Resistencia ya comunicó oficialmente que participar significaría legitimar el golpe de estado. Incluso el actual alcalde de San Pedro Sula, la segunda ciudad del país en importancia desistió de presentarse para la reelección. Rodolfo Padilla afirmó que sin el restablecimiento de la institucionalidad es imposible realizar unos comicios transparentes y cuyo resultado pueda considerarse legítimo.
Es probable que los golpistas y sus secuaces internos y externos, lleguen a consumar esta farsa a pesar de las protestas populares, y el rechazo de gobiernos y pueblos de América Latina. Pero aquí simplemente terminará una etapa del proceso que los militares y Micheletti pusieron en marcha el 28 de junio. Y comenzará otra, en la que gran parte del pueblo hondureño seguirá profundizando su organización, basada en la lucha y la experiencia de estos casi cinco meses de resistencia. Es lo único que habrá que agradecerles a estos canallas que hicieron el trabajo sucio por encargo del puñado de familias que se sentía amenazada por ese rumbo de cambio social que tímidamente iniciaba Zelaya: su aporte para que madurara la conciencia popular.
Hasta es posible que poco a poco Honduras deje de ser mencionada en la prensa y muchos se olviden del drama que vive gran parte de su pueblo. Para muchas cancillerías, la situación de habrá "normalizado" en Honduras. Pero no, allí estará su gente, sus postergados, los empobrecidos, los "nadies", que a pesar de todo continuarán su lucha y más temprano que tarde escribirán con letra propia la historia de su patria.
noviembre 16, 2009
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