noviembre 16, 2009

El trotskismo y la revolución pendiente

Jesús Aldabi Olvera

MEXICO, DF, 13 de noviembre (apro).- "El ejemplo claro está en los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas; no son trabajadores marxistas, pero salen a la calle a gritar la consigna 'si no hay solución, habrá revolución'. Como trotskistas estábamos esperando este proceso", confiesa en sus oficinas Enrique Gómez, del Partido Obrero Socialista (POS).

El local del POS, en plena colonia Guerrero de la Ciudad de México, está lleno de panfletos, fotocopiadoras y cuadros de viejas batallas del trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de los años setenta.

A Enrique Gómez lo acompaña Leda Silva, miembro del Comité Ejecutivo del partido, donde son mayoría las mujeres.

Como todo trotskista, creen que a 140 años del nacimiento de León Trotski –que se celebró el pasado 7 de noviembre--, el revolucionario más importante del siglo pasado junto a Vladimir Ilich Lenin, la teoría marxista está en boga porque explica perfectamente la crisis económica mundial.

"El capitalismo no alcanzará a resolver los problemas de fondo – explica Enrique Gómez--, este estallido anuncia una crisis crónica. No tiene salida la economía de mercado. Esta crisis de producción del capitalismo ha llevado a los gobiernos a lanzar una ofensiva contra su clase trabajadora".

         Continúa: "El proceso que explicó Marx se reiniciará. La crisis va a repercutir en procesos revolucionarios del sector más organizado del proletariado. La clave está en mantenerse siempre vinculados a este sector organizado y dirigir los movimientos de masas".

Desde los ochenta, el POS ha logrado participar en importantes movimientos obreros como el de la huelga triunfante de los trabajadores de la llantera Euzkadi, en vidrierías de San Luis Potosí, en la Otra Campaña zapatista, con la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en Oaxac y ahora con el SME. Además, crearon el Grito del Pueblo, un boletín electrónico con más de 10 mil personas inscritas que envía noticias de izquierda.

Además, el POS ha incorporado temas como el medio ambiente y el rescate de las teorías marxistas desarrolladas por Lenin sobre la explotación de las mujeres.

         "Dentro de POS existen reuniones de compañeras con las esposas de los sindicalizados (actualmente colaboran con el recién formado Movimiento de Mujeres Electricistas). Es tarea fundamental educarse en materia de género y combatir la doble explotación de la mujer, tanto en el hogar por la violencia contra las mujeres y a nivel social por el sistema capitalista", explica Leda Silva.

Para la gente del POS, la lucha de los trotskistas debe ser autónoma, sin vínculos con los partidos políticos como PRI, PAN, PT o el PRD.

"El PRD es un partido burgués apoyado en sectores populares. No es obrero, no tiene ningún proyecto obrero y no rompe con el capitalismo", dice Leda Silva,

Agrega: "El PT, por ejemplo, es un partido obrero reformista y burocratizado. El movimiento debe construir su propia organización sin el gobierno".

El trotskismo hace críticas radicales a la alianza con partidos oficiales del sistema ya que, sostiene, va en contra de sus preceptos básicos: autocrítica de la dirección, lucha contra la burocracia en los sindicatos y las organizaciones políticas, democracia interna y transparencia financiera hacia las bases del partido.

Enrique Gómez aclara que el POS fue creado por la necesidad de tener un "movimiento obrero auténtico" después de la escisión interna del antiguo partido trotskista mexicano, el PRT, que terminó haciendo una alianza electoral con Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD.

De esta división, surgieron innumerables ligas trotskistas como la Liga de Unidad Socialista (LUS), Liga de los Trabajadores Socialistas (LTS) que, a la fecha, sufren uno de los mayores males históricos de la izquierda: el divisionismo

"Caminar en el desierto"

... ¡Lucha!, ¡lucha!, ¡lucha!, ¡no dejes de luchar!, por un gobierno obrero, campesino y popular...

         "Sí, esa era un consigna trotskista de los sesenta. La creamos nosotros", recuerda Manuel Aguilar Mora, dirigente de LUS. "Ahora, como dices, la usan los del Sindicato Mexicano de Electricistas en las marchas. Ellos no son marxistas, pero empieza a surgir en ellos la conciencia de clase".

El departamento de Aguilar Mora, candidato no registrado a la Presidencia en el 2000 por LUS y el POS, está lleno de libros. Aunque tiene bastante literatura –Skakespeare y Goethe, entre otros autores--, destacan en sus anaqueles las obras de Trotski en diversos idiomas: La revolución traicionada, Manual para combatir el fascismo, Sobre arte y cultura, la Revolución permanente...

Se levanta y revisa los textos. Ahí está lo más nuevo sobre la muerte de Trotski en México, Los gángsters de Stalin, libro recién publicado por la Fundación Federico Engels donde es relatada la conspiración asesina de la policía internacional de Stalin (GPU) para acabar con Trotski en su casa de Coyoacán. Prácticamente, confiesa, el trotskismo en México desapareció en los cincuenta después de la muerte de Trotski, hubo una discontinuidad.

A partir de la Revolución Cubana y de 1968, el trotskismo resurgió, especialmente entre los jóvenes, a partir de la toma de conciencia de los errores de Stalin en la Unión Soviética. A mediados de los sesenta, el viejo Partido Revolucionario de los Trabajadores llegó a contar con 3 mil miembros y a tener votaciones de 300 mil personas.

Pero, con la caída de la URSS y el Frente de Cárdenas para las elecciones, varios se fueron al PRD. Recientemente algunos se agregaron al Frente Amplio Progresista (FAP).

         "En los noventas fue un caminar en el desierto --relata Mora--, la caída de la URSS fue una derrota de la clase trabajadora, aunque no seamos estalinistas, la caída del Muro de Berlín nos salpicó. Sí sobrevivimos es porque no dependíamos de nadie, no había deudas pendientes".

Trotski predijo la caída de la URSS y advirtió que si los obreros no derribaban con una revolución política al Partido Comunista, se corría el peligro de una reinstauración del capitalismo. Fue lo que sucedió.

Sin embargo, el trotskismo no ha logrado recuperarse. Después del resurgimiento del capitalismo, la realidad es que en México no hay un Partido Trotskista.

"Somos Ligas, no partidos, aunque se pongan nombre de partido", admite Aguilar Mora.

Aunque han hecho alianzas en momentos clave como el 2000, cuando el POS y la LUS presentaron una alternativa para la Presidencia del 2000 con Manuel Aguilar Mora como candidato, sus militantes son aún pocos.

Si se les pregunta sobre el tema, todos los trotskistas se ponen colorados, no por enojo sino, más bien, como para ocultar un tema vergonzoso. Y es que existen decenas de tendencias trotskistas por todo el planeta. Entre ellas, los morenistas y los lambertistas.

Actualmente ha surgido un tema que provoca debate interno: la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez.

"El trotskismo de la corriente Militante son los chapistas. Eso no es correcto --recalca Aguilar Mora--. Chávez no es un socialista, no ha expropiado a los burgueses. Aunque no lo subvaloramos, tampoco lo sobrevaloramos. Hay que reconocer que existe una lucha social dentro del chavismo".

A nivel internacional, esta división es aún más clara. Leda Silva, del POS, explica que uno de sus principales críticas contra Chávez es el "acarreo" de sindicatos independientes a su central.

El POS salió precisamente de la Liga Internacional de los Trabajadores –IV Internacional--, y se pasó a la Unidad Internacional de Trabajadores, por su crítica contra Chávez. También, al comenzar este año empujaron el proyecto Corriente Internacional Revolucionaria con partidos de Argentina, Costa Rica y República Dominicana.

En el mundo existen decenas de partidos que se autodenominan herederos de la IV Internacional convocada por Trotski para refundar el socialismo. Está el Secretariado Unificado de Gran Bretaña, el Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, el PSTU de Brasil y varias Ligas de Argentina…

Además, existe la militante Corriente Marxista Internacional de Alan Woods que apoya la formación de movimientos de masas en todos los partidos socialdemócratas, comunistas y socialistas y no tiene relación con la IV Internacional.

Todas estas organizaciones tienen vínculos con partidos de varios países, por lo que el trotskismo no puede ser visto sólo de forma local.

"Una parte esencial del trotskismo es su vocación internacional, en un solo país se burocratiza, no existen partidos nacionales trotskistas", explica Leda Silva. Pero identifica que, por la lucha del SME, las condiciones para un cambio político en México están dadas.

Los "compas" --como se llaman entre sí buena parte de los trotskistas mexicanos--, coinciden en que se vive un momento clave en el país. Para Aguilar Mora, el SME puede triunfar en función de su "grado de lucha": si es intransigente, con gran intensidad como en el 68, si logra dar rumbo al descontento, en especial si logra convocar a la huelga nacional.

"No tiene por qué ser armada, depende de la organización de la lucha. Lo importante de si ganan es que el presidente sería una fachada", dice Mora, que recomienda la unión de partidos y sindicatos obreros en un frente unido popular independiente sin PRI, PAN y PRD.

Para el POS y LUS, la unificación vendrá cuando este movimiento social ascienda.

Hay una cosa que Aguilar Mora identifica: a pesar de las ramificaciones del trotskismo registradas a partir de la muerte del revolucionario ruso, la Segunda Guerra Mundial y la caída de Muro se Berlín, el trotskismo tiene una característica que no existe entre los viejos comunistas soviéticos, socialdemócratas o maoístas: nunca ha habido violencia entre ellos.

Los militantes

Hijo de mineros de carbón en Gales, Alan Woods empezó en el comunismo casi heredado por su abuelo, viejo militante. En toda su vida ha creído en la exactitud de los postulados de Marx, Lenin y Trotski.

"A la caída del Muro de Berlín, lo que falló no fue el socialismo en el sentido que lo explicó Marx, sino una caricatura totalitaria y burocrática, la URSS", sostiene Woods

Para él, la dramática caída de la URSS fue el preludio de la actual crisis del capitalismo, todo esto confirma las tesis de Marx y Trotski, quien vaticinó en su libro La revolución traicionada la caída de los estalinistas en la exUnión Soviética.

Woods recuerda que entró a los 16 años al Partido Laborista británico. Posteriormente se dio cuenta de los errores de los estalinistas durante una breve participación en la Guerra Civil Española y se pasó a las filas del trotskismo. Ahí conoció al gran marxista británico, Ted Grant, con el que trabajó 40 años hasta su muerte.

"Nuestra corriente (Militant), es muy vieja, la fundó Ted Grant, con sus ideas logramos rescatar algo de la IV Internacional de Trotski", recuerda.

En los sesenta, el grupo de Ted Grant y Alan Woods no superaba las tres decenas de personas. Después creció al grado de contar con cerca de 8 mil activistas y lograr algo que ni el Partido Comunista consiguió alguna vez: la elección de tres diputados en el Congreso. El éxito consistió en el trabajo paciente en organizaciones de masas como sindicatos británicos y dentro del Partido Laborista, confiesa.

Como todo grupo marxista, el Militant se dividió. Maestro y alumno abandonaron el Militant inglés y fundaron la Corriente Marxista Internacional, que hoy tiene presencia en más de 40 países con fuerte vínculos a organizaciones de masas.

 Woods hace cálculos: en su corriente existen alrededor de 6 mil activistas; tan sólo en Pakistán, país asolado por atentados con bombas y bastante religioso, cuentan con 2 mil militantes.

Para Woods, uno de los aspectos más importantes de trotskismo es la producción teórica. Viene a México a apoyar a la sección mexicana de El Militante y presentar dos libros Reformismo o revolución, marxismo y socialismo del siglo XX y Los gánsters de Stalin.

Woods explica que es vital seguir reflexionando mediante las publicaciones que caracterizan al trotskismo para explicar la actual crisis del sistema capitalista. Al igual que los trotskistas mexicanos, piensa que las ideas son más vigentes hoy que nunca.

"Es la crisis más profunda del capitalismo en los últimos 60 años, en algunos aspectos de toda su historia, ellos mismos lo reconocen", comenta.

Para Woods, ni los socialdemócratas ni los estalinistas han demostrado ninguna salida. Tampoco los burgueses neoliberales que decían que el Estado no debía interferir, cuando hoy es el Estado el que sostiene al capitalismo.

Explica: "Prometían un futuro de paz y prosperidad de la economía del mercado, dos décadas después vemos la crisis más profunda. La crisis es por dos grandes contradicciones dentro del capitalismo: propiedad privada de fuerzas de producción y crisis del Estado nacional".

"¿Por qué no nacionalizar y dirigir la economía?", pregunta Woods. "El plan de la Corriente Marxista Internacional militante es crear un plan revolucionario para expropiar la tierra, los bancos, los monopolios, no los pequeños y medianos negocios".

Al Estado le interesan estos sectores porque son claves de decisión del poder, explica Woods; con eso, el Estado planificará y controlará las crisis de sobreproducción que causó la crisis actual mediante un control democrático de las empresas. Esta revolución puede o no ser armada, no es el punto central, pero sí debe ser socialista, advierte.

Cuando Woods habla de la división entre trotskistas adquiere un tono bromista: "Hay como 20 organizaciones que se dicen herederas de la IV Internacional de Trotski, que trata de reagrupar a los partidos trotskistas. El problema ahora es que se creen un partido de masas de tres hombres y un perro. Esto no es serio", dice con humor.

Para él, que ha tenido malas experiencias con otros grupos, la IV Internacional realmente ya no existe. La prioridad su grupo es insertarse en los movimientos de masas, no ser un partido pequeño radical.

Su sitio www.marxist.com En defensa del marxismo está en 33 idiomas diferentes, su contador de visitas registra curiosos en busca de información marxista desde islas remotas, de Irán y hasta muchos cibernautas de universidades de Estados Unidos.

La sección mexicana de Militante fue creada por iniciativa de jóvenes de la UNAM en 1990, en el momento cumbre de la caída del Muro. Los mexicanos de Militante se han involucrado en la huelga universitaria del 2000, movimientos campesinos y en las bases del PRD, y hoy cuenta con más de dos centenas de activistas.

Rodrigo Cruz, miembro fundador de Militante en México y acompañante de Alan Woods, explica que ellos apoyan al PRD, aunque lo califican de obrero reformista como al laborismo de Gran Bretaña. La idea es que llegue al poder contra Felipe Calderón y orientarlo hacia una política real de masas, empujarlo a la verdadera izquierda

La página de Internet del Militante mexicano califica a la dirigencia del PRD de oligarca y burguesa, pero apoya a la base que, según ellos, tiene la aspiración de las masas por derribar el sistema. Esta masa no tiene un programa político, explican, por eso ellos se insertan en las bases

Su propuesta es no hacer coaliciones con la derecha, rescatar la actitud combativa que dio origen al PRD. Su fin no es llevar a los líderes de partido al socialismo, sino que las mases tomen en sus manos su propio destino.

         "La cuestión es que los campesinos no ven otra alternativa. Las masas están con ellos, y el lugar de los marxistas está con las masas", dice Woods. "Si quiere ser de verdad, hay que cambiar las ideas con las condiciones de las masas: la gente nunca entenderá a un pequeño partido".

Ellos toman las recomendaciones de Trotski y Lenin: mantener las ideas y la identidad cuando se insertan en los partidos y combatir a la burocracia. "Esos son los sindicatos que hay, no hay otros, hay que combatir a burocracia dentro de ellos", dice Woods.

 Esta actitud los ha llevado a confrontarse con todos los demás trotskistas que abogan por la autonomía. Es especialmente espinoso el tema de Venezuela, ya que el libro Razón y revolución de Woods llama a extender la revolución en Venezuela y participar en el movimiento bolivariano en el ala de extrema izquierda.

 "El punto de discusión es dónde están las masas, un verdadero marxista debe estar ahí. En Venezuela es evidente donde están", dice.

El problema para Woods es que Chávez no es un marxista. En Venezuela la revolución está a medias, sin acabar, y puede pronto tirarse hacia la izquierda o haber un proceso de contrarrevolución de la derecha, sentencia.

"Ha habido gente nuestra asesinada en Venezuela por la derecha. Iban a matar al líder sindical de la Mitsubishi, nuestro camarada, pero les tocó a dos pobres obreros. Deben esclarecerse los hechos", denuncia Woods, quién dice mantener siempre una postura crítica respecto a Venezuela.

Pero dentro del trotskismo, nunca ha habido violencia ni asesinatos, todos confiesan que impera el diálogo crítico mediante los textos: "La diferencia esencial del trotskismo es que durante 20 años fue la única corriente dedicada a al producción teórica", agrega Woods.

Alan Woods y Ted Grant vinieron a México en los noventa para explicar al pequeño grupo marxista militante de la UNAM de Rodrigo Cruz las razones de la caída del Muro en una época de desorientación deribada del derrumbe del comunismo.

"Sí --agrega Rodrigo Cruz--, el asunto esencial entre nosotros es el debate. Por eso nos podemos sentar a tomar un café con los otros trotskistas, discutir, no llegar a nada, pero seguimos siendo camaradas".

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